Lugo habla de la necesidad de “definir una política exterior bien clara” del Paraguay, abriendo las relaciones “con todo el mundo”, siempre que el país pueda ganar.

–¿Qué quiere decir para usted abrir una relación?

–No estar supeditado. Tener relación de igual a igual. Paraguay tiene que recuperar su dignidad como nación. Ser respetado por ser un país serio y no ser conocido por su corrupción, por su ilegalidad, por su economía informal. Cambiar la imagen va a ser un proceso. Por eso coincidimos en la cuestión de la soberanía en Itaipú. Es un punto fundamental que hay que afrontar de frente en la política exterior futura, porque creo que no tenemos motivos por qué achicarnos. Es más, los países vecinos reconocen que tienen una gran deuda histórica con el Paraguay.

–Supongamos que Paraguay quiera firmar un tratado de libre comercio, pero Brasil o Argentina le dice que está en el Mercosur y no puede; en ese caso, ¿debemos salir del acuerdo?

–Chile tiene el tratado de libre comercio. Creo que ahí está la soberanía nacional.

–Chile no es miembro pleno del Mercosur.

–No es miembro pleno del Mercosur. Yo digo que cualquier tipo de relación comercial, diplomática, cultural, que pueda beneficiar al país debemos hacer. No debemos estar demasiado supeditados a otros (países). Primero está la Constitución y después los tratados internacionales. El primer compromiso es con el país y después están los tratados internacionales y eso los países vecinos también tienen que entender y comprender.

–¿No cree que estamos jaqueados?, porque si nosotros nos hacemos los duros Brasil enseguida nos aprieta algún tipo de torniquete y nosotros comenzamos a asfixiarnos. Igual cosa ocurre con Argentina. ¿Cómo haría usted para enfrentar situaciones donde la fuerza del Brasil o la de Argentina nos obliga a bajar la cabeza?

–Pero no son los únicos. Para eso está la comunidad internacional. Que la comunidad internacional se entere, que sepa –para eso están los medios de comunicación, ¿verdad?– qué hicieron y están haciendo el Brasil y la Argentina con el Paraguay. Nunca hemos denunciado en ningún foro internacional eso, y lo tenemos que hacer con la frente alta. Recuperar la dignidad es también recuperar la soberanía. La dignidad como nación. Cualquiera va a saber que Brasil está cometiendo una vez más una injusticia con el Paraguay y eso a nivel internacional.

–¿Por qué cree que ningún gobierno colorado hizo eso hasta ahora?

–Creo que en primer lugar, por ser fiel (los colorados) al Tratado, son autores del Tratado de Itaipú y como dice la expresión mala: se escupirían a la cara si ellos van en contra de lo que ellos mismos han firmado. Segundo, porque fueron muy malos negociadores. No negociaron de igual a igual. Y no lo digo yo, lo dicen los mismos brasileños, ah... esos negociadores paraguayos se entregan fácilmente. Y tercero, porque quizá nunca se ha pensado en una política de Estado que mire al país en primer lugar.

–¿Que haría para combatir la pobreza?

–No hay recetas, pero sí hay fórmulas o métodos. Primero, la generación de empleo. Hay una gran gama de experiencias. Creo que no somos diferentes a otros países y podemos apostar no por las grandes empresas, que no crean mucha fuente de empleo, sino por las pequeñas empresas. Se pueden crear no mil, dos o cinco mil, sino 100.000 ó 200.000 empresas familiares.

–¿Cómo?

–Hay dos rubros que siempre vamos a necesitar y que más funcionan en el Paraguay en este momento: los vestidos y el producto farmacéutico, pero independientemente de eso está el rubro alimenticio, en tanto y en cuanto entre dentro del campo de la competitividad. Cuando recorrimos el campo, la gente nos decía que necesitaba de una pequeña ayuda para que sus familias puedan fabricar algo, la chipa, el dulce, la artesanía. Como vemos en otros pueblos, eso hace sustentable la familia. Sobre todo porque Paraguay no está mal en términos macroeconómicos. De 600.000 pasamos a 2.000 millones de dólares de la reserva, pero eso no se refleja en el día a día. Creo que eso tiene que ser prioridad en el próximo gobierno, procurar que el ciudadano común tenga para su día a día, para comprar su remedio, etc. Entonces, no existen milagros económicos, menos aún en ciclos cortos. Hay que apostar a un proyecto país a largo plazo con seriedad, con orientación y con principios bien claros.

–Si las reglas del mercado dicen, por ejemplo, que es más competitivo exportar materia prima que industrializar localmente, ¿cómo se va a obligar a la población que se dedique a la industrialización del producto?

–Dando facilidades. Paraguay nunca dio facilidades a los industriales, por eso nunca va a ser un país industrial. Tenemos energía que se puede facilitar, la cuestión fiscal se puede facilitar. Aquí se le acogotó a los industriales que quisieron venir a invertir. Se les pidieron coimas, se les expulsó del Paraguay, no se les dio ninguna facilidad. Creo que Paraguay tiene las condiciones de poder surtir. Hoy hay un gran mercado, no solamente el convencional sino un mercado alternativo de productos ecológicos.

El medioambiente es un gran tema hoy día y la seguridad alimentaria mucho más aún. Con la seguridad alimentaria se puede garantizar un nuevo mercado, el cual todavía es virgen aquí en nuestro país. Los productos ecológicos tienen gran valor en cualquier mercado mundial.

–¿Cual va a ser el Ministerio más importante para usted?

–Tiene que haber un ministerio de desarrollo socioeconómico. Aquí supuestamente todos apostamos por el desarrollo, de la agricultura, la industria y el comercio. Y sobre todo creo que América Latina se reciente en obras públicas. Obras de infraestructura. No se puede pensar en el desarrollo de un país sin tener las obras mínimas de infraestructura que se requiere. Acá falta de todo. Ni nuestro aeropuerto funciona.

–Ahora, la gente que lo rodea a usted es de izquierda...

–No todos, (Carlos) Mateo Balmelli no es de izquierda.

–Correcto, pero su grupo es gente de izquierda y hay personas que temen que ese grupo influya en usted, dado que no es Superman, no podrá estar en todas y tendrá que delegar responsabilidades. Entonces, hay quienes creen que su primer anillo puede desarrollar su pensamiento marxista y comenzar a agredir a las empresas privadas, las leyes de latifundios, que se empiece a perseguir a los propietarios, a impulsar subrepticiamente ocupaciones. Hay temor de que con su imagen de izquierdista venga esa izquierda carnívora de Hugo Chávez, que está arrasando con todas las instituciones e imponga, por ejemplo, la reelección perpetua en la Constitución.

–Yo respondo por lo que mis principios marcan. Hoy mismo me preguntaban si estoy de acuerdo con la reelección presidencial. Estoy de acuerdo con la reelección, pero yo no quiero ni pienso, ni remotamente, en una reelección unipersonal en el 2013, porque yo sé que lo que yo quiero hacer es simplemente poder cooperar en un periodo para que esta larga transición, con muchos equívocos, falencias y fracasos podamos por lo menos reencauzar la institucionalidad del país. Y así poder ser considerado en el concierto de las naciones un país más serio, por lo menos donde la institucionalidad funcione, donde el Poder Judicial pueda garantizar el respeto a la ley.

–¿Qué garantía le da usted a la propiedad privada?

–La Constitución garantiza la propiedad privada.

–Pero la Constitución tiene también sus recovecos, habla por ejemplo de la función social de la propiedad.

–La Fiscalía, el Poder Judicial son los primeros responsables de hacer cumplir las leyes. No dependerá del Ejecutivo.

–¿Qué significa la descriminalización de la lucha social. Eso no va a significar por ejemplo dar garantías a las ocupaciones?

–No. Hay luchas sociales permitidas, ¿no es cierto?, porque hay mucha inequidad social en el país. Eso hay que reconocer. Pero para mí es un absurdo que 4.000 campesinos sean procesados. ¿Cuántos inocentes hay entre ellos? Que por estar ahí y hacer una manifestación. Esa es la descriminalización de las luchas sociales. Las luchas sociales también tienen un rumbo y también un límite. Hay que tener un límite, y las leyes y las normas tienen que ser para todos por igual y son las que deberán marcar esa orientación y ese límite.

–¿Qué haría con los campesinos sin tierra?

–Una reforma agraria tiene que partir de un catastro nacional de propiedad, que no tenemos en el país.

–¿La tierra es el problema del paraguayo o la ignorancia?

–Las dos cosas. Acá hay una inequidad también. Y tenemos que buscar –todos los estamentos de la sociedad, todos juntos– en igualdad de condiciones, en una mesa amplia, la salida. Creo que es posible que sintierras con gente pudiente, empresarios e industriales podamos sentarnos y por lo menos ver y diseñar la salida menos traumática, dolorosa y violenta que el país necesita para solucionar sus problemas. Y la ignorancia es otro ingrediente grandioso que realmente el país necesita superar.

–¿Qué mensaje enviaría a la gente que le teme a Lugo, a los empresarios, agricultores importantes, ganaderos?

–Que Lugo no está por encima de ley. Que en el Paraguay necesitamos todos esos grupos, los ganaderos, los industriales, que todos respetemos la ley en primer lugar, y que cumplamos. Nuestra misma Constitución dice que todos somos iguales ante la ley. Para mucha gente es un discurso, un verso. Que todos seamos iguales ante la ley para poder construir realmente un país con más equidad, que es lo que siempre propugnamos.