Muchas son las opciones y hoy no hay reglas, aunque los clásicos arrasan en todas las Navidades. Oro, plata y bronce son los elegidos para los más sofisticados; se ven en estrellas, esferas y anchas cintas –tanto lisas como finamente ornamentadas–. Para un look menos tradicional se mezclan con objetos de tonos pasteles como el rosa o el celeste, y para una apuesta más osada se ven corazones, cajitas de regalo y otros en telas a rayas o bien estampadas.
Los colores tradicionales para vestir la guirnalda y el árbol son los rojos, dorados y verdes simbolizando al amor, la pasión de Cristo y la esperanza; se añade el blanco de la paz.
Originalmente se usaba el pino –por ser un árbol resistente y de verdor impactante–; hoy se recurre a materiales artificiales que lo emulan, y en las últimas temporadas entró fuerte el blanco. La tecnología de las luces led a baterías –sin necesidad de utilizar electricidad– permite crear interesantes arreglos para centros de mesa, combinando guirnalda, luces intermitentes, velas artificiales y pequeños frutos de pino y esferas.
Una opción divertida es la de un árbol “de campo”, adornado con esferas de tela, encajes, galletitas navideñas, rodajas de naranja, que a su vez son aromáticas.
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Una selección local de artesanías, pequeños objetos de barro, madera y tela, tejidos de ñandutí y otros acompañan y combinan con dorados y blancos.
Agradecimientos a Universal Import y Nueva Americana.
