Hay que limpiar para que sea creíble el Poder Judicial

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El Prof. Dr. Eugenio Jiménez, veterano docente universitario de Derecho Mercantil y también de Derecho Procesal Civil, es el abogado –no magistrado– que mejor puntaje acumuló en la carrera por un lugar en la nueva Corte Suprema de Justicia. En esta entrevista, el jurista dice soñar con una Corte de personas respetables que devuelvan la credibilidad perdida al Poder Judicial. Admite que es calamitoso el estado de corrupción de nuestra justicia.

–¿Qué méritos le hicieron entrar en la consideración del Consejo de la Magistratura?

–Soy docente de Derecho Mercantil y también Derecho Procesal Civil en la Universidad Autónoma. Tengo libros de Derecho Mercantil y Derecho Procesal Civil. Llegué a ser decano. Enseño en la Escuela Judicial, también en institutos de posgrado. Lo que más orgullo me da en materia de docencia es que he dado clases y conferencias en las sedes de Toledo y Cuenca de la Universidad Castilla la Mancha (España) donde me especialicé.

–¿Cómo describe la situación del Poder Judicial?

–Se ha llegado a un estado de corrupción calamitoso. Ese reciente caso de pagos (de coimas) en la Plaza de la Justicia, entre comillas, es un retrato de esta situación. Ahora mismo surgió otro caso en el fuero penal, donde está comprometido el presidente de la Asociación de Actuarios Judiciales. Creo que eso pinta de cuerpo entero el estado de situación. No podemos permanecer impávidos ante tanta corrupción. Yo ofrezco mi concurso para ayudar a limpiar la institución. No le debo favores a nadie y jamás me he involucrado en ninguno de esos actos indignos.

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–¿ Repercute en ustedes, los abogados –“pasilleros” como les llaman– esos manejos turbios? 

–Los abogados en general somos damnificados por la situación, pero la ciudadanía es la más perjudicada. Existe un absoluto divorcio entre la ciudadanía y el Poder Judicial. Imagínese si traemos a colación el “Pacto Social” de (Juan Jacobo) Rousseau (“la libertad e igualdad de los hombres bajo un Estado instituido por medio de un contrato social” de 1762). Uno renuncia a la fuerza para defender sus intereses y deja la decisión a cargo de un tercero imparcial. En este caso, lo de (una justicia) imparcial es una utopía en el Paraguay. Se ha perdido la confianza en el Poder judicial. Gracias a Dios hay todavía ciertos magistrados que han logrado escapar a ese contexto general de la corrupción pero son casos absolutamente excepcionales.

–Pero usted confía en el concurso. Parece contradictorio si la situación es patética.

–Sí. Lo que ocurre es que son compartimientos que si bien pueden estar relacionados, verdaderamente son independientes. Veo que el concurso se maneja como corresponde. Cuando me presenté, en la primera publicación resultó que me faltaban más de 100 puntos. Hice el reclamo y me reconocieron. Por eso es que estoy calificado –en cuanto a puntajes– como el mejor posicionado entre los abogados que ejercen la profesión. Por lo menos creo que es una demostración de que no existió ninguna malicia sino que se corrigió el error.

–¿Está de acuerdo con el cambio completo de la Corte?

–El Poder Judicial necesita una transformación muy profunda que tiene que empezar por la Corte para la toma de decisiones verdaderamente trascendentes. Por tanto, no hay otra alternativa que cambiar los cuadros de la Corte. En estos días estamos viviendo un momento histórico porque existe la posibilidad de que se den varios cambios al mismo tiempo. Hoy están vacantes dos cargos y en algunos meses más ya se va a llamar a otro concurso (el tercero) porque se va a producir el retiro de Sindulfo Blanco por llegar a la edad de 75 años. A principios del próximo año estará vacante el cargo que dejará el Dr. Torres Kirmser. Por ende, este es el momento preciso para cambiar la cara de la Corte Suprema de Justicia.

–La impunidad campea, la garantía jurídica no existe...

–Son temas distintos pero muy vinculados. Los impunes creen que pueden cometer sus delitos sin pagar su culpa, sin consecuencias. ¿En qué se trasunta todo esto? en inseguridad jurídica. Y ¿qué se necesita para elevar el nivel de vida de la población? Se necesita de una economía dinámica. Eso a su vez implica inversiones. Pero ¿quién va a invertir si el empresario no tiene seguridad al invertir su capital? El problema del Poder Judicial no es etéreo. Se siente todos los días. Cada vez más estamos lindando lo paupérrimo...

–¿Qué le hace pensar cuando se habla de que se negocia en secreto el reparto político de los cargos? 

–Me parece lamentable y grave. Si hay algo nefasto y es lo que produjo la debacle es el sistema de cuoteo. Yo reclamo de los políticos que renuncien a sus intereses coyunturales a favor del interés general del país.

–Así nació el Poder Judicial de la democracia, con el cuoteo...

–Es cierto. El cuoteo nació como un pacto. Aquella Corte se conformó sin ningún magistrado de carrera. Todos fueron juristas que llegaron del ejercicio profesional. Sin duda, fue la mejor Corte Suprema de Justicia de la democracia. Estuvo integrada por Jerónimo Irala Burgos, Elixeno Ayala, el Dr. Frutos Vaesken, el Dr. (Óscar) Paciello y otros cuya honestidad y solvencia estaba fuera de discusión...

–Era gente respetada...

–Hoy sin embargo se ha perdido completamente el respeto. Se llega al colmo de que sus fallos no se cumplen. Estamos al borde de la barbarie, de la justicia por mano propia...

–Se acusa a la Corte de estar sometida. Por eso el Senado rechaza el fallo que declara senadores activos a Nicanor y Cartes...

–Lo cierto es que ante la disyuntiva se obliga a hacer una interpretación. La Constitución dice que la única que tiene potestad para interpretar la Constitución es la Corte.

–Pero si ya no se cree en los escrúpulos de esta Corte ¿qué más queda, el artículo 138 (la rebelión contra el poder constituido)? 

–Estamos ante un callejón sin salida. Van a seguir los problemas en la medida en que estas cuestiones en las que está comprometida la democracia y los principios democráticos en general no tengan una disposición clara e indudable.

–¿Hace falta sacudir el sistema como hacen en Perú en estos momentos por el escándalo de corrupción en su Poder Judicial? 

–¿Por qué no? La gente aquí se ocupa más del Poder Legislativo y del Ejecutivo y se olvida del Poder Judicial. El grave problema de este país está en el Poder Judicial. Por eso yo sostengo y reclamo que los miembros del Consejo de la Magistratura piensen en la idoneidad pero también en la trayectoria de los postulantes de este concurso para garantizar la transformación que necesitamos.

–Lo real, lo inevitable es el cuoteo, el reparto entre facciones...

–Si hay algo que yo no quiero perder es la esperanza. De otro modo no estaría concursando. El nuevo presidente del Consejo dijo que va a hacer todo lo que esté a su alcance para superar el problema del cuoteo político. Es un gran paso.

–¿Qué dice de los privilegios que se autoadjudicó la Corte? 

– Yo no pienso beneficiarme y voy a renunciar a privilegios que pueden ser considerados abusivos y que conspiran contra la credibilidad de la Corte. El salario es suficiente como para costearse el seguro médico.

–¿Cuál es su plan si lo eligen? 

–Una auditoría demostró que la institución más morosa es la Corte. Una de las medidas que yo tomaría de inmediato es superar esa morosidad y habilitar un link en la página web para que quede constancia de la fecha de ingreso y salida de los expedientes. Eso va a poner en evidencia donde está la fuente de la morosidad. Otra medida que tomaría es controlar el nivel de vida de los magistrados y, en ese sentido, habilitar una página donde se publique nuestra declaración jurada de bienes y rentas, con actualización periódica. La falta de capacitación de los funcionarios traba el avance de los procesos. Es también una causa de la morosidad. Si yo fuera miembro de la Corte propiciaría un mayor acercamiento al gremio de abogados. Ellos son el eco de los problemas de la justicia.

–¿Cuál es su opinión de esa implacable resistencia del contralor de la República para que la declaración de bienes de los funcionarios se haga público? 

–El contralor no tiene ninguna justificación. Ese empeño no va a durar mucho. Espero que la ciudadanía tenga también en esto una participación activa y determinante, así como vemos que ocurre en Perú donde a través de manifestaciones públicas se presiona decididamente a favor de la transparencia. El contexto general de la corrupción que hay en el Paraguay excede al Poder Judicial. Va mucho más allá. Es general de los funcionarios públicos. Superar esa situación llevará todo un proceso. 

–¿Hay que cambiar jueces? 

–No a todos por suerte. Lastimosamente los que honran la función, son cada vez menos. Recuperar la credibilidad tiene que ser el norte. Es un objetivo ambicioso pero posible.

holazar@abc.com.py