Paraguay tiene una identidad fuerte comparado a los demás

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Patricio Gajardo, director del Instituto Republicano Internacional (IRI) en México, organización no gubernamental asociada al Partido Republicano de EE.UU., repasa su experiencia en más de 60 elecciones. Pondera los logros económicos del Paraguay, recomienda el diálogo para resolver las intolerancias políticas y califica al país como una nación con identidad propia en América Latina difícil de doblegar por sus vecinos de la región.

–Dicen que usted se conoce la historia política de cada uno de los países de América Latina de punta a punta. ¿Hace cuánto tiempo?

–Desde 1992. La primera observación que hice fue en Perú en la Constituyente de (Alberto) Fujimori. Nadie quería ir a Perú entonces. Todo el mundo le tenía miedo a (grupo terrorista) Sendero Luminoso.

–¿Cuántas veces en Paraguay?

–Estuve en el proceso para la elección de Nicanor (Duarte Frutos), de (Fernando) Lugo. En los noventa participé de varios proyectos de elecciones con el tribunal (TSJE).

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–Esa tendencia a la reelección, ¿es normal desde que se reinstauró la democracia en América Latina?

–El tema de la reelección realmente comienza con (Carlos Saúl) Menem en los 90. Luego lo lleva Fujimori. Sigue (Fernando Henrique) Cardoso en Brasil. Todos comenzaron a empujar por el tema reelección.

–Se fue acomodando la Constitución a los Presidentes...

–Claro. Fue cambiando a pedido de los mismos partidos o por el mismo líder interesado en continuar. El presidencialismo no es una sola persona. Es un conjunto de políticas institucionales que involucran a todos los poderes del Estado. Nadie cambia la Constitución porque no le gusta a una persona o a un partido. Lo importante es que el sistema perdure. El Presidente no es todo en un proceso político. Una sola persona no va a cambiar un proceso. El Gobierno es de todos: diputados, senadores, el sector civil, las universidades. El color político no puede hacerlo solo. Todos tenemos cosas que aportar desde una visión país. Es bastante idealista lo que digo pero tenemos que empujar esa idea.

–En el Paraguay el debate se centra en el financiamiento de los partidos. No hay igualdad de oportunidades. ¿En qué debe cambiar la ley electoral?

–Bueno, eso se tiene que regular. Incluso en Estados Unidos eso no se ha regulado. Se ha tratado de hacer un sistema mixto, una parte dinero privado y otra parte dinero estatal. Eso es un proceso interno de cada país.

–Acá se comprobó que narcotraficantes financian campañas de algunos candidatos...

–En México, por ejemplo, el ente electoral recibe un fondo que se destina a los distintos partidos que vayan a correr por una elección. No hay primarias pero sí hay generales. El Estado paga las campañas. Eso no ha evitado que otro tipo de dinero entre a la campaña. En la campaña de Obama los ciudadanos podían donar 5 dólares para el partido. El otro tema es transparentar todo el proceso.

–¿Cuál es su opinión sobre los que apuestan a varias canastas?

–Eso ya es como jugar en el casino: apostar a varias fichas.

–Es una realidad...

–Claro. No pasa solo en Paraguay. Eso pasa hasta en los países más desarrollados. No se puede saber todo lo que viene y todo lo que sale pero sí por lo menos conservar las reglas claras.

–El fenómeno Odebrecht (la multinacional brasileña a la que se acusa de haber pagado campañas) ¿no obliga a replantear el sistema?

–Recién se está viendo el impacto de este fenómeno Odebrecht porque ha estado en todos los países. Hay que ver bien cuál es el rol del sector privado en nuestros países. Si hay o no relación entre los políticos y el sector privado, entre la sociedad civil y los políticos, los medios de comunicación, quién controla qué y cómo. Tiene que haber balances entre todos estos sectores. Tiene que haber controles internos en los países para que no sea uno el que controle todo.

–En el otro extremo están los países dirigidos por virtuales dictaduras: Venezuela, Nicaragua...

–La situación de Venezuela es bastante seria en el sentido de las violaciones a los derechos humanos. Las protestas continúan. En algún momento eso va a explotar. Es una olla de presión. Esperemos que no ocurra una guerra civil ni nada pero va encaminado a eso.

–Se cuestiona la eficacia de organismos internacionales como la OEA para dar un corte a la opresión que sufren los venezolanos...

–En Venezuela no va a haber intervención externa. Hay gente que estaba a favor del gobierno y que ahora se vuelve en contra por la falta de víveres. Yo creo que la presión internacional tiene que seguir. Venezuela no está sola. Yo creo que el proceso dentro de la OEA funciona mucho mejor que en épocas anteriores. Hay más unidad y más debate. Es un contexto que toma tiempo. Ellos mismos (el Gobierno de Maduro) deberían darse cuenta que deberían abrirse y sentarse a la mesa a dialogar. Hay que insistir en esto.

–¿Cuáles son los países de los que se debería seguir el ejemplo?

–No hay una fórmula igual para todos. Depende de quiénes son los actores, de quiénes gobiernan los países. En Chile, por ejemplo, funcionó una fórmula económica que comenzó en la dictadura (de Augusto Pinochet). Políticamente quedamos rezagados por mucho tiempo hasta que se formó una concertación política. Los diferentes partidos comenzaron a trabajar en forma conjunta. El objetivo fue mejorar la calidad de vida de todos, no solamente de los de un partido. Se formó un proceso en el cual cada gobierno que llegaba seguía la misma política económica. Costa Rica sigue siendo un país muy tranquilo en ese sentido. Sigue creciendo económicamente. Con Uruguay pasa lo mismo. Son países donde el tema educación es muy importante. Se mantiene un proceso estable donde no hay, digamos, procesos de violencia, narcotráfico agudo, problemas fuertes. Es el eje que los une. Está Perú que ha ido creciendo económicamente muy bien. Dominicana también lo ha hecho bien por bastante tiempo.

–¿Por qué Perú, después de tanto terrorismo?

–El tema económico ha sido bastante estable desde (Alejandro) Toledo en adelante (2001-2006). Se pudo encaminar lo que Fujimori hizo, aunque Fujimori pueda tener muchos cuestionamientos en la parte de derechos humanos...

–Nadie creyó al principio pero la (presidenta) Bachelet fue salpicada a través del hijo en corrupción, hasta en Costa Rica hay casos. En Uruguay..., todo relacionado con licitaciones y negocios del Estado...

–Hoy por lo menos podemos decir que se sabe que está pasando eso. Antes ni se sospechaba que había gente en el Gobierno robando o en procesos de corrupción. Son las nuevas tecnologías, los medios de comunicación, las redes sociales las que están transparentando cada vez más los movimientos de los servidores públicos. En el caso de la Bachelet, ella nunca fue señalada directamente. Tiene un proceso a través de un familiar que afectó en algún momento su campaña y su Presidencia, cosa que debe ser bastante dolorosa para ella como madre. Hay un proceso judicial que está investigando.

–Con toda esta experiencia nefasta, ¿vale la pena la reelección?

–Yo personalmente estoy a favor, pero una reelección de un solo período al estilo Estados Unidos. Personalmente creo que lo más sano es la no reelección. El estilo mexicano tiene un período de seis años de Presidencia y nunca más vuelve a candidatarse el Presidente. La figura de una persona no es aval de que van a mejorar las cosas a futuro. Tiene que pensarse en un contexto de mejorar la administración de un país. No es personal el tema.

–¿Cuáles son los países que están en peor situación?

–El caso haitiano es emblemático. Con todos los recursos que le ofreció la cooperación internacional sigue siendo un país con muchos problemas, no solamente por el terremoto. No hay cimientos fuertes para decir que es un país demócrata. Son muy individualistas en ese sentido. Nosotros insistimos en el diálogo, no solamente entre políticos sino entre asociaciones de la sociedad civil. Debate solo no conduce a nada.

–¿Cuál es su opinión del proceso paraguayo?

–Económicamente le ha ido muy bien. Se ha destacado de 10 años a esta parte. A vuelo de pájaro, hay aspectos que hay que mejorar. Hay momentos álgidos de intolerancia. Si no se destapa un poco la olla de presión, eso se rompe. Insisto: el diálogo es la herramienta. Hay que acostumbrarse a sentarse a la mesa. Mi organización trabaja mucho en las mesas de diálogo. La gente se conoce mejor. Democracia y libertad de expresión no es solo debatir a través de los medios. La cuestión es estar en la mesa y buscar las soluciones que sean buenas para todos...

–La discusión por la enmienda para reelegir al Presidente por poco no terminó en tragedia...

–Hay que preguntarse si se preparó a la población, si se dialogó. Hay que analizar los errores que se cometieron. Dentro del contexto de América Latina, Paraguay es un país que se ve más estable si se lo compara a otro. Vea la violencia de Centroamérica, la de México. Paraguay tiene un proceso (democrático) de más de 25 años y eso es algo difícil de cambiar de la noche a la mañana. Ustedes tienen que sacar lo positivo del proceso.

–¿Le sirvió a Paraguay apartarse del proceso bolivariano en el que estuvo a punto de entrar en tiempos de Lugo?

–La misma pregunta se puede hacer a Argentina, que tuvo muy buena relación con el chavismo por mucho tiempo. Los países somos independientes. No creo que la ideología de un país o de una persona pueda influir tanto para cambiar el curso de la historia de otro país. Creo que el contexto de Lugo se pudo haber dado en ese sentido y que dejó el poder por otros motivos, no sé, o que si esa fue la causa, no sé. No creo que eso haya influido tanto como para decir: “por poco Paraguay no fue miembro del Alba”. Además, Paraguay tiene como ese contexto de aislado, por el mismo contexto geográfico que tiene. Es un país con identidad propia, el idioma incluso lo protege. El guaraní lo pone completamente separado de los demás...

–“Una provincia rebelde”, le dicen...

–No rebelde, sino diferente. Creo que ese contexto hay que destacar de lo que es Paraguay. Tiene una identidad muy fuerte si lo va a comparar con otros países. Eso debería ser como un centro de unión entre todas las diferencias que hay o que puedan haber dentro del país.

Ese contexto creo que debería incluso explotarse más, en el sentido de que “somos diferentes pero algo nos unifica” y que por eso tenemos que empujar todos hacia la misma dirección y no empujarse unos contra otros eternamente...

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