Hay que barrer con la vieja oligarquía de los partidos...

Beto Albuquerque, líder del Partido Socialista de Brasil (PSB) y titular de la Coordinación Socialista Latinoamericana, hace una autocrítica del fracaso de la izquierda que llevó a su país a la peor crisis de su historia. En esta entrevista, en el paréntesis de un congreso en la sede del partido Febrerista, el político advierte que se debe “barrer” con la vieja oligarquía de los partidos para asegurar la estabilidad económica y política.

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–¿Cómo vive la izquierda este tiempo de crisis y de escándalos? 

–Estamos en un mundo de muchos desafíos para la izquierda. Vivimos momentos de profunda reflexión y autocrítica.

–¿Usted fue candidato a vicepresidente de Marina Silva? 

–Exactamente, en 2014, cuando fue reelegida Dilma (Rousseff) de nuevo. Originalmente el candidato a Presidente era Eduardo Campos, que le disputaba centímetro a centímetro a Dilma la Presidencia. Yo era candidato al Senado por Río Grande do Sul. Cuando se produjo la tragedia de la muerte de Eduardo (murió en plena campaña electoral al estrellarse el avión que lo transportaba), fui llamado a ser vice de Marina aquellos 45 días que restaban de campaña. Yo era en ese momento líder del PSB en la Cámara de Diputados. Sacamos 22 millones de votos...

–¿Eduardo Campos pudo ser Presidente de Brasil, si vivía? 

–Sí, tenía muchísimas posibilidades. Le disputaba palmo a palmo la candidatura a Dilma. Si no ocurría ese accidente aéreo, yo creo que Eduardo hubiera ganado las elecciones y le hubiera salvado a Brasil. El era una figura nueva y muy popular en el escenario de la izquierda brasileña. Nosotros no estábamos de acuerdo con la política económica de Dilma que era desastrosa. Nos dimos cuenta de las profundas dificultades que enfrentaba nuestro país. Lo advertimos en la campaña y tal cual, explotó en el escándalo y su destitución.

–Todo era color de rosa para la izquierda en 2014...

–Brasil tenía en ese momento a 12 millones y medio de desempleados. El pecado capital del Partido Trabalhista (PT) fue aliarse con los partidos de derecha, liberales que acabaron engullendo toda la filosofía que el PT predicó en el pasado. Acabó alcanzando al PT, al PMBD, al PSDB también de Aecio Neves. Varios partidos tradicionales quedaron atrapados y hoy Brasil sigue inmerso en una profunda crisis...

–Lula es uno de los principales procesados por corrupción. Hasta a usted lo salpicaron...

–Lula y el PT no han hecho hasta ahora una sola autocrítica de lo que pasó en Brasil, y un partido de izquierda tiene que tener el coraje de hacer autocrítica y reconocer sus errores. No podemos seguir la teoría de que el fin justifica los medios. Eso no es de izquierda. Necesitamos dar el ejemplo para transformar las cosas. En cuanto a mi caso, es cierto, hay una acusación sin fundamento que yo voy a probar ante la justicia. 

–¿De qué lo acusan?

–Me acusan de haber recibido 200.000 reales. Estoy muy feliz que hayan abierto ese proceso porque voy a poder probar lo contrario.

–Así como usted hay decenas de políticos...

–Hay parlamentarios, funcionarios... Lo que pasa es que Brasil está viviendo un período de macartismo (acciones contra personas por sus ideas políticas y sociales, generalmente progresistas), de muchas denuncias y acusaciones sin pruebas...

–¿Con pruebas y sin pruebas? –Hay mucha gente acusada sin pruebas y hay mucha gente acusada con pruebas. Yo estoy lejos de eso.

–¿Y Lula, y Dilma? 

–Dilma en realidad sufrió un Impeachment (juicio político) en el Congreso. No hubo una acusación por deshonestidad.

–Lula sí.

–Lula tiene acusaciones, algunas frágiles, otras bastante fuertes pero la mayor parte apunta a la dirección del PT. Altos dirigentes están complicados, como el ministro de Hacienda (Antonio) Palocci. Está preso (João) Vaccari (extesorero del PT). Otros varios dirigentes nacionales o están acusados o están presos.

–¿Cómo llegaron al colapso?

–Dilma escondió los números.

–Lo mismo que hizo Cristina en Argentina...

–La elección del 2014 fue un estelionato (fraude) electoral. El despilfarro de dinero fue monstruoso en la campaña de Dilma. Hoy se ve de dónde vino ese dinero.

–¿De dónde? 

–De varios fondos públicos. Fue una campaña que gastó 850 millones de reales (más de 250 millones de dólares). Nosotros con Marina Silva gastamos 20 millones (unos 6 millones de dólares). Fue una relación muy desigual. No se discutió en 2014 ni la economía, ni el desempleo ni el desarrollo. Dilma y Michel Temer estaban juntos. La falta de debate en la campaña electoral nos pasó una factura muy pesada a los brasileños. Los problemas económicos son terribles.

–¿El segundo Gobierno de Dilma fue para tapar las corrupciones? –No. Yo creo que Dilma no controló el Gobierno. Ella se rodeó de gente que no tiene nada que ver con la izquierda y le dejó hacer a cada uno lo que quiso. Por supuesto que tiene responsabilidad porque desde el poder se nombra al presidente de Petrobras, a los directores. Si todos ellos estaban complicados en corrupción, bueno, ninguno llegó solo. Fueron todos nombrados por el Gobierno.

–Pero no pueden desconocer que les encandiló el poder...

–Mucha gente de izquierda se deslumbró con el poder, con derecho a un ascenso social. Llegar al poder era una ascensión política, no un ascenso social. El deslumbramiento permitió la permisividad con los intereses liberales. A Lula, el poder le subió a la cabeza y trazó un proyecto de dominación de 30 años...

–Es la característica central de los que toman el poder. Se creen indispensables, los únicos que pueden sacar adelante al país...

–El personalismo, el populismo ha sido nefasto. En todo el mundo la izquierda está en un plan de autocrítica: en España, Francia, Portugal. Vamos a tener que dar pasos parecidos en América Latina. 

–¿Cuánto tiempo van a seguir pagando? 

–La política es como un péndulo. Cuando uno fracasa el otro crece, sube. Hoy la izquierda tiene más fracaso que suceso. Entonces, el pensamiento conservador, el que está más a la derecha, muy liberal, está teniendo un espacio bastante grande, por lo menos en Brasil. Es la consecuencia del desastre que aconteció en el Gobierno de Dilma. El colapso de las finanzas públicas llega rápidamente, es inevitable, cuando se malgasta como se hizo en mi país. El déficit presupuestario va a cerrar el año con 170 billones negativo. Todo es producto del despilfarro, ninguna seriedad. El gobernante tiene que gobernar para toda la sociedad, no para unos cuantos. La ideología de izquierda es para transformar al pueblo en un pueblo libre, un pueblo que no se deje dominar, que no se deje engañar, que toma decisiones por sí mismo. Si no consigue hacer eso no se puede llamar gobierno de izquierda. Nosotros en el PSB podemos decir de frente que advertimos lo que iba a suceder. Fuimos críticos incansables del Gobierno que escondía el porcentaje de desempleo y la depresión que estaba instalada ya en 2014.

–¿Qué se espera en el 2018? 

–Necesitamos un líder que represente el pensamiento de centroizquierda que nosotros abrazamos.

–¿No va más Lula como líder? 

–En Brasil nadie ya se puede considerar referencia en ningún sector político. La elección del año que viene puede dar “zebra”, es decir, puede ser imprevisible. En 1989 pasó lo mismo. Fue la primera elección presidencial después de la dictadura. Tuvimos 22 candidatos. Los grandes partidos perdieron la elección. El que pasó a segunda vuelta fue Collor de Melo por la derecha y Lula por la izquierda. El PT era de reciente creación. Collor tenía un movimiento que ni era partido. Ganó Collor. En el 2018 se producirá un fenómeno parecido. Es un nuevo ciclo político.

–¿Hasta los nombres de los partidos? 

–Hay que cambiar todo si es posible. Es la hora de líderes nuevos que apunten al futuro. La lentitud en la renovación tuvo sus consecuencias en España, Francia. Entonces ganaron los liderazgos sin partido. Ahí tiene el fenómeno (Emmanuel) Macron.

–En Paraguay, algunos partidos apuestan por candidatos jóvenes. ¿Cuál es su opinión? 

–Eso es bueno. Estamos en países donde se vota desde hace 30 años. Somos adolescentes todavía en democracia. Tenemos mucho que aprender todavía. Si en Paraguay quieren encontrar a sus líderes en personas más nuevas es interesante, aunque está el riesgo de encontrarse con gente nueva en edad pero con la cabeza vieja, como el hijo del zorro que es su imagen y semejanza.

–Los dinosaurios...

–Eso es, los dinosaurios. Hay que espantarlos. Tenemos que barrer a los dinosaurios de la política. Hacen mucho daño. Las elecciones son propicias para expulsarlos...

–¿Los viejos o los que viven eternamente del presupuesto? 

–Lógicamente no estamos hablando de una cuestión de edad. (Bernie) Sanders en Estados Unidos por ejemplo es un señor de edad pero con la cabeza joven, un hombre que trajo y conquistó con ideas nuevas. En puridad, no se habla de edad. Para ser más concreto, lo que tenemos que hacer es barrer con la vieja oligarquía política de los partidos. Hay que desalojarlos de una vez por todas. El que cree que haciendo siempre lo mismo va a tener un resultado diferente está equivocado. Va a terminar volviéndose loco.

–¿Usted va a ser el candidato del PSB en el 2018? 

–Ahora estoy en el Senado. Pero soy soldado del PSB, el segundo más antiguo de Brasil que cumplió el 6 de agosto 70 años. Si vamos a tener una voz diferente en las presidenciales, allí me van a encontrar.

–¿Qué se hizo de Marina Silva? 

–Marina salió del PSB. Fundó un nuevo partido.

holazar@abc.com.py

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