“Nuestro país necesita una profunda mejoría, una honda resurrección espiritual”, dijo anoche monseñor Ricardo Valenzuela.
Comentó a los presentes que en Suecia los dignísimos representantes del pueblo no son tratados de “Su Señoría”. Allí los muy distinguidos parlamentarios, ministros e intendentes viajan en tren, o en ómnibus a sus trabajos, para atender y aliviar los sufrimientos de los ciudadanos. Increíble –dijo Valenzuela– “Su Señoría” en autobús. Y tienen castillos a los cuatro vientos, pero a los representantes del pueblo se les ofrece unas sencillísimas viviendas. Los destacados defensores de los derechos de los ciudadanos y la democracia almuerzan sándwiches preparados en sus casas por sus esposas.
En Paraguay, en cambio, dijo que es otra la realidad! ¿cómo es que con creciente frecuencia una gran parte de la ciudadanía, es decir, el “pueblo”, cuestiona indignada la decisión de sus “representantes”? se preguntó y aclaró ellos dicen llamarse “representantes del pueblo”. Pero, en la práctica, no representan a nadie más que a su clientela particular, servidos con coquitos de oro y secretarias de oro. ¡Y se mueven en autos lujosos!
Dijo que nuestros parlamentarios solo promueven lo que les conviene y el interés por los compatriotas no pasa de ser simples discursos repetitivos y cansadores.
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Monseñor Valenzuela recordó que hace poco iban a aprobar un proyecto a través del cual se les concedía a sus funcionarios un tercer aguinaldo. Y en esa misma sesión en que concedieron alegremente este pedido a sus “amigos” de las oficinas, no se pudo tratar el proyecto de ley que concede fondos para encarar las emergencias de las escuelas cuyos techos amenazan desplomarse, porque los “representantes del pueblo” se retiraron convencidos de que ya cumplieron con su patriótica labor del día al incrementar los salarios de los amigos. “Solo este episodio es suficiente para demostrar cuán lejos estamos de ser un país serio y menos aún que quiere trabajar porque no haya más excluidos en nuestra sociedad”, indicó.
Pidió a los jóvenes no permanecer indiferentes ante la injusticia y que asuman un compromiso en la construcción de una sociedad más cristiana y mejor.
