Torturados y estrangulados aún siguen desaparecidos

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En la fecha se cumplen 40 años de la desaparición de los hermanos Benjamín y Rodolfo Ramírez Villalba, Carlos Mancuello y Amílcar Oviedo. El 21 de setiembre de 1976 fueron brutalmente torturados y luego estrangulados en sus celdas por sus cancerberos, quienes procedieron con alevosía y ensañamiento cruel, además de crueles apremios físicos, relata el abogado de DD.HH. Rodolfo Aseretto, basado en datos del “Archivo del Terror”.

Señala que los citados jóvenes, además de Luis A. Wagner, Evasio Benítez Armoa y otros, intentaron eliminar al dictador Alfredo Stroessner a la altura de Plaza Uruguaya, pero el plan fracasó al no explotar la bomba que prepararon para su objetivo a causa de la sulfatación de las pilas que iban a utilizar en el operativo.

“A raíz de eso fueron apresados y permanecieron esposados y engrillados en una pequeña celda del Departamento de Investigaciones, a cargo de Pastor Coronel. Fueron torturados de todas formas: sumergidos en pileta llena de agua sucia de orina y excrementos de los anteriores torturados. Se le aplicó la picana eléctrica, que eran unos bastones utilizados para mover toros de gran porte. Recibieron latigazos por todo el cuerpo, se les arrancó las tetillas con pinzas, se les levantó las uñas con lezna, material que utilizaban los zapateros. En fin, recibieron todo tipo de torturas y maltratos. Tenían la cabeza rapada como los judíos de los campos de concentración. Las espaldas y la pectoral llenas de cicatrices”.

Según Aseretto, los torturadores eran seres humanos que realizaban su “trabajo”, volvían a sus casas y pasaban como padres ejemplares, inclusive acudían a templos religiosos para “orar”. “Eran verdaderas bestias, seres monstruosos, como salidos de una película de ficción. Solo que sus víctimas eran seres reales, que perdieron todo, amigos, familia, hasta sus propias vidas por el ideal de vida digna para todos los paraguayos”, expresó Aseretto.

El propio Alfredo Stroessner los visitó una noche para interrogarlos. Ante Camilo Almada Morel (Sapriza) les advirtió que debían decir que querían matarlo, caso contrario, no amanecerían con vida.

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