¿Por qué comemos tanto en la cuarentena? La Lic. en Sicología Rosanna Acosta explica que la situación de pandemia que obligó a la población a permanecer en cuarentena “ha cambiado nuestra rutina radicalmente y nos pone en un estado de alerta, por toda la incertidumbre que conlleva la circunstancia. Ante esto, muchas veces recurrimos a la comida para tratar de compensar preocupaciones, incertidumbres, tristezas, u otros”.
Además, agrega que un primer paso es “tomar conciencia de cómo nos estamos sintiendo, y cómo nos estamos llevando con la comida; aceptar que estamos viviendo días muy atípicos, con muchas exigencias y desafíos en varios ámbitos (la casa, el trabajo, la familia, los amigos). Y a partir de ello poder organizarse y tratar de disciplinarse con lo que se come y los horarios para eso”. También sugiere comer siempre en la mesa, sentados, evitando comer de pie o caminado, evitar también escuchar noticias, mirar celulares o trabajar mientras se come. Lo ideal es hacerlo en un ambiente de calma.
Otro punto a tener en cuenta, dice la especialista, es planificar las horas para las comidas y lo que se va a comer, listar lo que se va a comprar para la semana o algunos días, tomando en cuenta una alimentación equilibrada, de manera a tener un plan preciso de lo que se va a ir consumiendo.
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Por su parte, Rocío Argüello Ayala, Lic. en Nutrición y máster en Nutrición humana, comenta que en estos momentos de gran incertidumbre es común sufrir de ansiedad, depresión, tristeza, “factores que hacen que nos alimentemos de más, muchas veces sin hambre”. Añade que “al quedarnos en casa tenemos más comida a nuestro alcance todo el tiempo; estamos en un ambiente cómodo, seguro, con ropa cómoda y eso también lleva a un mayor consumo. Además, todo lo que vemos y escuchamos nos produce preocupación, estrés y, en un intento de buscar gratificación inmediata, comemos”.
La experta en nutrición agrega que los alimentos a los que más se recurre para satisfacer ese displacer son los dulces, las harinas y los snacks salados ultraprocesados –no recomendados para la salud y mucho menos para levantar defensas, que sería lo ideal en este tiempo–.
Para hacer un frente a esta situación, la profesional recomienda “comer de forma consciente, comer la mayor cantidad de alimentos naturales bien lavados y desinfectados, bajos en grasas y en sodio, no abusar con las harinas y azúcares, y si es posible consumir más harinas integrales, granos enteros y legumbres, aceites naturales en crudo como el de oliva, frutas y verduras de estación cinco porciones al día y no olvidar las carnes magras; si se puede dos veces a la semana consumir pescado –puede ser caballa o atún por el omega 3 que es antiinflamatorio–”, enfatiza.
También sugiere consumir yogur rico en probióticos, hidratarse bien con agua o infusiones como el té verde –que es un antioxidante natural–, descansar bien, y hacer por lo menos 30 minutos de alguna actividad física placentera.
Recreación también es clave
Acosta también enfatiza que la recreación es fundamental para descender el nivel de ansiedad y descentrar la atención en la comida. “Necesitamos reestructurar, “re-crear” la manera en que nos entretenemos, con actividades sencillas, que no impliquen más exigencias de las que ya se nos presentan. Por ejemplo, escuchar música, cantar, bailar, reunirse virtualmente con amigos o familia (e inclusive jugar con ellos mediante herramientas virtuales). Incluir alguna actividad física, ver películas graciosas, disfrutar de actividades diarias como limpiar u ordenar algún ambiente”, sugiere.
