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Pablo Medina, corresponsal de nuestro diario en Curuguaty, Canindeyú, fue asesinado junto a su acompañante Antonia Almada el 16 de octubre del 2014, por publicar las conexiones del narcotráfico con la política.
El 15 de octubre del año pasado la Cámara de Diputados le rendía un homenaje póstumo al comunicador e incluso resolvía que su corpóreo “vigile” todas las sesiones en lo que restaba del año. Sin embargo, ayer causó sorpresa que el corpóreo de Medina fue hallado entre los escombros que fueron arrojados a la azotea del edificio de ese cuerpo legislativo.
La presencia de Medina al parecer molestaba a algunos parlamentarios, en especial a la diputada cartista por Canindeyú Cristina Villalba, quien tenía como aliado político al entonces intendente de Ypejhú, Vilmar Neneco Acosta, quien según la conclusión policial-fiscal, fue el autor intelectual del doble homicidio.
Medina en sus publicaciones mencionaba a numerosos diputados con vínculos con narcotraficantes. Además de Villalba, también señalaba a Marcial Lezcano, Freddy D’ecclesiis, Bernardo Villalba y al suplente Carlos “Chicharõ” Sánchez.