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La plata que alimenta la Cajubi proviene, esencialmente, de las arcas del Estado paraguayo, dueño de la represa hidroeléctrica. Itaipú entrega un 17,32% (aporte por salario total y aportes complementarios) por cada funcionario de la entidad; los afiliados aportan el 6 por ciento de su salario total y los jubilados el 10% sobre sus jubilaciones.
Según estudios financieros, en unos 5 años más se jubilará el 50% de los actuales funcionarios de Itaipú, con lo que la cifra actual de pensionados se duplicará; habrá menos porciones de torta para más convidados. La pérdida de estos 121 millones de dólares (cifra en riesgo de nunca más retornar al país) apeligra la sobrevivencia de Cajubi y el reaseguro que se previó para la vejez de estos paraguayos.
La cifra llevada por el venezolano Marcelo Barone para lo que aparenta una timba financiera, con graves corresponsabilidades de las entonces autoridades de la Caja de Jubilaciones, es parte de un monto descomunal que pertenece a paraguayos y que se repartió a aventureros financieros. En el caso de Barone no ha vuelto un solo centavo desde el 2007; peor aún, en los últimos reportes anuales su esposa, la abogada Elisabel Vázquez Galiño, ha dicho que los fondos de Cajubi se habían reducido a la mitad por culpa de la crisis financiera. Habrá que ver qué clase de crisis financiera contaminaron los fondos: ¿Ferraris? ¿Excentricidades? ¿Extravagancias? ¿Viajes de placer?