“El tigracho va a hacerse cargo de todo”

Testimonios y detalles poco conocidos de cómo fue la última reunión del Comando en Jefe cuando cayó Alfredo Stroessner fueron recogidos por el Cnel. (R) Ramón Esquivel (75), entonces al servicio del Comando Logístico al mando del Cnel. César Machuca Vargas, quien cayó en desgracia al producirse el golpe. Esquivel se puso a disposición del Gral. Eumelio Bernal, Carlos VI, y recibió orden de ocupar todo el sur de la Capital.

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Cuando un vecino alertó al Cnel. Esquivel de que “el Gral. Andrés Rodríguez se levantó en contra de los militantes”, de inmediato –como lo manda el reglamento– fue a ponerse a disposición de la unidad más cercana, y en este caso el suyo mismo, el Comando de Comunicaciones.

Junto con el Cnel. José Tomás Centurión se presentó a las órdenes de Carlos VI el Gral. Eumelio Bernal, quien luego más adelante lo llevaría como director de comunicaciones y finalmente fue a Brasilia como Agregado Militar. Hoy escribe sus memorias con los testimonios recogidos de los protagonistas de la última reunión del Comando en Jefe de Alfredo Stroessner.

Esquivel era de la misma remesa del entonces Cnel. Lino Oviedo, y había escuchado ya todo tipo de versiones como la de que Gustavo Stroessner iba a ser el presidente de la República, que toda su remesa pasaría a retiro y que “el tigracho (Así decían a Rodríguez) se va a hacer cargo de esta situación”.

Asegura que él ha sido cronista presencial en cuanto a las órdenes que recibió de que el Comando de Comunicaciones ocupara todas las radios –inclusive ABC, que estaba clausurado–, Corposana, ANDE y toda la zona sur de la Capital. Cada tropa se componía de diez soldados a cargo de un oficial.

Pero de todo lo ocurrido en el Comando en Jefe ha recogido testimonios de los protagonistas que ahora está plasmando en sus memorias con el título de “Trajinando por el Valle”.

A continuación, el relato que compartió con ABC Color el Cnel. Esquivel con base en la versión oral recogida de los protagonistas, cuya lista va en el suelto de la derecha:

Eran aproximadamente las 18:30 horas, curiosamente aquel día el Jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Gral. Div. Alejandro Fretes Dávalos, ordenó al Sgto. Aut. Julio Flor Venegas que lo condujera de nuevo al asiento de su despacho en el edificio del Estado Mayor en Eligio Ayala y Vice Pte. Sánchez. A la altura del Hospital Bautista, ambos quedaron sorprendidos por un nutrido fuego de ametralladoras y fusilería, en dirección a la residencia de Ñata Legal, amante del Gral. Stroessner. “¡Pare!”, ordenó el jefe y el conductor subió a la banquina y apagó el motor. El jefe exhaló un profundo suspiro y dijo: “mi hijo, yo ya nada tengo que perder en la vida, entrégueme el volante y vaya a proteger su familia, Ud. es aún muy joven”. La respuesta del Sgto. Flor no se hizo esperar, aquel joven de aspecto aniñado y muy afable en su trato sorpresivamente tomó postura de un rudo soldado, clavando sus grises pupilas a los ojos del jefe y dijo:”‘Mi General, yo no lo voy a abandonar y si es grave lo que está aconteciendo, Ud. no morirá solo”. A la contundencia de la respuesta, el jefe guardó un respetuoso silencio. Entonces reanudaron la marcha. El tráfico peatonal como vehicular se tornaba muy apresurado, bastante anárquico, por lo que los viajeros tardaron mucho más de lo acostumbrado para llegar a destino, el Estado Mayor.

Fretes Dávalos ordenó al Sgto. Flor a que frenara frente a la oficina de guardia del Regimiento Escolta Presidencial. Algo consultó el General en voz baja a un personal de guardia y este contestó que no tenía novedades de importancia en el servicio. Parece que fue con relación al mencionado tiroteo. Continuaron cincuenta metros más, entraron al despacho del Jefe encontrando en el lugar al ayudante de la Jefatura Cnel. Luis Catalino González Rojas, quien también nada sabía del motivo de los disparos.

En la Caballería, Rodríguez

Al mismo tiempo sucedía otro acontecimiento en el asiento del Regimiento de Caballería RC “Cnel. Mongelós”, al mando del Cnel. Lino César Oviedo, adonde raudamente había entrado el Comandante del I Cuerpo de Ejército, Gral. de División Andrés Rodríguez, en un lujoso automóvil, en uniforme tipo camuflado de Campaña, visiblemente alterado.

Al ver (Rodríguez) al Comandante de la unidad quien pacientemente estaba ultimando los detalles de la operación prevista para las 03:00 de la madrugada, casi a gritos dijo: “Cnel. Oviedo, vaya y salve el honor de la Caballería, la operación a cargo del Cnel. Díaz Delmás fracasó, y ya tenemos una baja”. Agregó: “Ja fracasá Oviedo”, a lo que él respondió: “máva he’i ndéve la ja fracasaha?; todavía no hemos salido mi General”.

A partir de ese momento mantuvieron unos 10 minutos de conversación, era evidente que en un punto coincidieron totalmente ambos militares; no debían dar tregua a que las fuerzas leales al Presidente de la República (Stroessner) tengan tiempo de tomar contramedidas a la operación concebida para la madrugada.

El Cnel. Oviedo llamó al Cap. Arturo Solalinde y a otros, pero fue este quien recordaría con el tiempo: “Lino creo que nos dio como 50 instrucciones de las que yo solo recuerdo muy bien una porque al término de sus directivas abordó su vehículo y dijo: ‘¡síganme!’. Y ya nos encontramos encolumnados con nuestros vehículos mecanizados y blindados en marcha hacia nuestro objetivo: LA CAPTURA DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, Gral. Alfredo Stroessner”.

“Cuando ya ocupado el sector de combate, no tardarían en hacerlo también apresuradamente las otras fuerzas amigas revolucionarias. Procedimos a cercar el Regimiento de Escolta Presidencial y el Estado Mayor General, abrimos fuego con nuestras armas. Los cañones, de cada seis disparos, cinco debían ser de fogueo, y los del Escolta también, pero no muy violento como el nuestro”, había relatado Solalinde.

Stroessner en el Comando

Volviendo al despacho del Jefe de Estado Mayor, en el lugar ya había llegado también el Presidente de la República, Alfredo Stroessner, acompañado de sus hijos el Cnel. Gustavo Stroessner, Gracielita y “Pachy” Heikel (esposa de Gustavo). El Comandante en Jefe tomó asiento en la cabecera de la mesa de reunión, a su rededor el Gral. Alejandro Fretes Dávalos, Bernardino Peralta Báez, Alberto Johanssen, Germán Martínez, Benito Guanes, César Machuca Vargas, Ismael Otazú, Cnel. Carlos Egisto Maggi, Jefe de Operaciones (G3), en la puerta principal el mencionado Cnel. Luis Catalino González Rojas, Onésimo Barrios, Benito Pereira y los oficiales escoltas Cnel. Ramón Martínez Fernández, el Tte. Catebeke y el Secretario de Información y Cultura de la Presidencia de la República, Juan José Benítez Rickmann, quien había llegado al lugar a las 20:30 (del 2 de febrero de 1989) con el propio Don Alfredo, y según propia declaración del Escribano se retiró a las 23:30.

Para mi curiosidad, comentó que aquella noche él estaba vestido de sport y el mandatario en traje de color azul y camisa blanca sin corbata.

(Continuará)

pgomez@abc.com.py

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