–No tiene un nombre conocido. ¿De dónde es, profesor Aguilera?
–Mi nombre completo es Raúl Aguilera Méndez, oriundo de Altos. Aunque quise ser médico, tengo una formación en el campo educativo eminentemente, como mi madre y mis cinco hermanos. Soy maestro de educación primaria, evaluador educacional de Secundaria, licenciado en Ciencias de la Educación por Filosofía UNA, magíster por el Instituto de Altos Estudios Estratégicos y doctor en Educación por la Universidad Americana. Estuve más de 20 años en distintas funciones en el MEC y en los últimos cinco años en Aneaes, la Agencia Nacional de Evaluación y Acreditación de la Educación Superior, la certificadora.
–¿Quiso ser médico?
–Sí, pero como no teníamos medios –mi padre fue conductor de transporte público– mamá me convenció. Me dijo: “¿Por qué no te recibís de maestro y después con lo que ganes te financiás tu carrera de Medicina?”. No me quedaba luego otra alternativa. De esa anécdota van 30 años y nunca más tuve tiempo de pensar en ser médico. Estoy metido hasta la coronilla en Educación. Con decirle que ya en el 92 fui convocado para trabajar sobre el primer diagnóstico de la reforma educativa... Me vinculé a la educación superior en el ISE, a las universidades.
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No hubo forma de seguir mis ideales de médico (sonríe). Fui director de los supervisores del Paraguay, entre otros puestos. No he dejado de enseñar. Es mi conexión con la realidad.
–¿Usted es político?
–No, pero estoy afiliado (al partido Colorado)
–¿Cuál es la directiva que tiene ante la campaña electoral?
–Pedí permiso para que me permitan hacer proselitismo con buenas acciones, con buena gestión y que se puedan visibilizar los logros educativos en este corto tiempo, por lo menos indicadores de gestión.
–¿Por qué se critica tanto el nivel de nuestra educación, la reforma?
–Yo creo que se dieron reformas interesantes. Hay más niños en el sistema. Donde no hemos pegado fuerte y que es lo sustantivo es mejorar la calidad de los aprendizajes. Necesitamos que la ciencia nos saque la fotografía más actualizada del sistema educativo y en base a eso proponer un nuevo proyecto (de reforma) que no va a ser en este Gobierno. Lo máximo que podemos llegar ahora es construir un consenso. Necesitamos después una ley de financiamiento de la educación, que permita que ese proyecto pueda tener continuidad, que fue el gran problema de la reforma educativa del 92.
–No tenía financiamiento
–Tenía financiamiento parcial. Los recursos eran mucho más limitados. No hubo continuidad, por ejemplo, el plan de extender el horario de las escuelas con desayuno, almuerzo y útiles. Lo ideal es llegar en algunas comunidades a las ocho horas.
–¿Hay experimentos de ese tipo?
–Hay. Tenemos una orientación para iniciar en 676 instituciones en donde vamos a meter tics (provisión de tablets, de recursos tecnológicos y conectividad para que alumnos y profesores puedan investigar usando internet), con almuerzo. Es el modelo que queremos que vaya creciendo.
–En una declaración dijo que quiere hacer una reforma “al estilo Paraguay”. ¿Qué quiso decir?
–Eso significa darle más activa participación a los educadores. En Paraguay no somos como otros países donde, ante el llamado de un especialista, vienen cientos de personas a concursar por un cargo. Las autoridades confiaron en las propuestas (extranjeras) y ahí tal vez faltó mucho el condimento nacional. Si bien el proceso inicial de la reforma se inició bajo el liderazgo de connotados intelectuales de la época como el doctor Ramiro Domínguez, Montero Tirado y otros, teníamos una necesidad de construir una propuesta más apropiada a nuestra realidad. La teoría que sostiene al currículum no es mala. Es buenísima. El problema es bajar esa teoría a nivel de aula.
–¿Se les dieron muchas facultades a los extranjeros?
–No es que se les dio la bandera del país pero, quiérase o no, hubo adaptaciones a las experiencias de otros países de la región...
–Y en este país no somos muy iguales a nuestros vecinos...
–Tenemos una característica un poco diferente a otras naciones...
–Somos bilingües, en primer lugar...
–Somos bilingües, además nuestra geografía tiene regiones muy diferenciadas. Tenemos otros problemas de tipo social en las zonas metropolitanas que nos obligan a repensar en un sistema educativo para cada uno de los contextos. Tenemos regiones geográficas donde el monocultivo y una serie de elementos económicos han avanzado considerablemente...
–En estos días de vuelta a clases, se escuchan muchos lamentos de docentes que se dicen impotentes para obligar a sus alumnos a leer por lo menos. Si se les aprieta y aparecen los padres. No quieren comprar un libro...
–En muchos lugares, nuestros educadores reciben poco apoyo de la familia, en algunos contextos inclusive la familia quiere que la escuela asuma el rol de la familia. Eso es impensable. Estamos en una institución social donde cada uno tiene que hacer lo suyo.
–“Qué puede hacer uno por el Estado y no que el Estado se ocupe de uno”, como decía Kennedy...
–También la sociedad y los medios en general fueron extremadamente duros con los maestros. Tenemos héroes anónimos que están trabajando con abnegación, que han hecho innovaciones admirables. Somos 80.000 docentes con un poder social extraordinario. Si pudiéramos lograr un simple acuerdo de cambiar, de transformar, de exigirles a los alumnos, a trabajar dentro de un marco de disciplina pedagógica, este país puede dar un salto cualitativo muy rápido hacia adelante.
–¿Hay que hacer siete mil reformas, como dijo alguien por ahí por la cantidad de establecimientos educativos?
–Eso dijo un educador, un académico destacado, Luis Fernando Ramírez. Es una frase para pensar. Tenemos una burocracia desmedida.
–Si no pueden con una reforma edilicia, ¿qué será con la reforma educativa?
–Ese es otro tema, pero entiendo el mensaje y me duele. En el 2012 se realizó un estudio y se detectó que para poder solucionar integralmente el problema se necesitaban unos mil millones de dólares. Después vino la creación del Fondo para la Excelencia. No pudimos arrancar en forma pero en estos dos últimos años ha cobrado impulso. La buena noticia es que vamos a invertir casi 100 millones en infraestructura en forma sucesiva. Va a llevar su tiempo.
–La realidad es que la marcha sigue siendo paquidérmica, como la historia del mamut peludo de “La Era de Hielo”.
–Somos un poco lentos y eso nace de la desconfianza. Hay múltiples filtros jurídicos que se crearon como consecuencia de los actos de corrupción que son de público conocimiento. Eso enlentece el proceso y también la fuerte centralización. Aún con sus errores y corrupciones, yo apuesto por los municipios y las gobernaciones para dar vida a las comunidades educativas.
–Si Singapur tenía menos resultados que Paraguay hace 60 años y hoy tiene un ingreso de 40.000 dólares por cabeza, es porque dijeron: “Vamos a cambiar ya”...
–Hoy estamos cerca del 4% del PIB de inversión en educación. Lo ideal es llegar al 7%. Pero si uno mira la inversión en educación de estos países, ellos sobrepasaron los 10, hasta 14% y más inclusive. Los países que dieron el salto y el mejoramiento de su sistema educativo son aquellos que han hecho fuertes inversiones. Nosotros, con el Fondo para la Excelencia, la parte de los recursos del Fonacide destinada a la educación, estamos dando los primeros pasos.
–Si este Parlamento decide sancionar una ley que destina el 7% del PIB a educación desde este año, ¿es concebible o es descabellado?
–Lo ideal es 7% como recomienda Unesco como arranque, no como techo. Esto está atado a la realidad financiera, a los ingresos públicos. Urge una normativa que hable de la ley del financiamiento de la educación, una hoja de ruta que, sin importar los gobiernos, los tiempos y los períodos podamos financiar todos los programas educativos.
–Los socialistas culpan al “imperialismo” de nuestro atraso. Pero en Estados Unidos, los jóvenes de Microsoft y de Facebook son los que más fortuna hacen, no los militares. Es su ingenio. Dicen que un americano medio lee por lo menos 1.600 libros y acá si alguien leyó 50 puede considerarse satisfecho...
–La lectura en las escuelas es un déficit nacional. Estamos planteando un mensaje muy potente al inicio del año. El lunes daremos lineamientos sobre el valor de la lectura en el sistema educativo. Necesitamos estimular la lectura. Gracias a la tecnología tenemos acceso a materiales muy importantes pero otra vez todo está atado a la conectividad. Entiendo que la inversión en Tics va a ayudar bastante para que a través de ese medio podamos llegar a más alumnos y más docentes pero sobre todo, tenemos que triplicar la inversión en la formación de los docentes si queremos mejores resultados...
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