Nueva izquierda sepulta a Marx para reconquistar el mundo

Los desfasados principios socialistas de lucha de clases o violencia guerrillera, derrotados con la caída del Muro en 1989, fueron reemplazados por una rara ensalada vanguardista escudada en lemas de apariencia noble como “igualitarismo”, “diversidad” o “derechos de las minorías” para reconquistar el mundo, advierten los autores de el “Libro Negro de la Nueva Izquierda”, los argentinos Nicolás Márquez y Agustín Laje, en esta entrevista realizada en ocasión de la presentación en Asunción de su obra la semana pasada.

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–El título es muy llamativo. ¿En qué consiste esta obra que vinieron a presentar en Asunción?

–(Nicolás Márquez) Fuimos invitados por la Fundación Issos, que promueve las ideas de la vida, la libertad y la propiedad privada. Es cierto, tiene un título llamativo, ya ha generado mucho debate en la Argentina y en otros países de América Latina. Esperamos que se discuta bastante también en Paraguay. Hemos consultado muchos autores sobre este tema. Tanto Agustín como yo somos autores. Yo tengo 12, él cinco obras ya editadas y consideramos que este tema que enfocamos aquí es lo más fresco en actualidad.

–¿Qué quieren decir en esa obra? ¿Por qué lo presentan al Che Guevara con labios pintados?

–Márquez: En la tapa se lo ve a Che Guevara envuelto en un pabellón de la diversidad, con los labios pintados, con el puño feminista en lugar de la estrella revolucionaria, un poco mostrando la metamorfosis.

–Cambio en qué sentido...

–Márquez: Se da la paradoja que la nueva izquierda, a diferencia de la izquierda tradicional que era terriblemente cruel con la homosexualidad y con todas las diversidades sexuales y con todas estas tendencias –en Cuba hasta los enviaban a campos de concentración– levanta el banderín del comandante Guevara como símbolo de la liberación sexual. Pone de manifiesto una contradicción de la izquierda, reconvertida llena de contradicciones recurriendo a cualquier símbolo hasta de manera caricaturesca para conquistar prosélitos a su causa.

–¿Cómo era y cómo es ahora?

–Márquez: Antes era la lucha de clases, el obrero, la guerrilla. Ahora son grupos específicos de minorías puntuales que la izquierda los usa como tontos y los teledirige para su causa, para volver a ser como antes de la caída del muro.

–¿Cómo se presenta?

–(Agustín Laje) Adquiere banderines simpáticos que no deja ver a la gente que le sigue lo que hay atrás. Por ejemplo, las marchas de “Ni una menos“, las manifestaciones del feminismo radical. Dicen que luchan contra la violencia del hombre hacia la mujer. Si alguna vez el feminismo lo que demandó fue la igualdad ante la ley, el acceso a la ciudadanía, el feminismo de hoy, lejos de estar en esas nobles causas lo que promulga es un odio sistemático y feroz contra los hombres. En Argentina amanecen de tanto en tanto las paredes pintadas con leyendas tales como “Muerte al macho“, “Hétero muerto, abono para mi huerto”, “La vida es corta, hacete torta”, “aborto a los hombres” y cosas por el estilo. Se crea una sensación de guerra de sexos... Asumen el conflicto entre sexos como un oxigenador para la izquierda.

(Márquez): Lo que llama la atención es que en forma sistemática atacan el sistema de vida occidental. Reivindican al Che y al comunismo de Castro o de Chávez, pero se hacen los distraídos con el patético rol que por ejemplo tiene la mujer en Medio Oriente y con los homosexuales que son ahorcados por el delito de sodomitas en esa región del mundo. Promueven un odio manifiesto a la civilización occidental que paradojalmente por su libertad y su democracia les da a estos grupos todas las posibilidades de manifestarse y desarrollar su proyecto de vida.

–¿Un adiós a las armas en busca de nuevos paradigmas?

–(Laje) Ese paradigma de las armas es justamente el que se busca sustituir. El modelo de guerra de guerrillas ha fracasado. El más claro y reciente ejemplo es la derrota de las FARC en Colombia. Pidieron un acuerdo de paz. Ese acuerdo contenía 111 veces la palabra “género”.

–¿Qué tiene detrás?

–(Laje) La pregunta es: ¿Qué tiene que ver la palabra “género” con el acuerdo de paz por un conflicto armado? La nueva izquierda lo que desea puntualmente en Colombia es que las FARC se desactiven para reemplazar el paradigma de la “revolución armada” por la “revolución cultural”, eso quiere decir control de los medios de comunicación, de las escuelas, la política, el internet, etc. Es un paradigma muy nuevo que recién lo estamos viendo emerger. De eso hablamos en el libro.

–¿Dónde está el enemigo si ya no son las Fuerzas Armadas?

–(Laje) Ellos miran con antipatía a las Fuerzas Armadas pero ya no lo demonizan como antes. Para hacer la “revolución cultural“, que es una revolución invisible, ya no hay que explotar bombas ni hay que matar a nadie, el objetivo es destruir a las instituciones custodias de la tradición cultural. ¿Usted vio cómo en las manifestaciones en Argentina fueron a quemar las catedrales o a provocar escenas de aborto libre en la calle? Familia y religión son los principales enemigos de estos sectores. Ya no es un problema de clases, de Marx, Lenin o de Mao. Es cultural, relacionado con Gramsci o la Escuela de Frankfurt...

–¿Cuál era la Escuela de Frankfurt?

–(Laje) La que reformó el marxismo tradicional para mezclarlo con el sicoanálisis de Freud para entender por qué los obreros no hacían la revolución en Estados Unidos –era porque vivían bien– para concluir que se debe encarar una lucha cultural y no de clases. Esta escuela irrumpe en los años sesenta en Estados Unidos con los Hippies, en Francia con el Mayo Francés en el 68. Estamos viendo cómo los procesos intelectuales y la guerra cultural es una guerra milimétrica, que avanza por milímetros y que si no se le pone un alto llega, como está llegando ahora...

–Ya no se habla de Marx. Se habla de Gramsci...

–(Laje) Gramsci fue un periodista italiano que escribió de filosofía, líder del partido Comunista. Fue preso por Mussolini. Fue cuando escribió sus “Cuadernos de la Cárcel”. El habla sobre lo fundamental que era para la revolución de izquierdas controlar la escuela, los medios de comunicación para hacer la “revolución gradual y pasiva”, que es justamente la “revolución cultural”: ir avanzando de a poco, sin que se note.

–Marx sustituido por Gramsci...

–(Márquez) Es un cambio estratégico, con mensajes simbólicos, estéticos. De Marx rescatan la idea de generar un conflicto irremediable, que para él era la lucha de clases (el francés) Michel Foucault es otro apologista ferviente defensor de forjar el tema del microconflicto, el personal, el intrafamiliar. Por ejemplo, victimiza a los delincuentes. Los hace ver como sujetos expulsados del mercado que se revelan contra el sistema opresor y que en todo caso merece la glorificación antes que la sanción. Era un homosexual militante. Decía que el loco era otro agente de la revolución y que no hay que internarlo en establecimientos clínicos. Nada tiene rigor científico. Todo tiende a fomentar el conflicto. Un ideólogo bien actual es el vice presidente de Bolivia Álvaro García Linera, un gramsciano que ha escrito muchos libros. El ha declarado que busca hacer del indigenismo un movimiento oprimido por el hombre blanco europeo. Es decir, se busca cambiar la dialéctica del materialismo histórico del marxismo por un conflicto cultural a través de etnias, de asuntos sexuales, delictuales, ecológicos, todo lo que pueda potencializar el conflicto.

–¿Por qué en Europa y Estados Unidos, la gente vota de nuevo a nacionalistas: Donald Trump, Marine Le Pen...?

–(Laje) No tiene que ver con el terrorismo en sí sino cómo desde Occidente se lee el terrorismo. Es decir, acá hay otra máscara que no tiene que ver con el libro. Es el multiculturalismo que cobija por ejemplo el movimiento migratorio. En las marchas anti Trump había por ejemplo pancartas “Alá es Grande” o a favor del Jihadismo. Lo que surge ahora es la antítesis.

–¿Qué es?

–(Márquez) Y es lo que estamos viendo: Donald Trump, el Brexit, Marine Le Pen, los movimientos alternativos en Europa. La centroderecha clásica no ha sabido oponerse ni acomodarse ni aggiornarse. Entonces llegó un momento en el cual entre la centro derecha y la centro izquierda social demócrata no había casi diferencia ideológica. No solo pasó en Europa. En América Latina le tenemos a (Sebastián) Piñera en Chile. Fue un fiasco. No fue una derecha en serio. Juan Manuel Santos en Colombia resultó ser un traidor. Es decir, las propias centroderechas fueron izquierdizandose, o por cobardía, por falta de convicción o por falta de determinación o lo que fuera.

–Entonces, naturalmente aparecen las reacciones...

–Son derechas que no están conformes con esta derecha claudicante o colonizada culturalmente por la izquierda. Aparecen expresiones radicalizadas como Donald Trump que se sale del esquema tradicional del Partido Republicano para reaccionar contra una agresión político-cultural que creció con la dinastía Clinton proyectada en Obama, teledirigido por los Clinton, no era Kennedy ni mucho menos. Es una nueva izquierda dentro de la cual los republicanos no saben cómo pararse hasta que aparece alguien que se parece más a un nuevo derechista europeo que a un republicano tradicional norteamericano como es Donald Trump...

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