El cacheo - Dr. Carlos Loup Reyes (*)

Se conoce como “cacheo” a la práctica del corte de los cachos de coco sin estar totalmente maduros mediante un machetillo bien filoso, colocado al extremo de una larga vara de tacuara.

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Los frutos del coco no maduran todos juntos a un mismo tiempo en un mismo cacho, como tampoco los cachos entre sí en una misma planta, sino en un proceso que lleva unos cuatro a cinco meses. Si se considera que una planta de coco silvestre produce entre cinco y 10 cachos, y cada cacho unos 300 frutos en promedio, en una planta de coco maduran y se desprenden unos 10 a 30 frutos por día.

Una vez que el cacho es cortado se interrumpe la maduración de los frutos, la misma no continúa, por lo que el fruto simplemente se seca. No es como la banana, la piña, el tomate, que aún arrancados “pintón”, continúan con su proceso de maduración.

MALA PRÁCTICA

A fines de octubre e inicios de noviembre comienzan a madurar los primeros frutos y se van desprendiendo, de a poco, dos o tres frutos por día. Para fines de noviembre, en algunas zonas, en la creencia de que los frutos ya están maduros, los agricultores arrancan todos los cachos presentes en la planta. Hoy mismo existen zonas en el departamento de Paraguarí, especialmente en donde los cocos ya están totalmente “cacheados”.

El agricultor en la época de octubre no tiene ingresos (Karaí Octubre), por lo que recurre a crédito de los almaceneros que, por lo general, son los propios acopiadores, que son los que se encargarán de comprarles su producción de coco, y hacerlos llegar hasta las fábricas. Cuando los primeros frutos se están desprendiendo, los almaceneros (acopiadores) como una manera de recuperar ya los créditos otorgados, les aconsejan a sus clientes que comiencen a “cachear” los cocos, porque “ya oïma”, y porque estos se deben secar para desprenderse, operación que insume unos 15 días. Al agricultor también le gusta la idea de ahorrarse el trabajo de limpieza de las malezas y recolección al pie de las plantas.

RECOMENDACIÓN

Al trabajo de recolección, se suma el hecho de que la densidad de las plantaciones silvestres en las chacras es baja y el recolector pierde tiempo al tener que recorrer mucho para llegar a cada planta. Por ello, es recomendable que el agricultor se convenza de que debe incorporar al mbokaja como un rubro agrícola más en su chacra, cultivándolo racionalmente a una densidad de 725 plantas en una hectárea, en asociación con otro rubro, sea éste de consumo o de renta. Sin olvidarse de su cajón de káva la reina, para la producción de su miel (eirete).

CÓMO RECONOCER UN FRUTO CACHEADO

A simple vista es fácil distinguir un fruto “cacheado” porque presenta una cáscara (pericarpio) de aspecto rugoso y opaco. En la mano se percibe que es liviano, y con una ligera presión este pericarpio se rompe e inclusive se desmenuza, así como su pulpa harinosa negruzca. Es muy diferente de un coco madurado y desprendido naturalmente, que presenta un aspecto liso y en la mano es pesado. En el coco “cacheado” el pericarpio se rompe hasta el punto de “curuvicarse”, y en el manipuleo se desintegra muy fácilmente, en el roce entre sí de los frutos. La pulpa adquiere un color negruzco. No es fibrosa sino harinosa, y se desmenuza y desprende fácilmente, perdiéndose gran parte en el manipuleo. Su contenido de aceite es prácticamente nulo, y lo poco que se puede obtener es anormalmente oscuro y muy ácido (hasta un 70 % de acidez).

El carozo no llega a lignificar y presenta una consistencia blanda y un color blancuzco opaco, no el negruzco brilloso, y no adquiere la consistencia dura del carozo totalmente desarrollado. Su peso específico es muy bajo, a tal punto que flota junto con la almendra en la pileta de separación. Su poder calorífico es bajísimo.

OTROS DETALLES

La almendra de un coco “cacheado” es esponjosa, con un muy bajo contenido de aceite, apenas un 10 y 15 % en peso, de los 58 y 63 % que es en uno maduro. Forma un expeler desmenuzable, con muy bajo contenido de proteínas. El aceite obtenido es de un color amarillo-rojizo, que no es apreciado en el mercado, con una acidez anormalmente alta, alcanzando hasta un 5 y 15 %, a veces incluso más. Dada esta calidad muy desmeritada, se hace más difícil su colocación en el mercado internacional, aun vendiéndoselo más barato, a costa de sacrificar su cotización.

EL PESO HACE LA DIFERENCIA

Un cajón de coco madurado y desprendido naturalmente de la planta pesa entre 52 y 55 kg en el momento de su recibo en fábrica, a tal punto de tomarse los 50 kg como promedio normal, pudiendo incluso pesar hasta más de 62 kg. Para enmascararlos, los cocos “cacheados” normalmente son entregados por los productores bien entreverados con los maduros, pero pesan, según la proporción de su presencia en la mezcla, entre 40 y 42 kilos, o menos, pudiendo llegar inclusive a apenas los 37 kg.

TRISTE REALIDAD

Se considera que actualmente hasta un 40 % del coco procesado en las plantas industriales del país es “cacheado”. Como su rendimiento industrial es casi nulo, y lo poco que se obtiene de él es de mala calidad, incide negativamente en esa proporción. Vale decir, existe un 40 % de encarecimiento tanto en la operación de recibo, volumen ocupado inútilmente en los galpones, manipuleo extra, ocupación y desgaste de maquinarias y equipos, reparación y mantenimiento, consumo de energía eléctrica, consumo de vapor, 40 % más de ocupación de mano de obra, lo que significa 40 % más de pago de sueldos y jornales inútilmente, entre otros detalles. Todo esto hace que, en general, el costo del procesamiento del coco “cacheado” sea un mínimo de 40 % más caro y tengamos 40 % menos de producto obtenido, no comercializable.

CONVENIENCIA

A los industriales les conviene más pagar un mejor precio por un coco maduro, desprendido naturalmente, antes que pagar un poco menos por un coco “cacheado”. Los industriales deben concientizar a sus acopiadores y sus productores a suspender inmediatamente la nefasta práctica del “cacheo” que, como hemos visto, es un grave perjuicio para ellos mismos y para todo el país. Comprar coco “cacheado”, básicamente, no conviene porque no es rentable.

(*) Especialista en aceites vegetales y derivados.

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