Para que una industria alimenticia esté habilitada requiere de normas y parámetros específicos. Asimismo, para lanzar un producto al mercado será fundamental la certificación correspondiente y la etiqueta con todas las indicaciones para el consumidor.
En el caso de los aceites de consumo humano, los mismos atraviesan por procesos y etapas de filtrado a fin de alcanzar la inocuidad y que no afecten a la salud. No obstante, una vez puestos en el mercado, necesitan de una conservación adecuada para evitar inconvenientes en el organismo del ser humano.
“Aquella pila de aceites expuestos al sol, al calor o la atmosfera, por sus consecuencias, puede hacer que se vuelva relativamente tóxico para el consumo humano por el desarrollo de productos oxidados que son dañinos para la salud. El aceite requiere de una buena praxis de conservación por parte del consumidor. Estar al abrigo del sol porque los rayos ultravioletas son oxidantes; al abrigo del calor, además de no abrir los envases y ponerlos al oxígeno del aire. Hay que tener en cuenta que los aceites absorben los olores extraños, entonces, no deberán almacenarse con productos de limpieza”.
REUTILIZACIÓN
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Esta práctica resulta altamente negativa por la oxidación del aceite, una vez que pasó por altas temperaturas. “Al freír el aceite se producen catecolaminas, que son productos de descomposición muy tóxicos. También, en el uso reiterado de aceites pueden quedar partículas de alimento que se van carbonizando y son nocivas para el consumo”.
Es fundamental el control de temperatura a la hora calentar el aceite y nunca debe superar los 170 °C.
(*) Director de Conti Paraguay.
