Si uno conduce su vida mirando el retrovisor, se va a estrellar...

–¿Cuál es la trascendencia de este banco?

–Es un ente financiero multilateral creado en 1970 por los países de la Comunidad Andina de Naciones como una herramienta para el desarrollo de Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela. El banco fue creciendo. Hoy son accionistas 19 países de América Latina y del Caribe. Se incorporaron además España y Portugal. CAF está hoy día con un nivel de operaciones financieras que le llevan a una cartera de 20.000 millones de dólares. Las aprobaciones anuales son por 12.000 millones. Paraguay tiene aprobados en los últimos cinco años créditos por 1.300 millones de dólares, alrededor de 250 millones por año.

–¿Cuál es su preparación?

–Soy egresado de la Universidad de Buenos Aires. Hice maestría en La Sorbona I (Pantheon) en Política Económica Internacional. Tengo una maestría en administración de empresas (MBA) en la Universidad de California (UCLA), cursos de competitividad en Harvard. Estudié Desarrollo Económico y Fortalecimiento de Capacidades en China (Taiwán), donde viví un tiempo. Estuve destinado en la ONU en Ginebra. Fui el negociador de Paraguay para Mercosur ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) cuando se lanzó la Ronda Doha. Estuve como representante alterno en la Aladi. Siendo canciller tuve unas negociaciones muy difíciles en Itaipú y Yacyretá. Fuimos los que eliminamos el “factor de ajuste” de la deuda de Itaipú. Fue un gran avance, unos 10.000 millones de dólares.

–¿Tiene idea de cuánta inversión por año necesitamos en el país para llegar a niveles de desarrollo?

–Paraguay está invirtiendo el 2,5% del PIB en infraestructura en los últimos años. La media de América Latina es del 3%. Para que América Latina alcance los niveles de inversión en infraestructura de los países del Asia o los países desarrollados tenemos que llegar a entre 5 y el 6% del PIB. Eso equivale en América Latina a una inversión de 300.000 millones de dólares. Paraguay tiene una necesidad más amplia de inversión. Estamos inferiores a la media de América Latina. Tenemos que buscar el equilibrio.

–Hay unas críticas muy agudas contra el Gobierno por el endeudamiento...

–Un nivel de endeudamiento manejable está entre 19% y 22% del PIB. Lo que hay que considerar siempre es la calidad de la deuda, quién presta, a qué tasa, a qué plazos se está endeudando el país y cómo está desarrollando su manejo fiscal para poder atender los servicios de ese crédito.

–Existe un temor latente de que esto se convierta, como decían en los años ochenta, en “deuda externa, deuda eterna”.

–Históricamente, Paraguay es uno de los países con más tradición de sostenibilidad en su política macroeconómica. En algunas ocasiones hemos tenido dificultades, pero en toda la era democrática Paraguay tuvo una conducta bastante buena en materia de disciplina fiscal. El desafío es la calidad del gasto. Endeudarse no es malo si eso le va a permitir capitalizarse. La prudencia macroeconómica es fundamental, pero también es importante la calidad de la inversión y de la gestión microeconómica. De qué le sirve tener reservas muy importantes. Tiene que haber empleos vinculados a esa inversión. La microeconomía también es importante.

–¿Qué país es ejemplo exitoso en la lucha contra la pobreza?

–Perú es un país que ha tenido un nivel de crecimiento muy importante a través de un manejo prudente macroeconómico. Colombia es otro. Paraguay es un país que tiene un manejo macroeconómico muy solvente, y eso no hay que desconocerlo. Es el único país que conserva la misma moneda, el guaraní, desde su creación...

–Y, ¿cómo explica que sea el país más atrasado de Sudamérica y uno de los más corruptos?

–Bueno, esas son cuestiones de transparencia, de niveles de inversión sociocultural que tenemos que hacer y que tiene que ver con la educación. Paraguay necesita una inversión sustantiva en educación y desde la infraestructura básica. Son procesos. La corrupción es el obstáculo más dañino que hay para poder integrar a la sociedad.

–Hay tejes y manejes que salpican hasta a funcionarios de entes prestadores...

–La diferencia de CAF con otros entes financieros multilaterales, BID o Banco Mundial, que imponen un procedimiento, es que CAF respeta la legislación de los países. Nuestras condiciones para una operación de crédito son, en primer lugar, la calidad del proyecto, un proyecto concreto con un destino concreto. En segundo lugar, que la contratación pública sea en el marco de la ley del país y de su regulación administrativa. Eso le da a CAF autoridad para exigir el cumplimiento de la ley que es obligatoria a todo ciudadano del país donde se va a ejecutar la obra. El tercer elemento es que sea una licitación pública, transparente y abierta a nivel internacional. Además, los desembolsos de la CAF van directamente al Ministerio de Hacienda, no a terceros. El funcionario de CAF tampoco toca ni ve el dinero que se transfiere electrónicamente al Tesoro del prestatario. También tiene que estar aprobado por el equipo económico nacional y tiene que estar comprobado y establecido que es una prioridad. La CAF además no tiene ningún antecedente de corrupción.

–¿Cuál es el mejor camino para dejar atrás la pobreza y la corrupción?

–Necesitamos una integración interna a través de la construcción de infraestructura que nos una físicamente. Necesitamos invertir más en educación. La otra inversión es construir la infraestructura que nos permita acceder más fácil a los mercados a través de nuestros vecinos.

–Tenemos solo un puente con Brasil y dos con Argentina. Increíble...

–Un puente con Brasil, y después la frontera seca; dos puentes con Argentina, una de la época de la Segunda Guerra Mundial (ironiza por Puerto Falcón)...

–¿Cuánta responsabilidad nuestra y cuánta de los vecinos en este atraso? Hace 34 años sepultaron los Saltos del Guairá para terminar un conflicto con Brasil. El resultado: Itaipú. ¿Valió la pena?

–Muchas veces se generaliza la crítica sobre el papel de nuestros diplomáticos. Históricamente el Paraguay ha tenido, tiene y va a seguir teniendo gente de altísima calidad intelectual y moral, con capacidad y talento para negociar desde su situación mediterránea. Con sus luces y sombras, yo creo que Itaipú ha sido el factor de desarrollo del Paraguay, igual que Yacyretá. Yo creo que la resolución de ese conflicto con Brasil tuvo un impacto sustantivo en nuestro desarrollo económico. Está bien. Podemos observar, cuestionar, reclamar y anotar los errores para no volver a equivocarnos. Pero también tenemos que reconocer las virtudes, las contribuciones que se hicieron a favor de nuestro desarrollo económico y social. Nadie puede ignorar lo que son hoy Ciudad del Este, Pdte. Franco, Hernandarias, hasta Caaguazú y Pedro Juan Caballero. Hay desarrollo por donde quiera que vaya. Hoy son ricas zonas productivas agrícolas, factores de grandes ingresos de divisas. El beneficio fue mayúsculo. Lo mismo pasó con Yacyretá...

–Pero ¿le pudimos sacar más provecho o no?

–Le pudimos sacar más provecho, claro que sí, y vamos a sacarle más provecho. Ya verán. Ahora bien, hay que aprender de lo que no se hizo pero proyectar sobre lo positivo el futuro. Si uno conduce su vida mirando el retrovisor, se va a estrellar. Hay que mirar para adelante a fin de evolucionar y crecer.

–¿Los argentinos y brasileños siempre buscan embromarnos, como se dice?

–Yo no creo que Argentina o Brasil tengan agenda antiparaguaya o un propósito de absorber al Paraguay. Tenemos todas las condiciones para salir adelante. Tenemos que fortalecer nuestras capacidades. Lo importante es el objetivo superior y común, y no pasa por embromar a los socios.

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