El efectivo quedó preso en su unidad, a cargo de su jefe, el comisario principal Julio Melgarejo Cáceres. Sin embargo, al desatarse los disturbios que precederían al crimen en el local del PLRA, el citado agente se escapó de su unidad, tomó una escopeta de la armería y un casco táctico, supuestamente sin ninguna orden verbal ni por escrito, de acuerdo con un escrito remitido por la Comandancia al Juzgado.
El policía no representaba un peligro para la sociedad, según un test psicológico que le practicaron recientemente, tras el problema con su mujer.