Un crimen esclarecido pero sin ningún detenido

A un mes del asesinato del corresponsal de ABC Color en Curuguaty, Pablo Medina, y de Antonia Almada, el caso se encuentra esclarecido, con un autor moral, dos materiales y un cómplice identificados. Sin embargo, todos están prófugos. Las derivaciones del crimen desnudaron la conexión del narcotráfico con los líderes políticos de Canindeyú. Pero aún resta por conocer quiénes fueron los que impulsaron y allanaron el camino para que un traficante llegue a la intendencia de Ypejhú y desde allí ordene el atentado.

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La tarde del 16 de octubre de 2014 ya forma parte de la historia trágica de nuestro país.

Así como un 26 de abril de 1991, durante los festejos del Día del Periodista, la mafia asesinaba al comunicador Santiago Leguizamón en Pedro Juan Caballero, hace un mes, en Villa Ygatimí, departamento de Canindeyú, narcotraficantes mataban a tiros a Pablo Medina y a su acompañante Antonia Almada.

A la mañana de ese día, Pablo fue hasta la Colonia Crescencio González, donde le habían avisado que había una plaga agrícola.

Las investigaciones dan cuenta de que a las 11:00, Flavio Acosta Riveros, sobrino del entonces intendente de Ypejhú Vilmar “Neneco Acosta, se encontraba en ese mismo lugar. Inclusive había recibido una llamada de su tío que ya monitoreaba todos los movimientos.

A la vuelta, Pablo, quien se desplazaba a bordo de una camioneta Mitsubishi L-200, fue seguido por Flavio, a bordo de una moto. De Ypejhú venía raudamente el otro matón, Wilson Acosta, hermano de Neneco.

Durante ese tiempo, Flavio Acosta llamó varias veces a Wilson, posiblemente para reclamarle que se retrasaba en llegar a algún punto convenido para perpetrar el atentado.

En alguna parte del camino, que se sospecha fue aproximadamente a la altura de Cuatro Bocas, Flavio se adelantó a Pablo Medina.

Y a unos 10 kilómetros de Villa Ygatimí se encontró con Wilson.

Eran las 14:32. Los dos pistoleros, vestidos con uniformes para para’i, eligieron un lugar desolado para señalar a Pablo que detenga la marcha de la camioneta.

Pablo bajó el vidrio, pero no del todo, y allí Wilson le preguntó “¿nde (sos) pio el Sr. Pablo Medina”, a lo que el colega le respondió afirmativamente.

En ese momento, Wilson metió una escopeta calibre 12 en el espacio abierto de la ventana del conductor. “Ani che japíti” (no me dispares), le suplicó Pablo.

Pero Wilson disparó la escopeta. Pablo, en un afán de protegerse, levantó el brazo izquierdo en donde impactó la bala y luego en la cabeza.

Acto seguido, Flavio con una pistola calibre 9 mm le disparó dos veces a la altura del tórax.

Posteriormente disparó en el brazo y en la cara a Antonia Almada, quien había quedado petrificada al ver lo que ocurría.

Pablo murió en el lugar y el auxilio a Antonia ya no alcanzó para salvar su vida.

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