Los partidos políticos se alimentan de la múltiple afiliación de electores

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Existen dos tipos de electores. Los honestos y los deshonestos. Los electores honestos votan a conciencia sin importar su condición social como tampoco las motivaciones externas. Pueden ser pobres, ricos o ni ricos ni pobres, pero no se dejan seducir por las tentaciones. Los electores deshonestos, en cambio, se venden al mejor postor.

Pero así como hay electores honestos y deshonestos, también existen candidatos honestos y deshonestos. Los primeros son personas de buena fe que se tiran al ruedo pensando cambiar el sistema para mejorarlo, pero los candidatos deshonestos generalmente ya son producto del sistema, que se hicieron de fortuna con la corrupción, o que la mafia corrupta los hizo candidatos para sostener mejor el sistema.

¿Cómo es posible que la mente humana haya convertido el sencillo acto de elegir a las autoridades en un hecho de deshonestidad que hoy día tiene variantes complejas y llegó a convertirse en una fuente de ingresos para mucha gente?

La matriz de todo radica en la predisposición de la persona a burlar la ley establecida para organizar el acto de votar. A esto sigue la voluntad de las autoridades de responder con la impunidad dicha predisposición de las personas y sus actos. Pero para organizar el sistema de burlar la ley están los partidos políticos y los movimientos formados dentro de los mismos. Algunos de ellos están excluidos solamente por carecer de capacidad, recursos u oportunidad para acceder al rango, no es porque no aspiren a ser iguales.

Los partidos tienen sus padrones, o sea listas de afiliados. Cada uno con lo suyo, pero resulta que gracias a los electores deshonestos a que aludimos antes, hay personas que figuran en dos, tres, cuatro y hasta en diez partidos políticos como afiliados. Y ni los partidos, ni la justicia electoral hacen nada al respecto porque la ley se limita a definir que “la última afiliación es la válida”, sin hacer desaparecer la anterior.

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Sin embargo, nada impide que el ciudadano A figure con todos sus datos personales como afiliado de varios partidos, porque esta irregularidad no tiene consecuencia alguna. 

Los jefes partidarios, deliberadamente aceptan, toleran y alientan esta situación porque beneficia a los candidatos deshonestos y a ellos mismos aun cuando no sean candidatos, porque de esa forma se mueve la rueda.

La razón del constante aumento de la cantidad de afiliados en los partidos políticos es la afiliación múltiple. Personas que se prestan, por dinero u otros favores, a afiliarse sin renunciar a su afiliación anterior. Así puede votar en una interna, por ejemplo, a un colorado y en las generales a un liberal. Esta misma persona puede “prestar” su nombre para la formación de un nuevo partido político o para hacer “número” en una convención de partidos pequeños.

Todo depende de cuánto está dispuesto a pagar el candidato o la organización necesitada de este “servicio” electoral que se logró fundar en la “era democrática” mediante el concurso de representantes averiados de la ANR, PLRA y Encuentro Nacional, que luego fue replicado por casi todos los partidos pequeños que fueron naciendo y, muchos de ellos, desapareciendo del registro de la justicia electoral.

Este es uno de los grandes capítulos del Escándalo Político que, sin embargo, pasa desapercibido hasta llegar a constituirse en un paisaje de la cotidianeidad ciudadana, caratulado en estas tierras como una “picardía política”.