Iglesia busca contrarrestar la politización de la fe

El cardenal colombiano Rubén Salazar Gómez, líder de la Iglesia Católica latinoamericana, estuvo en Paraguay esta semana para presidir un histórico primer encuentro de obispos del continente con dirigentes políticos del Cono Sur, preocupados, entre otros asuntos, por el uso del nombre de Jesucristo para competir por el poder como hacen algunos grupos evangelistas. En esta entrevista, el purpurado reflexiona sobre el fenómeno Bolsonaro y otros casos similares y anuncia que a partir de ahora se estrecharán los lazos con los políticos católicos.

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El cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y presidente del Celam, presidió un encuentro “de católicos con responsabilidades políticas al servicio de los pueblos del Cono Sur latinoamericano”, bajo la organización de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL) y el Consejo Episcopal Latinoamericano.

Las deliberaciones finalizaron el viernes en el complejo “Marianela” de Atyrá, la casa de retiro a cargo de la congregación del Santísimo Redentor. Entre los participantes estuvo el expresidente de Uruguay, Luis Alberto Lacalle Herrera, senadores, diputados y municipalistas de nuestro país y de toda la región. 

–¿Cuál es el mensaje después de este encuentro sui generis de obispos y sacerdotes con políticos de Sudamérica? 

–Hay un hecho fundamental, y es haber descubierto que somos una única Iglesia: laicos y pastores, y que, por lo tanto, es esa única Iglesia la que tiene el compromiso de hacerse presente en la vida política. Antes se pensaba que los políticos iban por un lado y los obispos y sacerdotes por el otro. Ahora hemos descubierto que nos necesitamos los unos a los otros para que la Iglesia pueda verdaderamente cumplir su tarea de hacerse presente en la vida pública.

–Dicen que es una iniciativa del papa Francisco. Esa preocupación ¿sobreviene a raíz de todos esos fenómenos que vienen ocurriendo? Presidentes procesados, presos por corrupción como nunca. 

–No. Desde hace muchos años que el Papa tiene esta idea. Prácticamente desde que subió al Pontificado él está deseoso de que cada vez más los laicos tomen su papel en la Iglesia y, por lo tanto, que la Iglesia trabaje de una manera más mancomunada en todos los campos laicos y pastorales.

–Los políticos católicos generalmente no manifiestan a sus seguidores que pertenecen a esta Iglesia. Sin embargo, los evangélicos forman hasta movimientos electorales. 

–Hay una cosa fundamental. Nosotros desde la Iglesia no pretendemos crear partidos políticos o tener militancia en movimientos que se declaren políticamente católicos. Nosotros no hablamos de políticos católicos sino de católicos con responsabilidades en la política. Es diferente porque pueden tomar opciones políticas partidistas diferentes. Un católico puede inscribirse en un partido y otro en otro partido. No pretendemos crear como hacen los evangélicos bloques partidistas identificados con una ideología, con unas propuestas. Católico no es aquel que se adhiere a un programa político. Católico es aquel que vive su fe en Jesucristo, y eso lo lleva a vivir su compromiso político de una manera nueva. Ese es nuestro principio. La fe del político católico tiene una dimensión pública, una dimensión política. Como dice el Señor en el Evangelio: “somos sal de la tierra y luz del mundo”, y eso se expresa de una manera privilegiada en el compromiso político.

–La mayoría de los políticos en este continente son católicos, pero se dice a veces que hasta tienen vergüenza. Los evangélicos en cambio... 

–Y bueno, eso ya es problema de cada uno. La realidad es que no hay contradicción entre ser católico y ser político por una parte, y mucho menos que se declaren católicos. Una de las características de nuestra fe como latinoamericanos es que hemos privatizado demasiado la fe. La fe se ha vuelto obsesivamente un asunto personal. Cada uno lo vive como cree conveniente vivir. Nos falta mucho más, tener conciencia de que toda nuestra vida se transforma si somos creyentes, y también que tenemos que influir claramente en la vida pública transformando la sociedad.

–Tenemos un Papa latinoamericano, ¿Son conscientes de eso los creyentes en esta región? 

–Yo creo que no. Yo creo que todavía nos hace falta muchísimo tomar conciencia de que, primero, que tenemos un origen común prácticamente a pesar de las diferencias enormes entre país y país. Pero al mismo tiempo tenemos también un destino. Descubrir ese destino común sí que nos hace falta. “La unión hace la fuerza” dice un adagio popular. Esa fuerza sí que sería grande si América Latina verdaderamente se uniera y empezara a tener propósitos comunes que nos permitieran avanzar juntos hacia un futuro mucho mejor, no solamente para los latinoamericanos sino también para toda la humanidad.

–Cuando hablamos de políticos no se puede dejar de lado el tema corrupción. Qué mensaje tiene la jerarquía de la Iglesia latinoamericana. 

–La corrupción nace precisamente de una tergiversación total del sentido de la política. La política debe ser servicio al bien común y la corrupción es precisamente valerse del bien público para los intereses personales, o sea que es exactamente una negación de la verdadera política. Esto significa que si nosotros queremos ser verdaderos católicos con responsabilidades políticas, pues la corrupción está totalmente descartada.

–La aparición de outsiders con éxito en la política por la decepción del público hacia los políticos, el fenómeno Bolsonaro, un pastor evangélico, ¿cómo reacciona la Iglesia ante esta experiencia? 

–Precisamente porque los católicos muchas veces no tenemos una idea clara, permitimos que sean otros los que tomen las banderas que podrían ser en un caso dado también bandera de los católicos, y que se politice la fe. En Colombia, muchos de estos evangélicos están creando partidos políticos y van a las elecciones con el partido político de ellos, con una ideología, con un programa claro. Esto, indudablemente no es el ideal para los católicos. Nosotros no podemos decir: “vamos a crear un partido político para ganar las elecciones”. Eso no podemos hacer. Lo nuestro es tratar de permear el mundo político con auténticos valores evangélicos.

–¿Qué hace la Iglesia ante el caso Venezuela? Se criticó mucho al Papa por mostrarse equidistante de la crisis. ¿Cuál es su reflexión al respecto? 

–La Iglesia Católica en Colombia está fundamentalmente comprometida con ayudar a los venezolanos que han ingresado al país. Tenemos en este momento un millón 300 mil venezolanos en territorio colombiano. Por lo tanto esto plantea también toda una emergencia humanitaria para el país, y la Iglesia está comprometida, precisamente en ayudar a solucionar esa emergencia humanitaria. Esto no significa que nosotros tomemos un partido político y decir: “vamos a destruir, vamos a acabar con Maduro.” Ese no es problema nuestro (de la Iglesia). Eso es problema de la política.

–¿Y la presencia del enviado del presidente (Donald) Trump (Mike Pompeo) que está de gira por Chile, Paraguay, Perú y Colombia en una campaña centrada en Maduro? 

–Hay que tener mucho cuidado con esa politización también de la crisis humanitaria. Una cosa es el problema político que ha creado Maduro con su dictadura y con su represión, con su prácticamente supresión del Estado democrático, y otra cosa es la crisis humanitaria que se crea por esa situación. La Iglesia está comprometida con la crisis humanitaria pero no tiene por qué meterse en los problemas políticos “de tumbar a Maduro”. Por eso el papa Francisco no ha tomado una posición política de apoyo a (Juan) Guaidó (jefe del parlamento, reconocido como presidente encargado por más de 50 países) o repudio a Maduro. El Papa sabe que eso es una cosa diferente a lo significa nuestro compromiso con los venezolanos que están viviendo esa crisis.

–Y usted particularmente tiene una opinión formada sobre si Maduro tiene que irse. 

–Lógicamente, personalmente pienso que Maduro ha roto todos los canales democráticos y que, por tanto, es una persona que ha traicionado profundamente a Venezuela.

–¿Este encuentro llevará a una organización después (de políticos y religiosos católicos)? 

–No necesariamente. Lo que se trata aquí es de construir las bases para que este tipo de encuentros se realicen a todos los niveles: en los países, en las diócesis, etc.

–¿La siguiente reunión? 

–En México y Centroamérica. Estamos trabajando en las cuatro zonas que abarca normalmente el Celam: México, Centroamérica, Caribe, Países Bolivarianos y Cono Sur.

holazar@abc.com.py

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