Destacamentos “choza” y marinos sin equipos “custodian” frontera en Itapúa

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Itapúa no tiene frontera seca; el río Paraná es la divisoria con la Argentina y la soberanía nacional está en manos de once destacamentos de la Prefectura General Naval de nuestro país. Ninguno de ellos cuenta con embarcaciones adecuadas para custodiar la frontera, solo tienen algunas deslizadoras. La única lancha patrullera no funciona, está anclada en Encarnación. En contraste, el vecino país está bien apertrechado.

NUEVA ALBORADA, Itapúa (José Miguel González, de nuestra redacción general).La diferencia con las naves y destacamentos de la Provincia de Misiones, Argentina, es envidiable. “Somos los que debemos luchar contra bandas de narcotraficantes”, afirmó el cabo primero de la Prefectura Naval Argentina, Francisco Doronika, del Puerto Santa Ana.

En Puerto Samu’û, distrito de Nueva Alborada, el tercer destacamento ubicado río arriba, a 35 kilómetros de la capital departamental, la “avanzada” apenas es una choza, con dos bisoños marineros que tampoco cuentan con los elementos necesarios para custodiar la frontera.

Su accionar se reduce a la atención de unas 70 mujeres paseras, que los martes y jueves llevan mercaderías hasta el puerto ubicado en la otra orilla, el de Santa Ana y que para abordar la lancha deben hacerlo sobre un muelle improvisado y peligroso.

Lo único que indica que se trata de un destacamento militar es la bandera. En todo lo demás se asemeja a un refugio de pescadores sin lo indispensable para cumplir la función de custodio de la Patria. Goteras cuando llueve, sin ventana en los tiempos de frío, con letrina como baño y para completar, el rancho de madera se está cayendo a pedazos por la desidia del máximo jefe militar, Luis Gonzaga Garcete, que se dedican a cambiar alfombrados y hasta tiene un coronel “vip” como secretario (Carlos Duarte) que cobra G. 30 millones al mes.

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Zona caliente

La topografía, intrincada a partir de Samu’û, donde el amplio espejo de agua del lago resultante de la represa Yacyretá deviene en un cauce angosto, de curvas y contracurvas y vuelve al río muy vulnerable al accionar de contrabandistas de cigarrillos y narcotraficantes. Hay zonas en las que el curso de agua tiene apenas 300 metros de extensión.

Los dos marineros de Samu’û poseen una deslizadora con motor de 25 HP y nada más. La situación de los otros destacamentos ubicados aguas arriba no difiere mucho. El control de los aproximadamente 240 kilómetros está a merced de los narcos, que cuando se ven amenazados, simplemente balean el motor de la nave.

El contraste con el lado argentino del Puerto Santa Ana es desmedido. En un edificio moderno, amplio y seguro –incluso con baño para personas con discapacidad física– custodian permanentemente la frontera más de una docena de marineros, con dos lanchas rápidas. Realizan las patrullas entre seis, en una embarcación con dos potentes motores de 140 HP cubiertos, para que los narcos no los inutilicen con disparos.

Puerto Triunfo

El destacamento de madera de este puerto también se cae a pedazos, pese a ser uno de los más importantes de Itapúa, con un tráfico diario de unas 600 personas que utilizan lanchas, además de la balsa y que comunica con la localidad argentina de Puerto Rico.

La tarea prácticamente es exclusiva de las fuerzas de seguridad argentinas.

Cientos de pasos fronterizos, entre naturales y clandestinos, utilizados por narcos, convierten a la zona en la puerta de ingreso de la marihuana paraguaya al vecino país. “Por la noche, por ejemplo, hacemos varias patrullas por el Paraná, pero no alcanza porque cruzan la droga por muchos lugares, ya que en esta zona, la distancia entre las costas de ambos países nunca supera los 800 metros”, informó Doronika.

Las características del río juegan a favor de la delincuencia. Según el prefecturiano, el combate contra el contrabando, en la actualidad casi exclusivamente de cigarrillos y el narcotráfico, muchas veces se hace a los tiros. La espesa vegetación juega a favor de los forajidos.