Hay que estar alertas sobre quién financia las elecciones

El politólogo colombiano Juan Fernando Londoño, exviceministro del Interior del Gobierno de Juan Manuel Santos, advierte sobre el peligro del financiamiento oscuro de las campañas electorales para favorecer a ciertos candidatos. En esta entrevista durante su estadía en Asunción la semana pasada, invitado por USAID, Londoño insta a organizaciones de la sociedad civil y a los periodistas a reclamar con firmeza la transparencia de las elecciones.

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–El financiamiento subterráneo a los partidos para ganar elecciones es una realidad. El caso Odebrecht sigue derribando presidentes. Ahora cayó el peruano (Pedro Pablo Kuczynski). ¿Cuál es su análisis? 

–Existe un riesgo enorme de infiltración ilegal en la política en casi todos los países de América Latina porque existen economías ilegales al interior de cada sociedad. En la medida que se desarrollen actividades que promueven la transparencia y el control social y se fortalezca la institucionalidad va a ser más fácil controlar esos fenómenos. En Perú, por ejemplo, el tribunal electoral con el apoyo del programa de gobernabilidad regional de USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) está desarrollando un software que va a permitir que se mejore la transparencia del financiamiento político. Los partidos van a tener un buen mecanismo de reporte que van a facilitarle la vida a los partidos y a los ciudadanos que luego quieren saber de dónde provienen los dineros que gastan los partidos.

–Aparentemente no hay mucha seriedad a la hora de requerir a los políticos el origen de sus fondos. ¿Por eso se infiltran fácilmente?

–Lamentablemente lo que sucedió, por ejemplo en el caso de Odebrecht, es que pese a que había prohibición de ingreso de dinero, compañías externas terminaron infiltrándose en las campañas electorales de varios países. El desafío radica en que eso realmente sea controlado, hacer mucho más transparentado el gasto electoral para que la gente sepa de dónde provienen los recursos.

–La percepción es que si se gasta tanto es porque hay algo turbio.

–Nadie gasta tanto dinero si no tiene algún interés. Recuperar la credibilidad de las instituciones y de la política implica garantizar la transparencia del proceso político para que sea legítimo llegar al poder. Eso está ligado a la transparencia del origen de los recursos que usan los políticos en la campaña electoral.

–¿Qué se puede hacer para evitarlo? 

–Como le dije: primero la transparencia. En la medida en que los recursos sean públicos, el dinero va a ser mucho más fácil controlar. El segundo elemento es que haya institucionalidad como garantía de transparencia. Por ejemplo, el Tribunal Electoral de Paraguay exige a los partidos que presenten la información en formatos. En tercer lugar, está el control social real. Periodistas y organizaciones de la sociedad civil deben reclamar que los sistemas de la transparencia y el gasto político funcionen eficazmente.

–El daño que produce es catastrófico como estamos viendo en esos gobiernos que caen. 

–Yo creo que hay muchos retos y desafíos para la democracia, justamente ser conscientes de ellos es el primer paso para enfrentarlos. Lo más grave es cuando no hay conciencia.

–Peor es cuando el Poder Judicial no responde. Es difícil castigar poderosos en países débiles.

–Claro, la institucionalidad es muy débil en los países en desarrollo. Por eso se requiere de la sociedad civil y de los medios de comunicación que asuman un papel más activo. Nada garantiza que esas instituciones funcionen per se (por sí mismo). Cuando hay presión de los ciudadanos y de los medios, es diferente.

–¿La gente cree cada vez menos en la democracia, por eso hay tanto ausentismo en las elecciones? 

–La incredulidad es grande. Es un problema para las democracias. Ha decaído el porcentaje de personas que votan y de los que se afilian a los partidos. En Colombia, en la anterior elección se llegó al 43% y en esta última subió cinco puntos (el 11 de marzo). Se llegó a 48% de los votos. Cuando el voto no es obligatorio es un desafío sacar a la gente.

–Aquí, en las próximas elecciones, a un partido le conviene que vaya la menor cantidad de gente, y al otro, que vaya la mayor cantidad para tener posibilidades.

–Hay personas escépticas estructurales a las que no les importa qué se vota, gente que no cree en la democracia y menos en los políticos y prefiere no ir a votar.

–¿En qué medida influyen las noticias falsas, los “fake news”, los “trolls”, tan de moda y que ya provocan roces diplomáticos entre potencias como EE.UU. y Rusia? 

–La democratización de la información con el desarrollo de las redes sociales ha implicado que haya muchas fuentes de información no validadas. Los medios de comunicación han perdido un poco el monopolio sobre las noticias. Allí es donde los “fake news”, las noticias falsas, han encontrado un terreno propicio para difundirse. Las noticias falsas refuerzan los prejuicios que existen en la ciudadanía sobre determinados aspectos dándole la imagen de información noticiosa. Logra llegar a un público que le da validez a una información a todas luces falsa.

–¿Ejemplo? 

–En Estados Unidos hicieron una encuesta preguntándole a la gente si creía que (Barack) Obama no era ciudadano norteamericano. Encontraron un altísimo número de norteamericanos que creyeron eso pese a que era evidente que era falso. Obama se vio obligado a mostrar hasta su certificado de nacimiento para desmentir. Lo que hace ese tipo de información es reforzar los prejuicios de la gente. Y por supuesto se hace difícil contrarrestar. No hay forma de quitarle a la gente su prejuicio.

–Se siembra discordia, desconfianza. No se cree más en nada.

–Los neurólogos dicen que la gente tiende a creer aquello que le sirve para la supervivencia. Es un tema un poco antropológico. Desde hace miles de años, los primeros seres humanos confiaban en los de su tribu para defenderse. Eso ha perdurado y hoy en día la gente tiende a creer en aquellos que refuerzan sus puntos de vista. Es muy difícil cambiarle la opinión a una persona pero es muy fácil mostrar la información, así sea falsa, que refuerce su propia opinión. Por eso es que estos “fake news” han avanzado tanto. En las redes encuentran terreno enormemente fértil porque no hay contrastación. La información se difunde rápido y luego resulta que no es cierta.

–¿Por qué se apunta a los rusos? La señora Teresa May (Primera ministra de Gran Bretaña) anunció la expulsión de una veintena de diplomáticos rusos.

–Lo que parece evidente es que Rusia tiene una estrategia de desestabilización de las democracias occidentales, que apunta a fomentar procesos electorales que dividan a la sociedad, que la polaricen, que la radicalicen. Por ejemplo, en España, con el referendo en Cataluña, se encontró que una gran cantidad de información sobre ese proceso provenía de fuentes rusas. Es una táctica muy extendida. Lo acaban de hacer en Italia también.

–¿Cómo fue ahí? 

–Las noticias falsas con origen en Rusia apoyaban a los partidos populistas. En Estados Unidos hay toda una investigación sobre la campaña de (Donald) Trump en torno al tema, de si hubo o no infiltración rusa. Lo que se ha comprobado es que hubo un montón de fuentes que difundieron principalmente vía Facebook información falsa que afectaba la campaña de Hillary Clinton. El objetivo es elevar la crispación en la gente, dividir más a la sociedad. Siempre hay motivos de división al interior de cada sociedad. Sociedades divididas tienen muy poca capacidad de hacer acuerdos internacionales y de actuar al exterior. Sobre esos puntos de división parece que se construyen todas estas estrategias de noticias falsas.

–En Francia también saltaron los “fake news” en las elecciones.

–En Francia lo que hubo fue como un ejercicio muy serio de los medios de comunicación, de contrastar toda esta información. De algún modo, los franceses todavía siguen confiando más en sus medios de comunicación que en las redes sociales. El problema es que en nuestras sociedades latinoamericanas, la gente desconfía de todos, incluidos los medios de comunicación. Cuando se desconfía de todo es muy fácil que le llegue información no validada. 

–¿A nosotros nos puede afectar en nuestras elecciones? 

–No conozco el proceso electoral paraguayo. No podría opinar pero sí podría decir es que efectivamente, este es un tema que cada vez permea más las campañas en todo el mundo.

–¿Cuánto puede influir por ejemplo en países que no tienen tan desarrollado sus redes sociales? 

–El tema es que hoy en día hay niveles muy altos de la población con teléfonos celulares. Todas las redes se ven y se leen en los teléfonos celulares. En el caso de Colombia, durante la campaña del Plebiscito circularon muchos mensajes por Whatsapp, con noticias falsas, mentirosas que generaron una situación de rechazo de los acuerdos de paz (con las FARC) y que terminó expresándose en las urnas cuando el No obtuvo la victoria. Son cosas que están ocurriendo y que claramente amenazan la legitimidad de las democracias...

–¿No se puede encontrar todavía el origen de quién difunde eso? 

–Es difícil de rastrear. Si a usted le empiezan a llegar cadenas de Whatsapp diciéndole como el caso de Colombia, que a la gente le van a subir los impuestos para poder financiar a la guerrilla, o que a la guerrilla le iban a regalar un montón de dinero, es muy difícil de contrarrestar el rumor. Mucha gente en realidad quiere creer esa información falsa y eso repercute y afecta. Cuando se consigue desmentir muchas veces ya es tarde.

holazar@abc.com.py

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