Cuanto más se instruye una sociedad es más libre y democrática

Cuanto más se instruye una sociedad es más libre y democrática, afirma el rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero. El académico español vino a finiquitar una cooperación con la Unión Industrial Paraguaya (UIP) para entrenar negociadores, un sentido déficit que padece nuestro país. En esta entrevista, Rivero relata pasajes de la rica historia de la casa de estudios más antigua de Iberoamérica.

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–Su presencia en Paraguay es por un convenio con la Unión Industrial. ¿En qué consiste? 

–Vamos a impulsar programas de capacitación con la Unión Industrial Paraguaya (UIP), con la Universidad Alemana en áreas de negociación para preparar a los profesionales paraguayos ante los desafíos del contexto globalizado en que estamos.

–Es lo que faltaba. La gente está convencida aquí que Paraguay no tiene negociadores y que por eso siempre perdemos en las discusiones sobre Itaipú, Yacyretá. Si nos remontamos más atrás, a la misma Guerra del Chaco.

–Estas capacidades que queremos transmitir se podrían proyectar sobre distintas cuestiones y casos concretos en general. Pueden ser las hidroeléctricas, por qué no. Son conocimientos de economía, pero también de sicología, sicología social, derecho, pensamiento crítico, pensamiento complejo. El curso, de unos seis meses, va dirigido a personas del sector público y privado que pueden tener la responsabilidad de negociación. He notado que la demanda es alta. Cuando un programa como este genera tanta expectativa, nuestra obligación es cuidar que la calidad sea máxima y que la respuesta académica esté a la altura de lo que los participantes demandan.

–¿Cuál es la experiencia de Salamanca en esta materia? 

–Nosotros tenemos algunos de los mejores expertos en derecho europeo y en procesos de toma de decisiones en asuntos europeos. Son procesos continuos, dinámicos. El desarrollo de las capacidades negociadoras es vital. En España nos jugamos mucho en sectores como la política agrícola común, por ejemplo, donde se fijan las condiciones de los mercados agrarios. Esta experiencia que iniciaremos en Paraguay está orientada a colaborar en los procesos de desarrollo.

–¿Qué cree que les falta a nuestras universidades? ¿Usted ya conocía Paraguay?

–Sí, he estado viniendo desde hace cuatro años. He redactado el Manual de Derecho Administrativo Paraguayo en coautoría con el abogado doctor en Derecho, Marco Antonio González Maldonado, que estudió también en Salamanca. Fue un trabajo solicitado por el Banco Central. Paraguay está haciendo esfuerzos importantes de desarrollo institucional en todos los órdenes y también el universitario. Quizás no se ha avanzado lo suficiente en incluir un porcentaje mayor de doctores y doctoras entre los profesores, con énfasis en una mayor dedicación investigadora.

–¿Por qué se dice que las universidades de habla hispana son de menor desarrollo que las anglosajonas o francesas en el ranking internacional? 

–Eso es injusto e interesado. Los rankings están hechos para beneficiar a las universidades estadounidenses y chinas. Es como si pretendiéramos comparar el Real Madrid con un equipo de la intermedia de Paraguay. La Universidad de Harvard tiene un presupuesto que es como el de la mitad de todas las universidades españolas. Las universidades estadounidenses manejan muchísimo dinero. Las chinas están bien posicionadas en los rankings porque no se tienen en cuenta factores tan importantes como el respeto de los derechos humanos o la orientación hacia la sociedad. Si nos dieran el dinero de Harvard, seguramente tendríamos tan buenos resultados como ellos.

–¿Cuáles son los principales errores de nuestras universidades? 

–Lo que hay son tentaciones cortoplacistas. Lo importante es saber qué debe hacer la universidad por la sociedad. Y tiene que alinearse con el progreso, con el progreso económico, con la mejora de las condiciones de vida y con la formación de los jóvenes. Si se hace eso bien ya es mucho. Por ejemplo, esa obsesión por los rankings presiona para conseguir resultados cuantitativos a corto plazo. Si se pierde la perspectiva se puede desatender las necesidades reales, la más importante, la formación de una generación de jóvenes profesionales que tienen que hacer que Paraguay, España o cualquier país progrese.

–¿Cómo influye en la universidad la transformación digital? 

–Todos tenemos que adaptarnos a las nuevas tecnologías y a la transformación digital, sin duda. No hay que pensar que la transmisión de saber pueda ser sustituida por las pantallas de los ordenadores. Son una herramienta como otras que han habido. Esta cambia también el acceso al conocimiento. Da mayores oportunidades. Eso es positivo. Universaliza el acceso al conocimiento pero hay que mantener los valores clásicos, el lugar en el que las personas interactúan, generando prácticas culturales que son positivas para la sociedad: el intercambio de conocimiento, el aprendizaje colectivo, la defensa de valores como la libertad o, bueno, el sentimiento de comunidad.

–¿Los profesores clásicos van quedando relegados?

–Cada vez hay más profesores millennials, nativos digitales.

–Muy jóvenes.

–Los profesores analógicos son cada vez menos. Hay profesores de edades avanzadas que se han adaptado. Ese tránsito en gran medida ya se ha dado y es suave. Cada vez son más los profesores y profesoras que utilizan las nuevas tecnologías.

–¿Fray Luis de León (1527-1591) fue rector de Salamanca? 

–Fue profesor.

–Es el de la famosa frase: “Como decíamos ayer...”, cuando retomó sus clases después de cinco años de haber estado preso. Eran los tiempos de las clases magistrales.

–Bueno, yo creo que necesitamos muchos profesores como Fray Luis de León. Él era un gran profesor, muy querido por sus estudiantes, muy culto. Sus libros son aportaciones muy importantes al pensamiento.

–Pero son los millennials los que ocupan los espacios.

–El cultivo de las humanidades no riñe con las nuevas tecnologías. Esta misma semana se está celebrando en Salamanca un congreso iberoamericano de poetas. La poesía despierta más interés que nunca antes. Fray Luis era un gran poeta.

–Y Miguel de Unamuno (1864-1936), poeta y escritor, también fue rector.

–Miguel de Unamuno siempre será rector. Es rector perpetuo de la Universidad de Salamanca.

–¿Por qué ese título eterno? 

–Es el mejor rector que hemos tenido. Lo fue en dos períodos. En ambos fue cesado por el gobierno, primero por la dictadura de Primo de Rivera en los años 20 y después tras el alzamiento militar (de Francisco Franco) de 1936. Perdió el Rectorado por enfrentamientos con el poder autoritario en ambos casos. Su ejemplo de resistencia frente a los abusos y en defensa de la autonomía universitaria es admirado hasta hoy.

–¿Salamanca es del Estado?

–Es pública. Salamanca era equivalente o lo que podría ser hoy Silicon Valley. Allí estaban todos los pensadores, todos los debates. El corazón del conocimiento y del saber estaban ahí. Había una movilidad internacional muy fuerte. París, Bolonia, Salamanca, por supuesto América, porque la Universidad de Salamanca tuvo rectores americanos en el siglo XVI, nacidos en México, Santo Domingo. La fundó un rey, Alfonso IX de León (1171-1230).

–Son ocho siglos.

–Su secreto está en que Salamanca es una ciudad muy apropiada para el estudio. Tiene cielos azules, despejados, clima adecuado, un entorno de productos agrícolas que se suministran a la ciudad que permite el avituallamiento de los estudiantes que vienen de todo el mundo. Todas las facultades están muy próximas. Hay mucha vida académica. Es una ciudad universitaria. Es un concepto difícil de entender aquí en América donde las ciudades son grandes y hay que tomar el auto para ir a cualquier parte. Se dice que hay que elegir lugares de buen aire para fundar universidades, para que al caer la tarde, después de una jornada dedicada al estudio, los escolares puedan complacerse paseando en sus jardines.

–Allí nacieron esos conceptos sobre la libertad de prensa.

–“Donde no hay instrucción no hay opinión pública”. El rector Diego Muñoz Torrero (1761-1829) y otros muchos estaban convencidos de la importancia de la educación por supuesto. La opinión pública es un concepto que se desarrolla a lo largo del siglo XVIII y XIX y tiene que ver con el desarrollo de los primeros medios de comunicación. Pero para que los medios de comunicación puedan crear, generar opinión pública, es necesario alfabetizar a la sociedad. Es lo que se hizo en aquel tiempo. Cuanto más se instruye una sociedad es más libre, más democrática.

–¿Cumple la universidad su rol para reducir las desigualdades?

–La universidad debe contribuir a reducir las desigualdades pero contribuirá más o menos dependiendo de las políticas universitarias, su precio, los sistemas de acceso y el equilibrio entre la oferta pública y privada y la regulación gubernamental. En España, la contribución de la universidad a la igualdad, a la equidad social ha sido notabilísimo, y en Iberoamérica se está produciendo un efecto muy semejante, porque cada vez hay cientos de miles de jóvenes en las universidades iberoamericanas.

holazar@abc.com.py

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