“Al pueblo ya no se le engaña con eso”, dijo Medina, obispo emérito de Misiones y Ñeembucú, sobre los políticos y poderosos que nombran a Dios para defenderse de las acusaciones de corrupción. El religioso enfatizó que si verdaderamente se arrepienten deben “devolver lo que robaron”.
“Son cínicos. Y el cínico invoca a Dios sin hacer lo que Dios manda”, destacó monseñor en entrevista en radio ABC Cardinal 730 AM. Indicó que con esa actitud lo que pretenden es calmar la conciencia.
El acusado senador colorado cartista Bogado lloró e invocó a Dios durante la audiencia preliminar del caso “niñera de oro” el martes pasado ante la jueza Rosarito Montanía. “Mi banca es de Dios” y “los jueces dan sentencia, pero el único que juzga es Dios”, fueron algunas de sus frases.
Pese a las lágrimas del parlamentario, la jueza Rosarito Montanía dispuso el pasado martes que existen méritos suficientes en la imputación contra el senador para elevar el caso de la “niñera de oro” a juicio oral y público. Previamente, la magistrada rechazó la serie de incidentes y pedidos de sobreseimiento definitivo de la defensa de Bogado, Gabriela Quintana y Miguel Pérez, quienes también afrontan la causa.
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Monseñor Medina se refirió también a los poderosos, los narcotraficantes que “ayudaron” a la gente necesitada. “La gente no tiene noción de la justicia y la caridad. Es una mentalidad aberrante, equivocada, que nuestra gente no entiende, sobre todo porque se rige por la necesidad”, destacó.
“Estamos en presencia de los cínicos que dicen ser inocentes, invocan a Dios, van a rezar, pueden decir hasta frases de la Biblia, pero eso no les exime de la culpa que tienen porque es sabida la culpa, hay evidencia (de sus actos ilícitos), y al pueblo ya no se engaña con eso. Invocan eso (a Dios) para calmar la conciencia”, dijo.
Como conclusión, Medina manifestó que si ellos (los corruptos) realmente quieren salvarse ante la sociedad, ante Dios, “tienen que devolver lo robado”.
Son repetitivos los casos en que políticos vinculados a hechos de corrupción y delincuentes, como narcotraficantes, se muestran como personas religiosas y supuestamente sensibles a problemas sociales.
