Fotografiar es solitario

Un ojo agudo, un humor ácido, una moto y una cámara Fuji parecen ser los ingredientes de la fórmula con la que el fotógrafo argentino Walter Astrada (43) hace magia con la fotografía. Con esto en las alforjas lleva recorriendo desde el 2015 unos 100.000 km del orbe en el que su lente ha eternizado casi todo, como conflictos armados, feminicidios y, últimamente, la vida cotidiana de los sitios que visita. Y aunque sostiene que fotografiar es un acto solitario, sus mensajes conmueven a casi todo el globo.

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“Lo que aparece en la fotografía ¿es realmente de lo que querías hablar?”, lanza Walter Astrada a un ávido grupo de 12 personas que participan de su taller de fotoperiodismo en el espacio Mediateca de Asunción, en el marco del Festival de Fotografía de “El Ojo Salvaje”. Sin transición ese dardo inocula el “pienso” de cada uno y revela una verdad obvia e irrefutable: podés decir mucho, explicar demasiado sin embargo ni las palabras más rebuscadas ni las excusas más creativas pueden ante la evidencia de lo contundente: la imagen es la que finalmente habla.

Astrada desembarcó en Paraguay montado en su motocicleta, una Royal Enfield, su fiel compañera con la que lleva recorridos unos 100.000 km desde el 2015, año en que decidió abandonar todo y ver el mundo sobre en dos ruedas y portando su Fuji xpro 2 para cazar momentos y personas. Algunos de los lugares visitados en su recorrido fueron Australia, Indonesia, Malasia, Vietnam, Laos, Tailandia, Birmania, India, Corea del Sur y otros.

Contrasentidos

La idea del viaje surgió cuando estaba trabajando en Haití y decidió que era hora de tomarse un descanso. “Se me ocurrió que podría viajar de mochilero. En Haití usábamos la motito para ir a cubrir las cosas; le pedí a uno de los chicos que me enseñara a conducir una… no me enseñó mucho, salía en segunda… un desastre, pero me permitió andar en moto. Siempre le había tenido miedo a las motos, me parecían peligrosísimas. Un contrasentido porque cubría cosas mucho más peligrosas pero me parecía peligroso andar en moto”, reflexiona el tres veces ganador del World Press Contest (2007, 2009 y 2010) y luego jurado del premio.

Antes de lograr reconocimiento y validación tuvo un largo recorrido profesional. Astrada inició su relación con la fotografía a los 13 años, cuando se sintió conmovido ante unas fotografías del intento de golpe a Raúl Alfonsín en el año 1987. “La verdad es que esas fotos me produjeron cosas, me movieron algo. Y me dije que si alguien puede hacer que con una imagen produzcas algo en los demás… pues me gustaría hacerlo a mí”, rememora este fotógrafo. Antes de colgarse al cuello el invento que permite “dibujar con luz”, Astrada ofició de mecánico de aviones ni bien terminó la secundaria. Mal no le iba, ya que con los primeros billetes ganados pudo comprarse su cámara propia. 

- ¿Qué es para vos al fotografía?

- ¿En qué sentido?

- Y… ¿es una forma de vida?

- No. Es algo que sirve para contar. No soy muy bueno escribiendo; me parece que así como hay personas que pueden describirte un lugar con palabras de una forma increíble, yo puedo intentar en algunas situaciones hacer buenas fotos para que la gente observe lo que vi. En cuanto a la fotografía de prensa, es un medio muy importante para transmitir mensajes y hacer denuncias. Por eso muchos de los trabajos que hice, además de hacer lo que hacía para las agencias, fueron por mi cuenta sobre derechos humanos. En ese aspecto, es una herramienta muy potente de denuncia, de hacer un registro de que en algún momento con los años siempre va a quedar ahí. Nadie va a poder negarlo si hay una imagen del hecho. Lo de medio de vida… bueno, me dedico a ser fotógrafo pero puedo no hacer fotos tranquilamente. Es más, en el viaje hay épocas en las que no tomo muchas. Así que no es que necesito hacer compulsivamente fotos como respirar. Por otro lado, las fotos también me sirven como forma de financiación porque las voy vendiendo. Las tengo en la web ww.wathejourney.com. Al final, a veces me tengo que forzar a mí mismo a hacerlas porque si no, no doy la posibilidad de que alguien quiera colaborar y comprar una foto (risas).

- Contanos sobre la experiencia de World Press.

- El de 2007 gané con un proyecto que empecé sobre violencia contra las mujeres en Guatemala. Eso me permitió volver luego a ese país y terminarlo. Los premios la verdad no te cambian mucho. Luego gané con trabajos desarrollados en África. Los premios te dan la posibilidad de acceder a otras oportunidades. La gente conoce tu trabajo y este ya estaba bueno antes del premio.

Experiencia paraguaya

Astrada también trabajó durante tres años (a principios de este siglo) en Asunción como corresponsal de la agencia norteamericana Associated Press. Volvió a Paraguay luego de 15 años de ausencia. Sobre qué siente al respecto, dice: “No sé cómo explicarlo. Hay muchos lugares que yo los caminaba todo el día. Entonces, es un poco rara la sensación. Es un poco como cuando volví a Buenos Aires, hacía casi 20 años que no vivía ahí y me quedé casi cuatro meses. Hay un tiempo en que la gente siguió haciendo sus cosas y vos te quedaste con la escena con la cual partiste. Cuando te los cruzás hoy y existe un vacío temporal”, detalla. 

De la interacción con fotógrafos y fotógrafas paraguayas dice sentirse sorprendido. “Tenía la idea de cómo eran los fotógrafos de diario y ya. Pero en estos quince años transcurridos (y con la experiencia del taller y del festival) veo que hay muchos más fotógrafos que tratan de ser independientes. Eso es interesante. Gente que hace sus propios proyectos. El taller en sí hay que verlo como un proyecto de cinco días. Me parece que el resultado es mucho más alto del que normalmente tengo o espero para ese lapso. Creo que eso es una maduración en términos fotográficos. En cuanto a las miradas… son variadas. A veces una historia pequeña puede mostrar mucho más. Volvemos a los orígenes: Humanizar nunca es un error en la fotografía”.

mescurra@abc.com.py

Fotos: ABC Color/Arcenio Acuña/ Marta Escurra.

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