Políticos atornillados en los cargos no dejan emerger liderazgos alternativos

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En algunas cuestiones el cartismo tiene razón, como por ejemplo en marcar la diferencia entre la vieja y la nueva política, pero como se ha visto en los cuatro años que lleva desde su triunfo electoral (abril de 2013) la nueva política en versión cartista no deja de ser una retórica vacía de contenido muy similar a la actitud de quienes –sin ser de HC– están atornillados al poder por décadas.

Esta es la actitud de la clase política en general que resiste los reclamos de renovación y va camino a convertirse en una gerontocracia, que además de tener tufo de corrupción, traba el acceso de jóvenes y de representantes genuinos de la sociedad. 

No es un sello exclusivo de Honor Colorado buscar la renovación a través de transmitir sensación de recambio y aggiornarmiento por medio de figuras nuevas, pero no de cambio de sistema, de uno antiguo a otro nuevo. Los ensayos que se pusieron en práctica en ese sentido mediante el concurso de los denominados outsider terminaron confirmando la tesis del gatopartismo: cambiar algo para no cambiar nada. 

Generalmente el político gatopardista es un maestro que sabe qué jugada hacer anticipadamente y qué pieza ceder para no perder la partida; es un conocedor de la idiosincrasia partidista y de los rumbos de la historia política, que le ayudan a decidir qué concesiones hacer a los transformadores, para sobrevivir a los cambios. 

Seducen los nuevos

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Así se movía el príncipe don Fabrizio Salina en la novela de Giuseppe Tomasi de Lampedusa, quien empujó a su sobrino a infiltrarse en la guerrilla enemiga, inclusive a casarse con la hija del líder revolucionario para luego acoger a la pareja en el palacio a convivir con la aristocracia, obligando a los demás a adecuarse de esa forma a los nuevos tiempos sin cambiar nada, por lo menos hasta su muerte. 

El gatopardismo como táctica política y el empleo de outsider son herramientas para retardar el cambio entre un sistema antiguo y uno nuevo. ¿Y esto por qué? Básicamente porque la ciudadanía se deja seducir por rostros nuevos y determinaciones superficiales y efectistas, de esas que producen consecuencias inmediatas en la gente, con la ayuda generosa de flashes, cámaras, redes, marketing, etc. 

Cuando en la Revolución Francesa se habló del régimen precedente (monarquía absolutista) hubo cierta tensión entre los revolucionarios para consignar dicho régimen con la denominación de “ancien regime” que para algunos resultaba simplemente lo viejo vs. lo nuevo, pero para los verdaderos ideólogos de la revolución consistía en cambiar no solamente un gobierno sino “la forma ancianne” de la propia sociedad, con sus poderes, tradiciones, costumbres, mentalidades e instituciones. 

Desde entonces quedó claro que para hacer cambio de régimen o para introducir modificaciones en el mismo no es suficiente cambiar el gobierno sino eliminar los obstáculos que los impiden, que incluyen a personas atornilladas en el poder y la mentalidad de la gente, de la ciudadanía en general. 

En nuestro país existe una casta política que recurre a todos los medios a su alcance, incluido el recurrir a ousiders, gatopardismo, el engaño y otras formas propias del “ancien regime”, en algunos casos para revivir episodios que resultan útiles y eficaces para el continuismo, y en otros para autoprotegerse de los transformadores. 

En ese sentido, la resistencia a cambiar la ley electoral a fin de eliminar las listas sábana, y evitar el control del origen del dinero sucio en campañas electorales son actitudes ancianas de temor a la renovación, frente a una propuesta nueva de una ciudadanía que demanda, además de nuevas figuras, nuevas políticas públicas y una más activa participación. 

Envejecen y se enriquecen en los cargos

Esa casta política inamovible está conformada por personas que no solamente se van envejeciendo sino también enriqueciendo en el cargo; por familias que cuando ya colocaron a todos sus miembros en la función pública se rotan en los cargos como si estuviésemos en un régimen hereditario.

La conforman también los movimientos y partidos que tienen dueños que deciden sin mayores consultas más que con cercanos adulones. Muy pocos personajes forman parte de la excepción a esta regla.

En cada zona del país existen clanes familiares adheridos a los partidos tradicionales y nuevos partidos-viejos que no dejan emerger liderazgos alternativos. 

Algunos de ellos son los siguientes:

Nombres, apellidos,familias por regiones

Los Acevedo de Pedro Juan Caballero, los Vázquez, los D’Ecclesiis, los Maggi Rolón y los Vera Bejarano de San Pedro, los Franco de Fndo. de la Mora, los González Daher de Luque, los Cardozo, Buzarquis, Ovelar y Soto Estigarribia de Caaguazú, los Núñez de Villa Hayes, los Salinas de Itauguá, los Maldonado y Gómez Verlangieri de Limpio, los Urbieta de Concepción, los Zacarías Irún de Alto Paraná, los Samaniego y los Wagner de Asunción, los descendientes de Lino Oviedo, los Monges de Paraguarí, los Villalba de Canindeyú y muchos otros. 

Además, los que se atornillaron y se hacen reelegir sine die, como Juan Carlos Galaverna, Víctor Bogado, Carlos Filizzola, Blas Llano, Blanca Lila Mignarro, Oviedo Matto y J.M. Bóbeda, Ramona Mendoza, por citar solamente algunos. 

Todos ellos contribuyen a que resulte imposible cambiar el régimen antiguo, que no terminó con la caída de la dictadura, por uno nuevo que no consiste en presentar rostros nuevos ante las pantallas para hacer atractiva la oferta electoral o para mitigar el rechazo a las listas sábana. 

La ciudadanía debería asumir con mayor compromiso el rol que la Constitución Nacional asigna a los electores: participar en la constitución de las autoridades electivas ya sea votando o aceptando el reto de candidatarse y competir para romper las barreras que impiden una mejor representación y calidad de la democracia. Estos ingredientes mejorarán nuestro sistema representativo.

Resumen de la nota anterior

Votar en las próximas elecciones es una oportunidad, pero también es un riesgo para el país si los que votan con el corazón (por razones emotivas) y el estómago (por razones de necesidad) no son advertidos del peligro que representa un proyecto basado solo en el prebendarismo y la buena imagen. Para ello, la ciudadanía o quienes ofertan a su nombre, deberían construir un relato capaz de confrontar la oferta engañosa porque esta tendrá consecuencias nefastas en el futuro de nuestro país, debido a una mala elección.

ebritez@abc.com.py