La revolución impresa en 3D

Todo parece indicar que estamos ante la puerta de la nueva revolución industrial, esta vez de la mano de la tecnología 3D, muy extendida en el mundo, y que con la globalización no tarda en llegar al país. Recientemente, un joven estudiante armó en Paraguay la primera impresora 3D de código abierto gratuito, que se puede copiar incluso a sí misma.

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Una impresora 3D realiza impresiones de diseños tridimensionales, creando piezas o maquetas volumétricas partiendo de un diseño hecho en una computadora. Es decir, convierte archivos de 1D en prototipos reales.

Analistas creen que esta máquina pronto será tan esencial como las computadoras o los teléfonos inteligentes. Incluso creen que las impresoras 3D producirán una nueva revolución industrial y cambiarán la economía del mundo, porque puede producir casi cualquier objeto, instalados en una fábrica o en un hogar.

La impresión 3D se crea mediante la superposición de capas sucesivas de material, y es una máquina de prototipado rápido capaz de imprimirse a sí misma, ya que reproduce las partes plásticas para armar otras impresoras similares a ella.

Se imprime con material ecológico ácido poliláctico (PLA), que se produce de derivados del maíz y del petróleo, ambos con cualidades diferentes, que se emplean según el objeto que se quiere lograr.

Con este tipo de impresora, el propio usuario en su casa puede hacer desde pinzas, juguetes, maquetas, carcazas para teléfonos celulares, adornos, repuestos de artefactos descompuestos e incluso armas. Todo se puede crear simplemente contando con el diseño hecho. Del resto se encarga la aguja móvil de la máquina, que inyecta capas de plástico u otro material en una superficie guiada por un archivo de diseño e inicia la construcción del producto. Esto permite que no existan desperdicios típicos en la manufactura tradicional. Asimismo, pueden imprimir partes interconectadas y eliminar la necesidad de ensamblaje.

En Estados Unidos, un padre que no se resignó a aceptar que su hijo no tuviera dedos en una de sus manos, investigó a través de internet y encontró la forma de elaborar una prótesis para la mano del niño con una impresora 3D. Reportes periodísticos incluso destacan que la prótesis, solución costosa para la familia, con cifras cercanas a los USD 30.000, finalmente costó apenas entre USD 5 y 10.

Este caso no es solo anecdótico, sino que demuestra el poder que la gente común y corriente puede llegar a tener en sus manos con una máquina como esta, que permite idear un producto y tenerlo rápidamente, y sin mayor inversión. Ni qué decir lo que puede significar para la forma actual de hacer negocios.

Abraham Reichental, el presidente de 3D Systems, una de las empresas más grandes del mundo de impresoras 3D, durante una entrevista sostuvo que estas máquinas ya se utilizan extensivamente en la industria aeroespacial para hacer partes de aviones y también las usan los médicos para hacer implantes de rodilla o de cadera personalizados, o dispositivos auditivos a la medida de sus pacientes.

Otro aspecto fundamental es que cuanto más asequibles por su bajo precio se vuelvan estas impresoras y cuanto más fácil se haga utilizar diseños complejos, habrá más artículos fabricados con las mismas. Según Reichental, la misma tecnología que hoy es solamente accesible para las corporaciones más acaudaladas, lo será también para todo el mundo a través de la nube, lo que permitirá democratizar la producción y relocalizar las empresas de manufacturas.

Impresora paraguaya

En Paraguay, Hugo Zapata, estudiante de la carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad Americana, descubrió que en el país nadie había fabricado aún una impresora 3D de software libre, y encontró en Estados Unidos a la organización RepRap, dentro de la cual está Clone Wars, un grupo que documenta en español todo lo necesario para que cualquiera pueda construir su propia impresora 3D y cuyos planos están publicados en internet para su uso y modificación.

El joven compró a través de internet las partes de plástico para los soportes de la impresora (poleas, carrito, soporte de los motores y rulemán), mientras que las partes metálicas son recicladas. “Los motores, la cama caliente y la electrónica se llaman ´vitaminas´ en RepRap, porque no se pueden imprimir. Las barras en las cuales se mueve el carrito saqué de las impresoras de carro ancho, para ahorrar costos. Las tuercas y arandelas las compré de la ferretería y los motores los quité de impresoras viejas”, dice al hablar del proceso de construcción de la máquina.

En 2004, el inglés Adrian Bowyer liberó los planos de la impresora, de manera a que cualquiera pueda fabricar una igual. “Esta impresora que yo armé, la Prusa I2, la puedo vender, pero lo que estoy haciendo es enseñarles a las personas para que, si se consiguen las piezas, puedan fabricarlas ellas mismas”, indica.

Un mes le llevó a este estudiante reunir todas las partes y una semana, hacer funcionar la máquina, proceso que culminó el 26 de junio del año pasado. Luego, la grabó imprimiendo y subió el video a YouTube. Actualmente, imparte clases para alumnos del Colegio Técnico Fernando de la Mora.

Zapata está terminando de construir la tercera impresora y se encuentra trabajando en otra máquina para su tesis, con el objetivo de crear un modelo que aún no existe. Tras presentarla, pondrá a disposición los planos para que otros puedan copiarla. “Cualquiera puede armar este tipo de impresoras 3D; lo pueden hacer mediante un tutorial en YouTube, pero antes deben saber algo de electrónica, electricidad y física”, aclara.

Si bien no son una novedad técnica, se cree que están dadas las condiciones para que esta tecnología crezca y llegue masivamente a los hogares, como sucedió con la impresora que lleva las imágenes de la computadora al papel. Como los costos son menores en la actualidad, hay expertos que aseguran que este tipo de impresión llevará a una nueva Revolución Industrial.

Empresas

Se considera que esta industria está aún en su infancia y es un negocio que interesa a las grandes compañías de tecnología. También HP se perfila como una de las empresas que ingresará en este mercado a mediados de este año, según publicó The Register. La intención es ingresar al mundo de la impresión 3D y liderar el negocio, logrando bajar los costos de estos equipos y mejorar su comercialización.

En el mercado internacional, MakerBot se posiciona como la principal firma del sector con su equipo Maker. En la industria, además, se destaca el proyecto RepRap, un prototipo de bajo costo y de código abierto que es utilizado por muchas empresas.

En Argentina, están las compañías Kikai Labs, Leapfrog y Trimaker, entre otras. En Buenos Aires ya se encuentra el 3D Lab, un café con impresoras 3D donde se pueden realizar impresiones a pedido y contactar con esta tecnología, según infotechnology.com.

En el mercado local también se ofrecen impresoras 3D importadas directamente, de diferentes tamaños, para empresas y para uso particular. Las empresas que comercializan cuentan con asesoría y asistencia técnica posventa para máquinas como la Solidoodle segunda generación, que cuesta USD 400; la Solidoodle tercera generación a USD 700; la Formlabs Form One a USD 2000 y la 3D Stratasys Mojo a USD 6000.

El modelo del trabajo

En el proceso de la impresión tridimensional, en lugar de chorros de tinta se usan capas de material para construir un objeto tridimensional por medio de programas computacionales, donde se crea un modelo 3D que se almacena en una computadora o en una memoria USB. El modelo creado por computadora se convierte en orden para que el cabezal de la impresora se mueva depositando en sitios indicados, capas de material de una décima de milímetro de espesor, explica el portal Quo.

silvana.bogarin@abc.com.py

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