Tratan de parar la violencia con la construcción de un estadio

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Se trata de una experiencia inédita que busca romper un paradigma negativo de la sociedad, muchas veces lapidaria, con respecto a las hinchadas de los clubes. El arquitecto Alfredo Angulo, que dirige la construcción del nuevo estadio de Cerro Porteño, ofrece detalles de este proyecto social que involucra a unos 70 hinchas que eran catalogados como peligrosos e incorregibles y que concita la atención internacional.

–Tiene una gran repercusión internacional este modelo de incorporar hinchas de Cerro para construir su estadio...

–Sí, somos conscientes de eso. Hasta tenemos un documental que se filmó aquí y que fue para concursar en el Festival de Cannes. Periódicamente nos visitan enviados de la prensa extranjera. Realmente no habíamos calculado la repercusión que iba a tener esta experiencia.

–¿Cómo es? 

–Bueno, básicamente este es un proyecto social que busca romper un paradigma negativo que tiene la sociedad, muchas veces lapidaria, con respecto a las barras organizadas. La incorporación de los hinchas comenzó a partir de la prohibición municipal a la permanencia en las calles de limpiavidrios y cuidacoches...

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–¿Cuántos son? 

–Unos 70. Fluctúa. Tratamos de conseguir que sean buenos trabajadores y se formen hasta que sean buenos profesionales. Ellos vinieron porque necesitaban un trabajo y sobre todo porque querían servir al club de su amores. La Fundación Cerro Porteño, que se encarga de las divisiones menores, nos pidió que les demos cabida. Ellos no tenían ninguna preparación y planeamos un programa de inserción. Los que trabajan no tienen antecedentes penales, pero estaban catalogados como hinchas peligrosos, incorregibles. Con el tiempo vamos descubriendo en ellos a personas dignas y, a través de ellos también creemos que podemos contribuir para reducir la violencia en el fútbol. Hace bastante que no escuchamos tantos problemas entre barras como antes. El club les da la oportunidad de insertarse. Es una tarea conjunta. Los apadrinamos, los cobijamos, les damos esa contención que necesitan...

–No debe ser fácil... 

–Les hablamos muchísimo. Hay que tenerles infinita paciencia. Igual me traicionan, igual me embroman, pero de alguna forma conjugo con ellos para transmitir ese valor agregado que queremos darle al emprendimiento que tenemos. Ellos transmiten naturalmente mucha alegría, espontaneidad. Hasta para mí es una experiencia nueva. Estoy aprendiendo bastante de todo esto...

–¿Qué categoría tienen? 

–La mayoría son ayudantes, la categoría básica. Ganan 100.000 por día. Hacen de todo. Algunos tienen actividades bastante riesgosas: trabajan en altura, acarrean materiales a un quinto piso. Hay seguridades personales que se tienen que tomar. En general son bastante arrojados. No miden el peligro. Como son nuevos en este metier (de la construcción), cuando se les encomienda algo no se amilanan. “Metele nomás, no te va a pasar nada cuate”, dicen. Pero no es así. Si les pasa algo grave, el problema se va a transferir a todo el grupo, a todo el club. Eso se trata de hacerles entender...

–¿Cómo es el día a día, en qué problema les mete? 

–De repente pueden llegar con olor a guarapo (alcohol), con rastros de una noche agitada. Por ejemplo, tuvimos casos de chicos que encontramos fusilados, muertos de cansancio en un pasillo, durmiendo, sin saber nosotros si está muerto o en coma o si se cayó de cansancio. La realidad es que no aguantaron el ritmo de la farra combinado con el trabajo del día siguiente. El que viene así expone al club y a sus propios compañeros de trabajo, compromete esta experiencia que hasta ahora es muy positiva para todos, porque si la obra para el perjuicio es enorme.

–Ya les paró la Municipalidad una vez... 

–Sí. Los obreros quedaron parados por 15 días. Nadie les devolvió la plata por ese paro. No hubo un argumento razonable. La intervención no tenía ni pies ni cabeza. El trasfondo fue evidentemente político.

–¿Por qué político? 

–Dijeron que querían hacer una “revisión técnica”. Así le llamaron. Paramos la obra. Nuestra gente quiso ir a manifestarse frente a la Municipalidad. Fue una semana después del incendio del Congreso. Lógicamente querían ir a prenderle fuego a la Municipalidad. Estaba de moda...

–¿Los hinchas de Cerro? 

–¡Claro! En la obra si no se trabaja no se cobra. Es así de simple. La repercusión en las redes sociales fue tremenda. Coincidió que fue Lunes, Martes y Miércoles Santo, es decir, se quedaron sin ingreso toda una semana, todo por un show mediático...

–¿Mario Ferreiro quiso un show mediático?

–Yo no le encuentro explicación. Tal vez haya sido una estrategia. Era en esos días en que se barajaba el nombre de Mario Ferreiro para Presidente, pero tampoco entiendo que sea una estrategia positiva andar mal con “el Ciclón de Barrio Obrero”, o porque (Ferreiro) sea del otro club (de Olimpia), ¿qué tenía que ver una cosa con la otra? No entendíamos, o si querían plata, eso no podía ser porque nadie le va a sacar un cobre a Cerro Porteño. Entonces, si buscamos una explicación, yo no encuentro.

–Pero se derrumbó algo ahí en el estadio...

–Se derrumbó una escalera. Nunca rehuimos la responsabilidad. Fue responsabilidad de la empresa contratada. Estaban todas las justificaciones. Gracias a Dios no hubo ninguna víctima. Fue un accidente de obra. Pero ¿cómo se puede parar una obra emblemática por ese tipo de cosas? 

–¿Cuántos metros fue el derrumbe? 

–Como cinco metros cúbicos. Era una escalera de 2,50 metros. Fue un tramo nomás, ni siquiera la escalera. Sucedió mientras se estaba cargando. Los mixers estaban bombeando. Justo comenzó a llover. Se formó como un pequeño raudal en la base de los puntales. Eso ablandó el suelo y se vino abajo el encofrado. Sucede en un montón de obras.

–¿Cuánto cuesta el estadio?

–Cuando quede habilitado en setiembre, estimamos en poco más de 15 millones de dólares. Incluye vestuarios a la altura de los grandes estadios europeos. Se instalará un monitoreo de cámaras de seguridad de alta tecnología, pantallas led gigantes, uno de 16x9 metros para televisar el partido y otro de 110 metros lineales por un metro de ancho, para la publicidad.

–¿Para cuántos espectadores? 

–Para 42.500 sentados.

–¿Cómo se financia? 

–Con la venta de palcos, 13 vidriados a nivel de césped con capacidad para 18 personas cada uno y 80 a nivel superior. Habrá estacionamiento interno para un total de 600 vehículos, patios de comidas, shopping, salas de exposiciones permanentes de productos comerciales. Este no será solo un estadio de fútbol sino un centro de eventos con área de Fun Fest, área comercial por donde pueden circular fácil 10.000 personas.

–¿Está inspirado en qué estadio? 

–En ninguno. Rescatamos la idea de La Bombonera en cuanto a los palcos da nivel de cancha.

–¿Se puede evaluar a esta altura el cambio en la conducta personal de los hinchas? 

–Es muy corto todavía el tiempo para evaluar la conducta personal de cada uno. Sí podemos decir que más de la mitad de estos jóvenes se mantiene firme desde hace un año y cuatro meses. No conseguimos nada todavía probablemente, pero es un intento que vale la pena comprender, difundir y copiar, porque muy poca gente se acuerda de la gente necesitada, por lo menos de la que nos rodea. Hay que ponerse de repente en el cuero de ellos. Esto es como una escuelita. Nos obliga a ser tolerantes hasta donde se pueda.

–¿Son de las dos barras? 

–Sí, la mitad son de “La Plaza” y la mitad de “Comando”. Ellos no se toleraban allá afuera, pero cuando se conocieron en la obra se hicieron amigos. Se hizo también un casting para el documental que se envió al Festival de Cannes (en Francia).

–¿Qué dicen ellos? 

–Ellos dicen que no quieren plata y que su deseo es que su nombre figure como un hincha de Cerro que construyó su propio estadio, el estadio del club de sus amores. Los veo contentos. Nunca se les dio oportunidad de entrar para hacer algo por el club. Andaban por los alrededores a la pesca de una entrada gratis o se los veía en la cancha a la hora de los partidos. De repente, a algunos se los reclutaba para pintar las gradas a cambio de entradas.

–¿Cuál es su parentesco con los Angulo que dirigieron Cerro? 

–Mi abuelo fue Nicolás Angulo (presidente en 1942-43) y mi tío fue Gerónimo Angulo Gastón (1972-74). Conozco las instalaciones de Cerro desde que era criatura.

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