La estrategia nacional es hacer respetar el objeto o fin del Tratado de Itaipú

Las autoridades brasileñas, con la complicidad de sus pares paraguayos, violaron el objeto o fin del Tratado de Itaipú, que es la división de la energía en partes iguales (Art. XIII del tratado, y II.1 del Anexo C). La estrategia nacional, por ende, es hacer respetar este principio o recurrir a la Corte de La Haya para pedir su nulidad, tal como concluía el Dr. Gustavo de Gásperi (+).

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¿A quién beneficia el statu quo vigente en Itaipú hace 43 años y siete meses? A Eletrobrás, sin lugar a dudas; sin embargo, el día 19 del presente mes leíamos en ABC Color, que el nuevo director general brasileño de Itaipú, Luiz Fernando Vianna, revelaba su deseo de iniciar “cuanto antes las discusiones con nuestro país sobre los modelos de comercialización de energía y de operación de la usina y no esperar hasta el 2023”.

Dos días después, el canciller compatriota, Eladio Loizaga, en una incomprensible trasposición de papeles, declaraba lo siguiente: “No vemos ninguna necesidad de adelantar las negociaciones. Cuando se cumpla la fecha se negociará. Todavía queda mucho tiempo y no vemos ningún motivo para apurar nada”, había declarado.

Para el actual jefe de la diplomacia paraguaya, según lo declarado, 43 años y siete meses de espera del pueblo paraguayo en Itaipú es poco tiempo y que, por ejemplo, la apropiación brasileña del excedente paraguayo en Itaipú, que ronda el 65% solo en el primer bimestre del presente año, o la pretendida compensación, en rigor el precio que imponen a nuestra energía, no es motivo para apurarse.

En 33 años (1984-2016), de la cuantiosa producción que acumuló hidroeléctrica binacional, el sistema eléctrico del vecino país consumió el 93% y el 7% restante el paraguayo.

El Art. XIII del Tratado, así como el II.1 del Anexo establecen que “la energía producida por el aprovechamiento hidroeléctrico ...será dividida en partes iguales entre los dos países...”.

Recordemos, a pesar del “justo precio” que consagra en el Acta de Foz de 1966, mencionado el segundo párrafo del Considerando del Tratado, el precio más alto que nuestro país pudo conseguir que Brasil le pagase por su energía no llega a US$ 10/MWh, sobre el costo de Itaipú. Antes, durante 27 años, estuvo por debajo de US$ 3/MWh.

¿Por qué, de pronto, trastocaron los roles entre los principales protagonistas de Brasil y Paraguay en esta escena?

En rigor, Luiz Vianna y el Gobierno brasileño no están apurados por alterar el actual estado de cosas (93% vs. 7%), sí les impacienta saber qué haremos con nuestro excedente; ¿lo venderemos, con precios de mercado a terceros o al propio sistema brasileño? una posibilidad admitida incluso en el Acuerdo Lugo/Lula del 25 de julio de 2009 (punto 6). 

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