Temer, un abogado de 75 años, que fue elegido junto a la destituida presidenta brasileña Dilma Rousseff como vicepresidente, se convirtió semanas atrás en el Jefe de Estado del Brasil, cargo cuyas funcionas ya interinaba tras la suspensión de Dilma Rousseff en mayo pasado.
El nuevo Mandatario realizará una visita oficial al Paraguay el próximo 3 de octubre, el primero en la región y la segunda al extranjero (fue a China, a inicios de este mes).
Técnicos del sector eléctrico instaron ayer a aprovechar la presencia de Temer en Asunción por parte del gobierno de Horacio Cartes para iniciar las conversaciones con miras al 2023, cuando se cumpla el plazo previsto para sentarnos con Brasil a revisar las disposiciones del Anexo C del Tratado de Itaipú, que define las bases financieras y de prestación de servicios y las condiciones de suministro de electricidad de la central.
Los especialistas coincidieron en que esa fecha nuestro país tendrá una oportunidad extraordinaria y que deberá conformar un equipo negociador con los mejores representantes, tal como lo había sugerido el arzobispo de Asunción, monseñor Edmundo Valenzuela.
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Hay otros temas pendientes que nunca se cumplieron del acuerdo firmado por Fernando Lugo y Luiz Inácio Lula Da Silva en julio de 2009 (infografía).
En otro orden, según la prensa brasileña, Temer intenta dejar al descubierto los manejos financieros de Itaipú, la “caja negra”, cuyo control por más de 13 años estuvo a cargo del Partido de los Trabajadores (PT).
Comercio y Mercosur
Entre los temas de la amplia agenda con Brasil se mencionan el comercio, infraestructura (puentes), lucha contra el crimen transnacional (narcotráfico y contrabando), cooperación técnica y militar, entre otros.
En el ámbito regional, resalta la crisis en el Mercosur motivada por Venezuela. Los socios fundadores emplazaron a Caracas a ratificar los acuerdos de Mercosur para evitar ser suspendida del bloque regional el próximo 2 diciembre.
Según datos oficiales, el 60% de las transacciones comerciales se efectúan con Brasil. Unos 500.000 brasileños y descendientes habitan nuestro país dedicados en su gran mayoría a actividades agropecuarias.