Historia de las Misiones fue el triunfo de la humanidad

El investigador esloveno Bozidar Darko Sustersic (80 años), estudioso del arte jesuítico-guaraní, desgrana con pasión en esta entrevista sus conocimientos de las misiones del Paraguay que despiertan la admiración del mundo, a partir de su última obra sobre el artista Brasanelli. Recomienda aprovechar la Semana Santa para ir a contemplar el frondoso legado repartido en templos, museos y en las Ruinas que para él constituyen un tesoro al alcance de todos.

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–¿De dónde viene su atracción por la historia del arte de las Misiones Jesuitas?

–Desde siempre. Es mi pasión. Mi interés por el arte seguramente viene de mi padre que era pintor. Desgraciadamente nunca lo volví a ver desde que nos separamos en Eslovenia (ex Yugoslavia) cuando emigramos después de la (Segunda) Guerra cuando yo tenía 8 años. Lo esperamos con mi madre tres años en Italia antes de venir hacia Argentina. Nunca más lo volvimos a ver. Tuvimos noticias de que lo capturaron las tropas de (el ex dictador) Tito. Él era pintor, tanto es así que yo me crié entre cuadros. Bueno, nos asentamos en Buenos Aires en 1948 cuando tenía 12 años. Estudié y me hice Historiador de Arte. Fui casi 50 años profesor de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Fui profesor de la materia Renacimiento y así me fui adentrando en la historia de las Misiones Jesuitas. Fui miembro del Consejo de Investigación (Conisex) de Argentina, y así pude costearme con mis salarios primero y con ayuda después de Fondec, mis investigaciones sobre el Arte de las Misiones. En octubre pasado lanzamos el libro sobre el artista italiano (Giuseppe) Brasanelli (“Brassanelli: Pintor, escultor y arquitecto de las Misiones Guaraní-Jesuíticas”). Hice esta obra en compañía de la paraguaya Isidora Gaona. Sin ella ni podría haber llegado a Asunción. Antes hicimos “Imágenes jesuítico-guaraníes”, este con ayuda del Museo del Barro. He recibido mucho apoyo de Paraguay.

–¿Qué tiene el arte jesuita guaraní?

–Todo. Es un tesoro escondido muy poco estudiado hasta hoy, esa simbiosis de artistas europeos con el arte indígena. Creo que es uno de los temas más interesantes en la historia del arte mundial. Aunque fue un anticlerical, Voltaire dijo: “La experiencia jesuítica es el triunfo de la humanidad”.

–En (su obra) Cándido satiriza a los jesuitas del Paraguay. Dice que eran servidos por los indios en platos con cubiertos de oro y plata.

–Voltaire nunca vino acá, pero criticaba a los jesuitas. Fantaseaba. Era antirreligioso pero admitió que las misiones fueron “el triunfo de la humanidad”.

–Conste que en él y Hegel se inspiraron Marx y Engels para construir su filosofía marxista.

–Él dijo que no había ni un sistema en el mundo que podía halagarse de tener un Koty Guasu (Casona) donde se protegía a viudas, huérfanas, desamparadas. Estaban ahí bien cuidadas, bien alimentadas. En las misiones no había mendigos, o gente arrojada a la intemperie. Había hospitales.

–La Utopía de Tomás Moro.

–Ojalá que nuestra sociedad llegue a experimentar algún nivel de esa sociedad ideal que vivieron los nativos de esta parte de Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay y Bolivia.

–¿Por qué centró en Brasanelli? ¿Quién fue?

–De los tantos artistas que vinieron a las misiones, uno de ellos fue Brasanelli. Los jesuitas enviaban misiones a todas partes del mundo. A China mandaron astrónomos, genios en astronomía pero acá mandaron artistas.

–¿Por qué astrónomos en China?

–En China la religión tenía mucha importancia y el emperador se rodeó de astrónomos y matemáticos. A Dios lo llamaban “el astro supremo” o “el Señor de los Cielos”. Los jesuitas fueron muy permeables. En cambio, los franciscanos y dominicos querían que se le llame “Deus”, a la forma europea. Hubo un largo pleito y ganaron los franciscanos y los dominicos. Se prohibió a los jesuitas que volvieran a llamarlo “El Señor de los Cielos”. El emperador se enojó. “A mí no me van a imponer”, dijo. De ahí vinieron las persecuciones y desaparecieron las Misiones de China. Eso pasó por la intolerancia entre congregaciones. Brasanelli estaba destinado a ir a China, pero a último momento España lo cambió porque el destino de los artistas era Paraguay.

–¿Por qué insistieron con el arte en el Paraguay?

–Porque los guaraníes eran muy sensibles al arte. Brasanelli era un artista extraordinariamente talentoso. Además tenía conocimientos como estratega de la guerra, así como Leonardo Da Vinci era estratega de las tropas del Vaticano y asesor militar.

–¿Los mandaban a la guerra?

–Como el artista es creador, en la guerra era fundamental para la estrategia. Diseñaban armas inclusive, como Leonardo que creó unos carros con guadañas que hacían un desastre... Brasanelli fue asesor de las tropas misioneras que recuperaron de los bandeirantes la colonia Santísimo Sacramento (a orillas del río Uruguay en la Guerra Guaranítica). Dicen que en la Batalla de Mbororé (11 de marzo de 1641), un hermano jesuita –no se lo identifica quién– inventó un cañoncito de caña de bambú con el que enfrentaron a los botes que transportaban a los invasores. Obligados a desembarcar antes que morir ahogados, los guaraníes los esperaban en la orilla y los emboscaban. Fue una batalla terrible donde vencieron los guaraníes. Si caían derrotados iban a ser llevados como esclavos a las fazendas de São Paulo. Los guaraníes eran la presa codiciada porque en todos los campos se cotizaban más. Pero los esclavos indefectiblemente terminaban muertos. Iba a desaparecer la raza guaraní. Cuando invadían las misiones, ellos se guarecían en la selva pero los buscaban con perros inmensos. Vencieron gracias a las flechas de hierro.

–Es lo que se describe en la película “La Misión” (Robert de Niro, Jeremy Irons).

–Mbororé fue una de las batallas más grandes de los tiempos de la colonia. Fueron allá 4.000 y enfrentaron a igual número de bandeirantes y tupíes.

–¿De qué material era el cañoncito tan mortal?

–Tronco de naranjo o caña de bambú, forrado en cuero de buey. Ese cuero mojado protegía a los que disparaban los proyectiles. Tenía capacidad para cinco disparos. Los inservibles se tiraban y eran reemplazados por otros porque eran livianos. Los cañones que usaban los portugueses eran de bronce, pesadísimos. No les permitía navegar por el río. Los cañoncitos caseros fueron muy importantes para derrotar a los invasores. Paraguay, Argentina, Uruguay siguen siendo lo que son por esa batalla. Decidió la historia de América del Sur. El historiador brasileño Aurelio Porto dice que Brasanelli fue también estratega.

–¿Cuántas obras se le conocen en la región?

–En total se pueden ubicar con seguridad 15, pero probablemente hay como 40 copias de él. Se ha destruido mucho. Para mí, su obra más hermosa es la que ahora está en Capiatá, la Virgen de La Candelaria. Desde hace unos 50 años está esa Virgen.

–¿Cómo apareció? 

–Estaba envuelta en la sacristía de la Catedral de Asunción. Acá no sabían dónde ponerla y estuvo como un siglo esperando destino. Como en Capiatá la devoción es la Virgen de La Candelaria, entonces la llevaron ahí. Realmente es una maravilla de mucho valor artístico. En la imagen, el niño era tan lindo que fue robado. Lo encontraron en Buenos Aires, el profesor (Héctor) Schenone.

–¿Quién es?

–Uno de los grandes historiadores argentinos de arte, ya fallecido. Lo devolvieron. Imagínese los brazos abiertos sin el niño. No significaba nada. Ahora, al niño lo pueden ver en Capiatá. En Itauguá hay otra que trajeron desde el sur. Este tiempo de Semana Santa es propicio para que la gente vaya y la contemple.

–No se ven pinturas.

– Las pinturas son más vulnerables que las esculturas y en los incendios desaparecían. Pero se conservan algunas. Por ejemplo, en el museo de Santiago (Misiones) hay algunas tablas pintadas donde se ve el estilo. Copiaban muy bien. En San Cosme y Damián fabricaban telescopios de seis metros de largo, de caña de bambú y los vidrios tallados de cristal de roca, que hay mucho en las Misiones. Los indios tenían la paciencia como para darle la forma y con eso observaron las lunas de Júpiter. La ventaja que había era que los jesuitas tenían acceso a todos los libros científicos de Europa y los guaraníes una paciencia y una prolijidad increíble para tallar los lentes. Un profesor decía con un poco de exageración: “Si no hubieran expulsado a los jesuitas del Paraguay, los cohetes hacia la luna hubieran salido de las Misiones (bromea)”.

–En la plaza de San Cosme hay todavía un reloj de sol.

–En todas las Misiones había relojes de sol. El reloj de sol de hace 300 años marca hasta ahora la hora exacta.

–Y el fútbol, que dicen que inventaron ellos.

–El manga. No le llamaban fútbol. Le llamaban “juego al pie”. Guardaban la resina en un porongo. Cuando estaba lleno sacaban de ahí y lo dejaban enfriar. Rompían después el porongo y tenían lista la pelota que saltaba. Quién sabe cuántos Messi hubiéramos tenido (sonríe).

–Los extranjeros quedan encantados y sueñan con la reconstrucción de misiones como la de Santa María donde hay tantas imágenes.

– Su museo es uno de los más ricos del Paraguay. Es posible reconstruir una Iglesia misionera. El señor Koki Ruiz conoce mucho y tiene la idea de reconstruir San Ignacio Guasu en San Ignacio. Tiene toda una maqueta. Es hermosa. Podría albergar conciertos de música barroca como hacen en Chiquitos, en Bolivia. Hay que convencer a los encargados del patrimonio. Algunos juzgan que hacer una réplica no tiene valor. Es respetable que opinen así.

–Puede servir al turismo.

–La biblioteca de Lovaina (Bélgica) quedó demolida por los bombardeos en la Segunda Guerra. Estados Unidos mandó técnicos, carpinteros, especialistas en Edad Media. Reconstruyeron. Nada es auténtico pero es maravilloso y tiene enorme valor.

holazar@abc.com.py

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