El ausentismo estuvo causado más por el temor de la gente a exponerse en las calles, que por el acatamiento de la medida. La huelga de las centrales obreras (CCT, CUT-A, CPT, CGT, CUT, Cesitep y Fenaes) culminó ayer en un acto que tuvo lugar en el centro capitalino, donde se reunieron aproximadamente 3.000 personas para escuchar los discursos de Aldo Snead, Julio López, Sonia Leguizamón y José Pineda.
Snead, titular de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), y uno de los oradores en el acto de clausura, destacó la convocatoria del Gobierno, que a su criterio significa un reconocimiento al sindicalismo. Adelantó que acudirán para negociar y no defraudarán el reclamo de la huelga. “No más arrodillamiento. Es la hora de la clase trabajadora. El Gobierno y sus secuaces deben escuchar a los obreros”, precisó. El sindicalista sostuvo que desde el Gobierno recibieron la amenaza de que se declararía ilegal la huelga, “pero aquí está un pueblo que sufre injusticias”.
Tanto Snead como el animador del acto, Gabriel Espínola, rechazaron una posible intención de la patronal de descontar el día no trabajado. A su turno, Sonia Leguizamón indicó que la postura de los trabajadores es clara con respecto a la Ley de Alianza Público-Privada. “Esta normativa debe ser derogada. Además se debe conceder el aumento del salario mínimo del 25%”.
Verónica Barrero, del gremio de los universitarios, repudió la política económica del Gobierno, que no quiere invertir en educación. “Aquí estamos para decir basta a la APP, porque las privatizaciones solo enriquecen a un grupo empresarial y a los políticos”, dijo. Sectores como los indígenas, los gays y lesbianas también estuvieron en el acto, pero no tuvieron la oportunidad de expresar sus ideas.
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