“Es impresionante” la devoción a Chiquitunga

Le atribuyen muchas curaciones inexplicables. La gente que le reza crece en forma exponencial. La beatificación de Chiquitunga, reconocida por su entrega a los necesitados, fue celebrada por miles de católicos ayer. En esta entrevista, el sacerdote carmelita italiano Romano Gambalunga, el postulador principal de la causa, admite que la devoción a la monja es “impresionante”, pocas veces vista en sus recorridos por el mundo.

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–Fue sorprendente la cantidad de gente que fue a la beatificación de Chiquitunga...

–Un movimiento de esta envergadura es muy raro, es muy especial. Hasta a mí me impresiona. Es impresionante. El hecho de que la Catedral y su explanada no es suficiente y que se necesita todo un estadio para albergar a los feligreses y que se necesita de otro estadio para poner una pantalla gigante, es un fenómeno muy especial, es algo muy raro que no sucede en cualquier parte. Lo claro es que después de esto nace otra cosa, entonces eso se multiplica. Por experiencia sé que cuando hay una beatificación tan impresionante así, muchas gracias y hasta milagros acaecen, o en el día de la beatificación o los días siguientes, porque la gente se anima a preguntar, a pedir...

–¿Hay otros testimonios de milagros? 

–De gracias recibidas hay muchas pero de milagros solo se puede hablar después que la Iglesia diga que es milagro. Hablamos de curaciones inexplicables, hablamos popularmente de milagros, pero en realidad son curaciones particulares inexplicables. Hay algún hecho más importante que de vez en cuando sucede, del por qué rezan a Chiquitunga pero hasta ahora, que yo sepa, y algo tan grande y llamativo como este no tuvimos en mucho tiempo (en la Iglesia).

–¿Cuál es su especialidad? 

–Yo trabajo por mi orden (Carmelitas) y colaboro con la Congregación para las Causas de los Santos (en el Vaticano). Mi cargo era hasta hace tres años de profesor de teología y postulador. Creciendo el trabajo de postulador he terminado como profesor. El postulador es el que sigue personalmente los pasos de cada una de las causas en Roma. Yo enseñaba en la Facultad de Teología, en la Facultad Pontificia Teresiana en Roma. Recorro los países para investigar las causas de beatificación, de canonización. Llevo las causas de nuestra orden (carmelita). Entre beatos, venerables, siervos y siervas de Dios tenemos más de 100, pero causas que se mueven con dinamismo unos 20.

–¿Hace cuánto que está con el caso Chiquitunga? 

–El de Chiquitunga comencé a trabajar hace cinco años más o menos. El contexto de esta causa es bien facilitada por la gran devoción que tiene. Mucha gente quiere a esta mujer. Entonces eso ayuda porque abre las puertas. Pero el trabajo mío es bien concreto. El caso era comprobar si la curación de ese niño efectivamente era algo inexplicable desde el punto de vista médico. Ciertamente la documentación médica era escasa porque acaeció en un lugar pobre de Paraguay. Los médicos de Roma interpusieron cuestiones. Tuve que trabajar bastante. Vine a hacer investigaciones, a interrogar enfermeras y médicos para tener más detalles.

–¿Cuál fue el milagro que reconoce la Iglesia? 

–La beatificación se produce por el caso del niño de San Pedro de Ycuamandyyú que nació prácticamente muerto. No tenía respiración. Le intentaron reanimar. Nació después de nueve, casi 10 meses. Salió del cuerpo de su madre casi en estado cadavérico: negro, verde. Intentaron reanimarlo. El equipo de oxígeno explotó. Fueron a buscar otro, pasaron más de 20 minutos. Intentaron reanimarlo de manera natural y sintieron que había un leve latido en el cordón umbilical. El pediatra, que ya estaba atendiendo a otra embarazada, fue llamado otra vez. Hizo los procedimientos que tenía que hacer. La criatura estuvo dos o tres días en terapia intensiva. Salió bien. Lo trasladaron a Asunción...

–¿Cuál fue el milagro desde el punto de vista médico? 

–Lo notable es que no tuvo secuelas, algo imposible después del cuadro que tuvo. La obstetra vio esa escena. El niño era hijo de padres muy pobres, sordomudos los dos. Ella se encomendó a Chiquitunga y pidió que viviera para que los padres no sufrieran un dolor más. Pidió, rezó para que el niño viva. Los teólogos dijeron que era imposible que no tuviera secuelas y el milagro se produjo porque la obstetra le pidió a Dios con la intercesión de Chiquitunga.

–¿Ella la conocía?

–Ella no la conoció personalmente. Tenía una estampa de ella y le rezaba siempre. Era devota de Chiquitunga.

Eso pasó en el 2002. Este 15 de agosto el niño cumplirá 16 años.

–¿Qué encendió la fe en Chiquitunga?

–Ella fue miembro de la Acción Católica a los 16 años. Entró al monasterio a los 30 y murió a los 34. 

–Muy joven...

–Sí, pero hizo un apostolado impresionante hasta los 30 años a todos los niveles: de formación, de caridad, de misericordia. Tenía una generosidad, una entrega de sí. “Todo te ofrezco, Señor”, decía. “Ese amor que recibo me da tanta fuerza que quiero llevarlo a todos”. Ancianos, enfermos, necesitados en general le querían mucho. Tenía esa fama de mujer generosa, disponible, entregada. Todo lo hacía con una sonrisa que perdura en sus retratos. Eso siguió después de su muerte en 1959 de una infección en el hígado. La fe del pueblo, el Espíritu Santo que actúa en el corazón de los fieles, hizo sentir que esta mujer estaba cerca de Dios y que podía ser una intercesora. La gente comenzó a rezarla, a pedir gracias y favores. Es lo que llamamos la fama de santidad. Eso creció hasta que se dio cuenta el arzobispo (Felipe Santiago) Benítez (ya fallecido), quien la ha conocido en el colegio cuando ella enseñaba. Quería mucho a los niños y los niños a ella. Con Benítez se abrió la causa. La Iglesia reconoció lo que estaba aconteciendo desde hacía muchos años.

–Donde hacía su obra...

–Primero en Villarrica. Hasta los 25 años estuvo en Villarrica donde recibió su formación. Ella también formó en el barrio Obrero, en los hospitales. Visitaba ancianas...

–Su padre fue exiliado...

–Su padre y un hermano también. Ella se llamaba María Felicia Guggiari Echeverría. Era la mayor de siete hijos. Cuando su padre y su hermano fueron al exilio, ella llevó adelante a la familia. Abandonó sus estudios para trabajar y ayudar a su familia.

–Como religiosa...

– No. Todo lo hizo como laica. Ella empezó sus ejercicios espirituales en 1954. En 1955 ingresó al Monasterio de las Carmelitas Descalzas de Asunción donde vistió el hábito de religiosa con el nombre de María Felicia de Jesús Sacramentado. Como le dije, hizo su apostolado como laica. Por eso los obispos quieren pedir a la Santa Sede para que sea Patrona de los jóvenes, como modelo, como ejemplo, como inspiración y ayuda.

–Y esa devoción cómo empezó...

–Cuando hay una persona buena y hace muchas cosas por la gente sin pedir nada a cambio, la gente comenta y transmite de boca en boca. Ella tenía esa fama y cuando murió todo el mundo ya decía: “Ha muerto una santa”. Percibían que su manera de ser y de actuar venía del Espíritu de Dios, de la vida de Jesús. Ella decía: “Quiero llenarme de la vida de Jesús para llevar a todos un rayito de su luz”. En Paraguay, la gente es muy religiosa. Reconoció enseguida en Chiquitunga a una cercana de Dios, amiga de Jesús y por eso amiga de todos, en una sociedad donde tenemos dificultades para acercarnos al pobre, al enfermo, al encarcelado, al necesitado. No era como el resto.

–¿Por qué no tiene la misma devoción San Roque González?

–Es verdad. No es la misma conexión entre San Roque y el pueblo y Chiquitunga y el pueblo...

–Con Chiquitunga hay más veneración...

–Mucho más. Es algo nacional. Por eso es que me impresiona. San Roque González es un mártir del siglo XVII, importante en la historia de la Iglesia, pero no tiene mucha conexión con la gente del Paraguay de hoy. Chiquitunga, sin embargo, vivió como todos los jóvenes de hoy, con una vida afectiva, sus estudios, trabajo, familia pero tenía un corazón tan grande que la gente ya la reconocía en vida.

–La gente se encomienda para qué a Chiquitunga. ¿Para qué la buscan? 

–La buscan para las cosas más diferentes, una madre que pide por el éxito de un examen de su hijo hasta otra que pide por su hija con problemas de embarazo y se encomienda a Chiquitunga. El milagro que hizo para su beatificación fue precisamente con un recién nacido. Muchas embarazadas le rezan para que sus hijos nazcan con buena salud. Los ancianos para superar su soledad le piden ánimo, coraje, confianza y fuerza, y así. 

(Continuará...)

holazar@abc.com.py

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