La huerta ecológica urbana - Ing. Agr. Fernando Díaz Shenker (*)

Actualmente, la demanda por productos ecológicos para una sana alimentación sigue una tendencia alcista, ante los riesgos que acarrea para la salud el consumo de alimentos tratados con defensivos agrícolas o expuestos a la contaminación del agua y del aire; a más de aquellos que ingresan de forma ilegal, entre otros.

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Una huerta ecológica urbana, como alternativa, es un espacio del jardín o patio de la casa que se destina al cultivo sostenible de hortalizas diversas; plantas medicinales y aromáticas, ya sea directamente en el suelo, en cajones de madera, envases de plástico con orificios para salida del exceso de agua, macetas de papel o cubiertas, para consumo familiar. Lo importante es aplicar prácticas agroecológicas de cultivo, evitando el uso de insumos químicos. De esta manera, se contará con alimentos inocuos y disponibles durante el año, lo que constituirá, además, una fuente importante de ahorro de dinero para la familia.

BENEFICIOS

Aparte de contar con alimentos vegetales frescos y naturales, existen otros beneficios muy importantes: se ocupa el tiempo en una tarea constructiva, se aprende a estar en contacto con la naturaleza, el suelo y las plantas; puede ocuparse a los menores en algo útil; es una buena alternativa para eliminar o al menos minimizar el estrés, mejorar el estado anímico al tener que cuidar las plantas, lo cual ayuda a mantener en actividad la mente. Se favorece la comunicación entre vecinos y se pueden compartir experiencias exitosas en torno al cultivo de estas plantas, incluyendo a las decorativas y de jardín.

Y, por supuesto, teniendo presente los beneficios ambientales por cuanto se reduce la huella ecológica que cada uno genera, se reutilizan envases desechables, se contamina menos y se ayuda a la salud personal y familiar. Veamos tres aspectos técnicos claves para el éxito de este emprendimiento: las semillas, los cuidados culturales, y la prevención de plagas y enfermedades.

SEMILLAS

Una buena semilla debe poseer un alto poder germinativo: de 80 % como mínimo, ser sana y vigorosa, corresponder a la variedad requerida, y sin mezcla de otras variedades u objetos extraños. Por eso, es conveniente adquirir semillas en sobres o latas, de especies y variedades reconocidas y adaptadas al país, provenientes de firmas y productores serios. Esto, principalmente, para el cultivo de hortalizas.

CUIDADOS CULTURALES

Los cuidados culturales son las tareas a realizar una vez que el almácigo o espacio, recipiente o envase, esté sembrado y también cuando el cultivo ya se encuentre en su lugar definitivo. Los principales son: el riego, la carpida, el raleo y sombreado. Riego: las hortalizas requieren de abundante agua desde la siembra y hasta el momento de la cosecha. De acuerdo a las condiciones de temperatura y humedad, debe regarse diariamente por la mañana y tarde con regadera o similar, de flor fina desde 15 cm a 20 cm de altura. Control de malezas: permite la eliminación de aquellas que compiten con las plantas por el agua y nutrientes del suelo; aparte se ayuda a la aireación del suelo superficial y un mejor aprovechamiento del agua de riego. Se puede realizar con palita de jardín, azadita e incluso con la mano. Raleo: esta práctica se realiza tanto al momento del trasplante (en caso de siembra en almácigo) como en el caso de la siembra directa, con la finalidad de elegir las plantas más vigorosas y mantener la distancia recomendada entre líneas y plantas, de acuerdo a la especie de hortaliza u otras. El raleo se efectúa cuando las plantas poseen de tres hojas a cuatro hojas definitivas. Sombreado: es muy importante sobre todo en hortalizas de hoja, como lechuga, acelga y espinaca, para proteger a las plantitas de los efectos perjudiciales del fuerte sol, evitando así la marchitez y su muerte. Si las plantas se encuentran en recipientes, pueden trasladarse a un lugar con media sombra. Además, cultivar en la época recomendada para el mejor crecimiento y mayor resistencia de las plantas. Sembrar en superficies drenadas, porque el exceso de agua aumenta los riesgos de asfixia de las plantas. Emplear variedades rústicas, adaptadas y resistentes a las condiciones de la zona. Eliminar las hojas y plantas enfermas para reducir las fuentes de infección, particularmente en periodos húmedos. Rotar los cultivos, evitando sembrar siempre una misma hortaliza en el mismo lugar o recipiente. Para ello es muy importante llevar en un cuaderno, o en forma digital, un registro de actividades.

(*) Especialista en Comunicación Rural.

 

 

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