Vida silvestre, bosques y agua - Ing. Agr. Fernando Díaz Shenker (*)

Que la vida de los ecosistemas es dinámica, y las acciones del hombre sobre el medio tienen un impacto positivo o negativo sobre ellos, no es novedad. De hecho, los avances tecnológicos y resultados de las investigaciones emprendidas por institutos y centros internacionales, biólogos, educadores, investigadores y otros, permiten concluir que, hoy, la riqueza mayor de todo país –aparte de la calidad de la educación y salud de sus habitantes– son los bosques nativos, las fuentes naturales de agua, los suelos, la biodiversidad y las especies silvestres.

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Por otro lado, bien se reconoce el valor estratégico del agua para la vida, el saneamiento básico para el bienestar humano, los bosques para la vida de los pueblos originarios, poblaciones, vida animal, aves, insectos, cuidado de los suelos, mitigación de los efectos del cambio climático, implementación de sistemas silvopastoriles de producción pecuaria y mixta con frutales, además de otros emprendimientos agrícolas. Y si bien en el Paraguay existen experiencias exitosas con un buen manejo de los recursos naturales, haciendo un balance, lo que se pierde por falta de planificación y mal manejo en árboles, agua, suelos y vida silvestre supera ampliamente lo que se preserva, maneja y explota de manera racional, sostenible y responsable. El caso del Chaco paraguayo y río Pilcomayo –por citar solo un triste caso de plena actualidad– no deja lugar a duda de que lo que se relaciona con el ambiente y la vida animal bien poco importa.

BOSQUES Y AGUA, SEGÚNLA FAO

“América Latina y el Caribe poseen una enorme riqueza de recursos forestales e hídricos que deben protegerse para erradicar el hambre y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, había expresadola Organizaciónde las Naciones Unidas parala Alimentaciónyla Agricultura(FAO) en el Día Internacional de los Bosques, que se recordó el pasado 21 de marzo. “El agua y los bosques están íntimamente ligados”, había señalado Jorge Meza, dela Unidad Forestaldela FAO, “ya que los árboles filtran el agua, aumentan los niveles de humedad en el aire, la incorporan más profundamente en la tierra y evitan su evaporación”. Segúnla FAO, también, los bosques pueden reducir los efectos de las inundaciones, y prevenir y reducir la salinidad de las tierras áridas y la desertificación. La sequía es uno de los síntomas más negativos del cambio climático. Mediante el almacenamiento del agua, los árboles y bosques pueden fortalecer la capacidad de hacer frente a las sequías. Y esto es lo que precisamente ocurre en el Chaco paraguayo, con la descontrolada deforestación: se tala y se pierde el agua tanto en calidad como en cantidad para el hombre y los animales silvestres y de cría.

LA VIDA SILVESTRE

De más está reiterar la valoración y el respeto que merecen los animales silvestres, domésticos, así como aquellos que se crían con fines comerciales: especies de ganado mayor y menor. El hombre forma parte de los seres que viven en el planeta, quien, por sus virtudes, cualidades y capacidades, tiene la obligación ineludible de velar por el cuidado integral del medio; un compromiso que a todos nos debería obligar a la reflexión. De esta manera, al velar y preservar el equilibrio de los ecosistemas, y permitir que la naturaleza pueda recuperarse a consecuencia de las actividades antropogénicas, se contribuye en gran medida a mantener la vida en el planeta para el hombre y demás seres vivos, con criterios de sostenibilidad.

CONCLUSIÓN

Hoy, en el Paraguay, la indiferencia de las autoridades y organizaciones privadas, la limitada respuesta ciudadana, el poco o nulo debate multisectorial y vinculante en estas cuestiones que nos afectan a todos, y que va a contramano con una preocupación que es mundial, deberían llamarnos al debate serio y reflexivo, para que se protejan los bosques nativos y la fauna silvestre, para que no se repita la triste y lamentable realidad del Pilcomayo. Una sociedad responsable debe cuidar sus árboles, proteger su fauna silvestre, evitar contaminar por doquier, apuntar hacia la mejora del bienestar de sus habitantes, pensar y actuar con visión de futuro sostenible.

(*) Especialista en Comunicación Rural.

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