Su nombre de pila es María Mercedes del Rosario, pero su madrina, que era francesa, la llamaba poupée (muñeca). “Soy hija única, mi niñez fue muy linda, también mi adolescencia, aunque con educación a la antigua, exigente”. Su mamá, Antonia Fruet, era modista de alta costura. “Mientras ella trabajaba, yo siempre estaba a su lado, ponía una muñeca en una silla y la vestía”, recuerda. Egresada del colegio Ma. Auxiliadora, Poupée empezó a cursar secretariado, “pero justo me enamoré y no seguí más. Tenía 13 años cuando le conocí a mi marido y a los 20 me casé. Estudié piano. También fui modelo de mi mamá, iba a Bs. As. a desfilar. Eran desfiles a beneficio”. De aquella época, quedó en nuestra entrevistada la pasión por la moda y el glamour, “para mis 50 años de casada llevé un vestido con escote, me fui toda emplumada”, cuenta con una sonrisa y fiel a su estilo. Siguiendo sus recuerdos, comenta que fue candidata a Miss Paraguay 1957, “era el segundo Miss Paraguay que se hacía. Salí Miss Simpatía, la fiesta de elección y coronación se realizó en el Cine Victoria. Eramos todas chicas de familia; tanto mi vestido de gala como mi traje típico ganaron el primer puesto”. En esa época lo paraguayo se valoraba mucho, aunque el guaraní tuvo sus batallas, “en mi casa se hablaba más italiano y francés, yo no hablo guaraní, pero entiendo porque mi marido (Julio, ingeniero civil) sí hablaba”. Don Julio César Bedoya falleció hace dos años: “Fuimos muy felices, les dimos a nuestros hijos toda la formación profesional que querían. Su partida me bajoneó muchísimo. Al mes me caí y me rompí la cadera, estuve en silla de ruedas, pasé por el andador, después por el bastón, creí que no iba a poder caminar más. Trabajar con mis manos me ayudó a salir adelante”.
Las “petites poupées”
Popupée es madre de 3 hijos, abuela y bisabuela. Como narraba, su talento creativo la ayudó a iniciar una nueva etapa, atravesar y superar el duelo. Además de hacer muñecas, pinta cuadros al óleo. Aprecia todo lo que pueda hacer ella misma, “voy bastante a Areguá a visitar a los artesanos, alguna vez ya me senté en el toldo con ellos a trabajar la arcilla, material tan simple y maravilloso”.
Poupée aprendió a hacer muñecas con una profesora, “hacía solo para mis hijos. Hace un año se me ocurrió hacerlas tipo “almohadoncitas”, empecé a ponerle vestidos románticos, moños, encajes, así empezaron a salir cosas lindas. Las primeras que me compraron fueron mis amigas de la timba”, dice sonriente y sincera. Las muñecas tienen ropa de piqué y también utiliza lana de bebé, “porque son para tenerlas en la cama de los niños, yo diría de 3 años en adelante, hasta chicas de 15 años; muchas me piden con el color de sus vestidos o para la Primera Comunión”. Rellenas de guata, las poupées tienen 45 cm de altura y un precio justo, acorde a la delicadeza del trabajo. Utiliza mucha tela nacional, telas bordadas y encajes de algodón. “Cuido todos los detalles, los ojitos son perlitas negras cosidas y bordadas. Mantengo un patrón, pero innovo, ahora estoy buscando telas para hacerles typói”. La hacedora de estas tiernas muñecas no tiene taller, su casa lo es, mejor dicho, su departamento, donde tiene dos máquinas, una overlock y una recta. “Lo mío es casero, tardo 2 días para terminar una muñeca, pero no estoy todo el tiempo, también comparto momentos con mis amigas y familia, para crear se necesita el cariño de la gente”. Además de las muñecas y la pintura, Poupée borda, hace tocados de novia. “Una amiga, para una boda, me dijo: ‘apoupesame un poco mi traje’ (ríe), es decir, quiere brillos y plumas”. Poupée apoya totalmente los cursos de oficios a nivel país, “antes se daba en las escuelas, es una materia necesaria para que los jóvenes vean la vida diferente y no caigan en las drogas, la delincuencia. Deberían crearse programas para la gente que está en la cárcel, o que vive en el interior. Hacer ferias, exposiciones. Tantas cosas se pueden pensar desde las actividades manuales”. Como creativa, recomienda a las mujeres usar menos tecnología y vivir más los sentimientos: “Saber mirar las cosas que nos rodean, no dar malos ejemplos, tener amigas, dar mucho amor, bendecir a los hijos cada noche. Y agradecer a Dios siempre por nuestras manos y dones”.
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