Ministerio Público y la Policía solo realizan esporádicos allanamientos

A un mes del cobarde asesinato de nuestro corresponsal Pablo Medina y la joven Antonia Almada, en Villa Ygatimí, el Ministerio Público y la Policía Nacional se encuentran sin norte para seguir con meridiana certeza de éxito los pasos de los responsables del horrendo crimen. En las últimas semanas realizaron apenas esporádicos allanamientos.

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Con los últimos operativos, algunos sin ningún sentido ni resultado, solo hubo hallazgo de marihuana y campamentos de productores de la hierba.

La investigación del caso entró en marcha lenta desde que fueron presentados los informes periciales, el pasado 30 de octubre, cuando el Ministerio Público y la Policía Nacional confirmaron los nombres de los autores materiales e intelectuales del doble homicidio: Vilmar Acosta Marques, Wilson Acosta Marques, Flavio Acosta Riveros y Arnaldo Cabrera López.

Quedan aún muchas preguntas por responder. Sobre todo, por qué en esa ocasión informaron solo del cruce de llamadas hasta pasadas las tres de la tarde, con quiénes más se comunicó el prófugo Vilmar “Neneco” Acosta, ¿solo con Cristina Villalba? ¿Aparecieron otras autoridades entre las llamadas?

Desde entonces, solo hubo allanamientos en la zona de Itanará y Ypejhú, sin mayores resultados que pudieran conducir al esclarecimiento del hecho.

El único fiscal de campo es el agente Lorenzo Lezcano, quien además debe atender miles de procesos ordinarios en su unidad natural de Salto del Guairá y solo en su tiempo disponible sigue el caso Medina. También investiga el caso la fiscal coadyuvante Sandra Quiñónez.

En la última intervención, el pasado jueves 13, desmantelaron un campamento ubicado en el predio de la estancia “Trigueñita y Vaca Saite”, propiedad de Narciso Faladini, según la Policía. Allí encontraron unos 1.020 kg de marihuana picada. No hubo detenidos.

Los uniformados manejaban la información de que en el sitio había un campamento donde podrían haberse refugiado los hermanos Acosta Marques y Vidal Yuner Acosta Marques, todos prófugos.

Según la misma fuente, los remanentes de bosques de la zona de Ypejhú (donde actualmente es intendente Emigdio Morel, de la ANR), Villa Ygatimí (José A. Martínez del PLRA) e Itanará (Juan Carlos Habegger, de País Solidario) en su mayoría son empleados como campamento de desalijo y prensado de marihuana.

El trabajo de Inteligencia de la Policía Nacional tampoco logró datos muy reveladores.

La mayoría de las informaciones procesadas son datos proveídos por efectivos asignados en la zona de Ypejhú y por el Departamento de Investigaciones. Ningún miembro de estos estamentos policiales fue cambiado tras el asesinato ocurrido en octubre pasado.

Pero además, esos datos procesados se siguen filtrando como desde un principio en esta investigación.

El hecho queda demostrado por la falta de aprehendidos en los campamentos marihuaneros.

Todo igual

La frontal lucha contra el narcotráfico que se suponía iba a desatarse en el departamento de Canindeyú, tras el asesinato del periodista Medina y la joven Antonia Almada, hasta ahora no se dio.

Desde el asesinato de Pablo, ni un gramo de droga de ninguna especie fue decomisado en Salto del Guairá o en comunidades limítrofes con el Brasil.

En Salto del Guairá, donde están los patrones que adquieren la droga de los productores narcos de la zona de Curuguaty y venden en el Brasil, no fueron “molestados” por los investigadores, hasta ahora.

Tampoco los narcos que operan con cocaína, pasta base de cocaína y crack no sufrieron “molestia” alguna como parte de la investigación.

Si bien los narcos tropiezan con pequeños inconvenientes con la situación presentada, tras el asesinato de Medina, todos estarían operando como si nada hubiera ocurrido, “importando” el polvo blanco desde Bolivia, Colombia y Perú y “exportando” al Brasil.

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