El enorme dolor de un padre

Tres hijos y una esposa. Eso es lo que el crimen organizado le ha arrebatado a don Pablo Medina Bernal en menos de quince años.

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A pocos días de cumplirse un año del asesinato del periodista de ABC Color Pablo Medina Velázquez, su padre sigue esperando justicia. Además, pide al fiscal general del Estado que le dé la posibilidad de cruzar algunas palabras con Vilmar “Neneco” Acosta.

“Acá está su amigo Pablo”, dice mientras acomoda la bandera del club Guaraní que cubre uno de los féretros ubicados en el interior del panteón de paredes azuladas construido en el acceso mismo del cementerio de Capiibary, un distrito del departamento de San Pedro distante 232 kilómetros de Asunción.

“Y esta es mi señora”, agrega mientras enciende las velas que rodean al otro féretro. “Fueron 55 años de matrimonio en los que estuvimos juntos en las buenas y en las malas”, continúa.

Los últimos 15 años de los 76 que lleva de vida no han sido nada fáciles para don Pablo Medina Bernal. En 2001, su hijo Salvador, director de una pequeña radio comunitaria, era asesinado a menos de un kilómetro de su casa en la compañía 1º de Marzo de Capiibary por traficantes de rollos molestos por las denuncias que realizaba. Un año después, otro de sus hijos, Digno Salomón, caía bajo las balas de narcotraficantes.

Es por eso que varias veces le insistió a su otro hijo, el periodista Pablo, que desistiera de esa profesión. “Muchas veces le dije que renunciara”, recuerda en conversación con ABC Color en su casa de Capiibary.

La última vez en la que conversaron sobre la cuestión fue durante un almuerzo por el Día del Periodista, en abril del año pasado. Mientras se encontraban comiendo, Pablo recibió una llamada en la que le preguntaban dónde estaba y le contaban sobre el asesinato de un periodista en Pedro Juan Caballero.

“Es muy feo esto, Pablo”, le dijo su papá. “Por favor, cuidate y renunciá”, le rogó.

“No, papá, no voy a renunciar. Me voy a quedar ahí y si me van a matar, me van a matar”, le respondió el periodista.

“Era peligroso y ya le habían marcado. Él se enfrentaba contra grandes, estos traficantes de marihuana son pesados. Él no agarraba la plata de ellos, le llegaron a querellar, aun así no podían con él. La única salida que les quedó fue la que tomó ‘Neneco’”, afirma.

Don Pablo recuerda que Acosta Marques ordenó el asesinato de su hijo, no sin antes amenazar de muerte a los sicarios a los que encargó el crimen en caso de que se negaran a cumplir.

Días antes de nuestro encuentro, tuvo la posibilidad de asistir a una audiencia con el fiscal general del Estado, Javier Díaz Verón, al que le pidió que le otorgara la posibilidad de conversar algunas palabras con el exintendente de Ypejhú cuando éste sea extraditado de Brasil, donde fue detenido en marzo pasado.

“Le quiero preguntar a Neneco por qué a mi hijo tan bueno le quitó la vida y ahora dice tener miedo. Ahora dice tener temor por su vida, pero no tenía temor para quitarles la vida a otros. Eso nomás quiero preguntarle: ¿Por qué? Y si va a asumir la responsabilidad de sus hechos”, asevera.

Dijo que escuchó que pedían una pena de 30 años para “Neneco”, pero que él pide al menos 40 para el exjefe comunal ya que es señalado como el autor intelectual del doble crimen en el que el 16 de octubre de 2014 murieron su hijo y la joven Antonia Almada.

Agregó que Acosta Marques es vinculado con una larga lista de crímenes en la zona baja del Dpto. de Canindeyú. “Así se publica en los diarios, por eso es que yo afirmo esto”, señala.

Además, reconoce que la presencia de los traficantes en Canindeyú es muy fuerte y también en la zona de Capiibary, esto favorecido por la mala situación por la que atraviesan los campesinos de la zona. “Hay muchos mafiosos porque hay mucha gente que se beneficia del cultivo de marihuana”, señala. “Justicia. Eso es lo que les pido a las autoridades: un poco de justicia”, finaliza.

juan.lezcano@abc.com.py

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