–“Florecer lejos de casa”: ¿Qué se busca resaltar de la vida de los migrantes venezolanos?
–Se trata de una compilación de trabajos de 14 periodistas y escritores que también viven fuera de Venezuela. Lo hicimos con ayuda de la (Fundación) Konrad Adenauer y ahora lo estamos presentando en varias capitales del continente. Retrata la realidad que viven mis compatriotas fuera de casa. Yo, por ejemplo, vivo en Uruguay...
–¿Desde cuándo?
–En 2015, cuando empezó realmente el éxodo masivo. La etapa más crítica es la que estamos viviendo ahora. El éxodo masivo se va incrementando exponencialmente a medida que pasa el tiempo. Y bueno, justamente lo que buscamos desde el libro es explicar un poco cómo ha sido ese proceso de adaptación de los venezolanos en sus nuevos países...
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–Cada uno debe tener una historia...
–En mi caso, cuando llegué a Uruguay en 2015 había 1.800 venezolanos. Hoy estamos más de 13.000, esto en apenas tres años. Yo me casé, hice familia. Tengo una hija. Una hermana vive conmigo y bueno, el resto de mi familia está desperdigado por el mundo pero el núcleo fuerte, mi madre, mi padre, mis amigos cercanos están todavía en Venezuela, soportando...
–¿Por qué se van? No debe ser fácil eso de “volver a empezar” como dice la canción...
–Para hacerlo bastante breve: el salario mínimo hoy en Venezuela está entre tres y cuatro dólares. Es el signo principal de la gran destrucción de la economía. La población no puede acceder a las cosas más básicas para la subsistencia: alimentos, medicamentos, repuestos de vehículos, cosas esenciales que hacen que la economía funcione. Hay una desnutrición infantil certificada por las Naciones Unidas mayor al 30%. Más de siete millones de venezolanos comen apenas una vez al día, otros 11 millones comen dos veces al día. Eso ha creado obviamente un nivel de inestabilidad social y de conflictividad enorme. A eso se agrega la falta de transporte, cortes de energía. El desabastecimiento es generalizado. La sociedad empobrecida es azotada por el drama de la inseguridad y la escasez. Esos estadios que se construyeron para la Copa América (2007) se caen a pedazos por falta de mantenimiento. La gente huye en busca de oportunidades en otro país...
–¿Cuántos se fueron?
–Como cuatro millones. En Perú hay más de 440.000 venezolanos, en Colombia más de un 1.100.000; en Ecuador hay más de 350.000 que llegaron en menos de dos años. En Chile hay 350.000, en Argentina más de 200.000, y bueno, así sucesivamente.
–Con Brasil hay hasta enfrentamientos.
–Los campamentos de refugiados que hay en Brasil no tienen nada que envidiar a los campamentos de refugiados que hay en Europa. Es exactamente lo mismo. Son carpas con cientos de personas asistidas por las Naciones Unidas en coordinación con el Gobierno del Estado de Roraima y el Ejército brasileño. La situación ha desbordado las ciudades.
–¿Qué soluciones encuentran ustedes que viven afuera? Almagro, el secretario de la OEA dice que, bueno: “hay que intervenir Venezuela...”
–Quisiéramos tener alguna respuesta con respecto al tema de las soluciones pero no está en nuestras manos. Además de la cooperación internacional que es bastante activa, pienso que la solución pasa también por un gran acuerdo nacional.
–Pero la oposición está bastante debilitada...
–Ha disminuido su actividad ciertamente. Hay mucha censura, violaciones a los derechos humanos. A un diputado que apresaron, Juan Requesens, lo torturaron en prisión. Se publicaron vídeos muy conmovedores de sus tormentos. A los opositores les sacan los pasaportes. No cobran sus salarios desde hace dos años. Hay un montón de componentes que han debilitado a la oposición.
–¿Qué pueden hacer de positivo los países de la región? Pronunciamientos hay cada semana... –Hubo recientemente una resolución muy contundente, la de Quito. Permite a los venezolanos circular con pasaporte vencido por los países de la región. Uno de los elementos más dramáticos de la crisis venezolana es que la gente no puede renovar sus documentos de identidad.
–¿Y esa oferta de financiar el retorno de los que se fueron?
–No funciona...
–¿Por qué?
–Se vio en Perú la semana pasada. Hubo toda una movida para que la gente retornara y apenas 40 tomaron el avión. El plan se sepultó ahí mismo...
–¿No quieren volver?
–No tiene sentido. Estamos hablando de gente que hizo un gran sacrificio para irse: vendió su casa, sus cosas... El retorno no va a suceder muy pronto. Lo que pasó en Lima es sumamente ilustrativo.
–¿Y si ofrecen trabajo?
–Ningún trabajo puede compensar el caos económico que hay. Si el salario mínimo ronda los cuatro dólares. ¿Cuántos salarios mínimos tiene que ganar para igualar el salario mínimo de Paraguay, por ejemplo, que es de 350 dólares? Casi 100. Nadie gana 100 salarios mínimos en Venezuela...
–¿Quiénes son los que migran? ¿Migra el vecino, migran los parientes?
–Primero emigraban solo los profesionales y la gente de clase media que podía hacerlo. Después se agregó toda la juventud universitaria. Esta, aun cuando no tenía los recursos económicos encontraba oportunidades en otros países. Hoy la migración es totalmente generalizada.
–Qué increíble...
–En el libro que lanzamos tenemos escritores, periodistas, premios de literatura, premios nacionales de periodismo, gente con muchos libros publicados. Todos están hoy viviendo fuera de Venezuela...
–¿Se espera la intervención de la providencia o del Tío Sam para que se vaya Maduro?
-Capaz la receta tiene que ser “hacer esto”. Tan difícil es que instituciones continentales como la OEA no ha encontrado formas para generar un diálogo. El Gobierno de Venezuela no quiere. En toda la etapa chavista no ha habido un solo antecedente de un diálogo que funcionase. Pareciera más bien que la situación se va a profundizar.
–¿Qué piensan los migrantes...?
–La gente espera que haya un cambio. Lo que pasa es que la situación es sumamente complicada. Yo milité muchos años en un partido, hice movilización de calle, fui dirigente universitario y protesté hasta que me agoté ahí dentro, hasta que salí. Y mucha gente tiene una historia así. Lo que pasa es que hay muchísima represión, mucho más de lo que pueden transmitir los medios de comunicación por la censura que hay. No pueden reseñar lo que dicen las fuentes...
(holazar@abc.com.py)
