Carlos terminó el bachiller y luego se dedicó al trabajo de pintura. “Esto comenzó con mi abuelo, que era militar retirado, cuando otro señor le enseñó la técnica que estaba aplicando en el Capitolio”. El Capitolio Nacional de La Habana es un edificio construido en 1929 y es una réplica de la Casa Blanca de EE.UU. “Ese señor se encargaba de las restauraciones de la pintura, entre ello, imitación de la madera. Se lo enseñó a mi abuelo, y este a su vez lo transmitió a sus hijos; así, mi padre me lo enseñó a mí”. La técnica quedó en manos de los Hernández. “Nosotros la perfeccionamos; cada uno le da su propio estilo”.
Nuestro entrevistado dice que en esto no hay secretos; solo saber manejar los químicos. “El cliente escoge la madera que más le guste, por ejemplo, una imitación de lapacho o paraíso, y sobre qué superficie la quiere. Las maderas me las sé todas”. Seguro de la calidad de su trabajo, afirma con serenidad: “En YouTube no vas a encontrar nadie que haga este trabajo. Hay imitaciones, pero ninguna es la exacta, tal como la sacamos nosotros”.
El arte de imitación de la madera requiere un preparado especial. “Son fórmulas que confeccionamos personalmente con pinturas; algunas las trajimos de Cuba, y otras las compramos acá. Con esa fórmula dibujamos a pincel. No es un trabajo que pintas y ya, sino que lleva muchas horas; depende de los metros cuadrados y la complejidad; generalmente. tardo uno o dos días. Todo queda tan real que la persona tiene que tocar para saber que no es madera”.
Esta pintura puede aplicarse para la renovación de todo tipo de muebles (cocina, juegos de living, roperos), portones, puertas, paredes, pisos, hasta autos y heladeras. o lo que se desee. “Lo más raro que me pidieron acá fue pintar un techo, que casi todos lo prefieren blanco”, cuenta.
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Sobre la durabilidad, explica que esta pintura no se desgasta. Por los químicos que utiliza, la pintura se mantiene intacta. “Es bien resistente porque se trabaja con diferentes fases, una encima de la otra. Se termina con una especie de resina; queda una superficie gomosa que se puede tocar y, salvo que se dañe con algo punzante o se raspe a propósito (todo eso tiene reparación), se conserva muy bien. También se puede lavar y es mucho más resistente que las pinturas convencionales para pared. La función de la pintura es estética. pero también de protección”, finaliza.
