Estigarribia: el mejor paraguayo en la guerra y en la paz

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El coronel retirado de Ingeniería Pedro Antonio Acuña Soley, historiador militar, exdirector de la Casa de la Cultura y expresidente de la Academia de Historia Militar, hace memoria del legado del Mariscal José Félix Estigarribia al cumplirse el 76° aniversario de su muerte. En esta entrevista sostiene que fue el mejor hombre que tuvo el Paraguay en la guerra y en la paz.

–Se conmemoró esta semana (el 7 de setiembre) el (76°) aniversario de la muerte del mariscal Estigarribia. En las redes se comentó bastante.

–Sí, fue el 7 de setiembre de 1940. Murió en Aguai’y, compañía de Altos.

–Habrá sido un golpe muy duro cuando ocurrió.

–Su muerte fue una de las mayores desgracias de nuestra historia. Estigarribia fue el mejor indudablemente en la guerra y también en la paz. Es el héroe que cumplió con su juramento de “vencer o morir” por la Patria, igual que (Francisco Solano) López. A los héroes no se los proclama, se les siente en el corazón y ellos están en el corazón de todos los paraguayos. No hace falta demostrar su coraje y su inteligencia al servicio de la nación. Yo mismo hice construir un monumento ahí donde cayó el avión cuando me desempeñaba como director de Cultura hace 20 años. Mandé construir monolitos en otros escenarios de la guerra. No sé cómo estarán ahora porque eso necesita conservarse.

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–Se habló de sabotaje, descuido, capricho y otras cosas.

–Nada de eso. La caída fue a consecuencia de la rotura y desprendimiento del cigüeñal. La hélice destruyó parte del ala superior derecha del avión, un Potez 25 francés, pilotado por Carmelo Peralta, también héroe de la guerra. Él no quiso esperar el avión presidencial, un Breda 44, que estaba haciendo un servicio hacia Concepción. El avión francés venía del Chaco con el motor cansado. Él tenía que estar en una inauguración en San Bernardino. Cuando sobrevolaba el lago para aterrizar se produjo el accidente.

–Los jóvenes de hoy conocen cada vez menos de historia, se conoce poco de Estigarribia.

–Él fue hijo de Mateo Estigarribia y doña Casilda Insaurralde. Nació en la compañía Loma, cerca de Caraguatay. Estudió allí inicialmente y luego vino a la Escuela de Agronomía que estaba a cargo de Moisés S. Bertoni. Se hizo muy pronto jefe del curso de Agronomía, allá por 1910. Enseguida se notó sus aptitudes de liderazgo y responsabilidad.

–¿Iba a ser agrónomo?

–Sí. El presidente de la República de entonces, (Manuel) Gondra, fue el que le dijo que siguiera la carrera militar. Lo conoció a través de Bertoni. Fue a Chile para hacer la carrera de oficial. Egresó como teniente destacándose entre los primeros. Volvió a Asunción y lo mandaron al Regimiento de Infantería Nº 4 Curupayty con asiento en lo que son hoy los hangares de la aviación.

–En Campo Grande.

–Sí. Más tarde fue enviado a la Escuela Militar como director porque vieron que tenía condiciones. De ahí se fue dos años a la escuela francesa de Saint Sire, en París. Ahí hizo la escuela de comando y estado mayor.

–¿Ya estaba señalado para ser el líder del Ejército?

–En la Revolución del (19)22 y 23, Estigarribia fue el que salvó prácticamente al Gobierno legalmente constituido. Eso lo cuenta Eusebio Ayala en su libro de memorias. La Guerra del Chaco se venía encima y él siempre fue previsor. Sabía que tenía que adelantarse a los planes del enemigo. Estuvo primero en Puerto Casado pero no se quedó ahí. Mudó su puesto de comando a Casanillo, aproximadamente a 50 km en la vía férrea. De ahí salieron los comandos para las primeras batallas hacia el norte cuando el Paraguay todavía no le declaraba la guerra a Bolivia y finalmente en Isla Po’i (al final de la vía).

–¿Cuándo se declaró?

–El 10 de mayo de 1933, cuando íbamos reculando hacia Gondra, el Congreso declaró la guerra. Estigarribia tenía la convicción de que el Paraguay en el Chaco se jugaba su destino. Por eso le llamaba la “Guerra por el Chaco”. Bolivia se jugaba solamente una posibilidad.

–No pensaron en esa reacción abrumadora.

–Se consideraron muy superiores. No tenían esa convicción como la de nuestros combatientes. El paraguayo defendía su terruño, su Patria, su familia, su honor. Estigarribia se encargó de levantar la moral del Ejército, muy inferior en número al de los bolivianos. Le puso nombre patriótico a cada uno de los regimientos: el RI 1 “Dos de Mayo”, el RI 2 “Ytororó”, RI 3 “Corrales”, RI 4 “Curupayty”, RI 6 “Boquerón del Sauce”, RI 7 “24 de Mayo”, RI 8 “Piribebuy” y así hasta 20 regimientos de infantería y 10 de Caballería. En los nombres le ayudó Emiliano R. Fernández que era teniente primero en el Regimiento 13 “Tuyutí”. Mi padre estuvo ahí.

–El fervor patriótico se encendió de repente con el último juego de la selección. Se escuchó sin parar el “13 Tuyutí”.

–Tuyutí es el nombre del regimiento número 13, homenaje a la gran Batalla de Tuyutí en la Guerra del 70.

–La gente se enfervoriza como si fuera un himno. Traducido es una canción muy sangrienta, belicosa.

–Mi padre fue del 13 Tuyutí y conozco bien la historia. Hubo dos batallas muy sangrientas en Nanawa, del 20 al 26 de enero y del 4 al 7 de julio de 1933. Fueron claves para ganar la guerra. La Quinta División al mando del coronel Luis Irrazábal estaba compuesta por los regimientos RI 13 “Tuyutí”, RI 7 “24 de Mayo”, RC 4 “Acá Carayá”, RC 5 “Acá Verá”, entre otros. En la saliente del ala derecha e izquierda de Nanawa, desde Punta Mojoli hasta donde fueron descabezados los bolivianos en aquel pajonal (el regimiento boliviano 41 Colorado), ahí estaba Emiliano R. Fernández. Era teniente primero. Allí mismo compuso “13 Tuyutí” para inmortalizar la victoria.

–Hasta se declaró feriado este año el 4 de julio.

–Estigarribia también tuvo la suerte de contar con hombres bien valientes y sobre todo eficientes como el comandante Irrazábal y el coronel Francisco Brizuela. En Punta Mojoli, donde los bolivianos lanzaron más de 800 granadas de obus 104, murieron muy pocos paraguayos, unos 90 contra 2.000 bajas de ellos, porque se les enseñó a mimetizarse, gracias al sistema de trincheras quebradas. No eran en línea. Las granadas caían pero no le afectaba al que estaba posicionado a 30 metros.

–¿Cómo era Estigarribia?

–Muy inteligente, muy sereno, tranquilo. Aplicó bastante el factor sorpresa. Movilizó toda la cantidad posible de soldados para atacar Boquerón. “El que pega el primer zarpazo gana, y el que tome los nudos de caminos y los pozos y lagunas de agua para abastecerse sobrevive”, era su consigna. Su sola presencia elevaba la moral de los soldados. Había un soldado en Boquerón con las dos piernas destrozadas al que visitó cuando agonizaba. “¿Mba’éicha reñeñandu che ra’y?” (“Cómo se siente soldado?”, le preguntó. Sorprendido por su presencia, el otro, en forma instintiva, trató de incorporarse para ponerse firme y le contestó: “No me duele mi comandante”, y después murió. “Las heridas por el servicio a la Patria no duelen”, solía decir Estigarribia.

–¿Él ya era del Partido Liberal en la guerra?

–No. Nunca fue político. Era un militar de carrera muy nacionalista, institucionalista.

–Pero fue presidente en nombre del Partido Liberal.

–Sí, en enero de 1940. Después de la guerra, el coronel (Rafael) Franco tomó el poder por un golpe de Estado. Duró 10 meses. Lo sustituyó Félix Paiva y este, ya muy viejito para gobernar, designa a Estigarribia.

–Franco lo hizo detener en el 36. También estuvo preso el Presidente de la Victoria, Eusebio Ayala.

–Hay que entender que Franco se propuso conquistar el poder y, por supuesto, Estigarribia era el más influyente de la época. Hay que reconocer que Franco era muy querido también. Fue el que se lució en Gondra con una victoria. Por poco no agarró al general (Enrique) Peñaranda (el comandante boliviano), aquel que reemplazó al general Hans Kundt. Se escapó por una picada.

–¿Cómo se figura que hubiera sido el Paraguay con Estigarribia como presidente?

–Yo pienso que iba a estar en paz. El país no estaba convulsionado ni mucho menos cuando murió. Hay controversias sobre el autoritarismo de la Constitución del 40, pero hay que situarse en la época. Además, había una multitud de exsoldados que querían seguir guerreando. A raíz de eso viene la Revolución del 47. Fue una desgracia su muerte. Fue un hombre providencial para la guerra y un lujo como Presidente en la paz. Puede ser considerado hoy como uno de los principales protagonistas de la historia mundial.

–¿Qué hubiera pensado Estigarribia de las Fuerzas Armadas de hoy?

–Se hubiera caído de espaldas al ver que están constituidas por oficiales sin soldados.

–Y abrumado por hechos de corrupción.

–¿Por qué permitieron que se aboliera el servicio militar obligatorio? es la pregunta que yo me haría. ¿Por qué no se obliga a los jóvenes a volver al servicio militar obligatorio? Ellos tienen que aprender educación física, a superar sus marcas, tienen que aprender lo que es el respeto, la disciplina, ser responsables, experimentar el autocontrol en los momentos extremos. Tienen que aprender a barrer, a limpiar el patio, repasar, cocinar, a lavar los cubiertos, manejar y limpiar sus armas, y a rendir honores todos los días a los héroes de la Patria, porque es como rendir honores todos los días a sus padres, los abuelos, finalmente a nuestros antepasados. Eso se olvidó.

–No quieren cantar ni el Himno.

–¿Cuantos jóvenes que hoy navegan en la delincuencia, la drogadicción y la holgazanería no iban a estar sanos ayudando a sus comunidades transmitiendo su experiencia del cuartel? Estigarribia es un ejemplo. Cuando murió nació a la inmortalidad. A pesar de los detractores que aparecieron, más grande fue la cima que escaló, como dijo el escritor venezolano Blanco Fombona.

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