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El atentado en el que fallecieron Pablo Medina y Antonia Almada fue perpetrado el 16 de octubre de 2014, a las 14:32, en un camino rural de la ciudad de Villa Ygatimí, a 305 kilómetros del centro de Asunción, la capital del Paraguay.
Un fino trabajo de investigación encarado por la Policía y la Fiscalía permitió determinar, apenas al cabo del primer mes del doble homicidio, que el autor intelectual del hecho fue el entonces intendente de Ypejhú, Vilmar Acosta Marques, y que los ejecutantes de la siniestra orden fueron su hermano mayor Wilson Acosta Marques y el sobrino de ambos, Flavio Acosta Riveros.
Wilson disparó a Pablo con una escopeta y Flavio utilizó una pistola.
Automáticamente, los tres principales involucrados pasaron a ser los criminales más buscados del país. El 8 de diciembre de ese mismo año, cayó en Ypejhú Arnaldo Javier Cabrera López, quien era un “secretario” de Vilmar. El detenido confirmó todos los puntos de la hipótesis fiscal-policial. Actualmente, cumple una sentencia de cinco años por no haber avisado del plan de asesinato.
“Fueron mis rivales políticos”
El presunto mandante del ataque, “Neneco”, cayó preso el 4 de marzo de 2015, tras cinco meses en la clandestinidad. Cuatro policías paraguayos y un policía civil brasileño lo ubicaron frente a un supermercado de la ciudad de Caarapó, estado de Mato Grosso del Sur. Tras su detención, se declaró inocente. En una charla con un periodista de ABC Color, en Brasil, dijo que el crimen de Pablo fue ordenado por sus rivales políticos, a quienes acusó de cobardes.
“Neneco” va a afrontar juicio, si es que no sucede nada raro, desde este lunes en el Palacio de Justicia de Asunción.
Su hermano mayor, Wilson, sigue fugitivo, presuntamente en el lado brasileño. Desde el crimen, nunca hubo al menos un indicio concreto de su posible paradero.
Flavio, en tanto, fue apresado el 9 de enero de 2016 en Pato Branco, Brasil, luego de que le pegara a su mujer. Está preso en Foz de Yguazú, en espera de su extradición a Paraguay.