Cuidados ante la ola de calor

Estamos transitando los días más agobiantes del año y no está de más recordar algunos cuidados que debemos tomar sobre todo con los niños, los enfermos crónicos y los ancianos, para no sufrir desagradables consecuencias.

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Los tres grupos de mayor riesgo que se pueden ver afectados por el exceso de calor son los menores de cuatro años, los ancianos, más si viven solos o son dependientes, las personas con enfermedades crónicas (como cardiopatías, enfermedades respiratorias o diabetes) o los que toman medicación, y quienes realizan esfuerzos físicos en el exterior, ya sea por trabajo o por deporte. Se aconseja poner especial atención a síntomas como el cansancio y los signos de deshidratación. Estas son algunas precauciones a tener en cuenta cuando el termómetro marca más de 38 ºC.

En la calle

- Busque la sombra.

- Evite salir a la calle durantes las horas de más calor.

- Protéjase de la exposición directa al sol: hay que llevar siempre una gorra o sombrero, utilizar ropa ligera, no ajustada, de algodón y de colores claros.

- Protéjase la piel del sol con un índice de protección solar con un factor mínimo de 50, que deberá aplicarse 30 min antes de salir.

- Mójese ligeramente la cara y la ropa.

- Evite en lo posible la actividad física intensa durante las horas de más calor. Aproveche las primeras horas de la mañana o el atardecer para practicar su deporte favorito.

- Evite los trayectos en auto durante las horas de más sol. En caso de estar estacionados, nadie debe quedarse en el coche cerrado, menos aún ancianos, niños o enfermos crónicos.

Dentro de casa

- Cierre las persianas cuando el sol incida de forma directa sobre la ventana.

- Abra las ventanas durante la noche.

- Refresque el ambiente con ventiladores y aire acondicionado, haciendo un uso racional del mismo. Cada grado que se baje la temperatura supone un incremento de consumo de energía del 7 %.

Cuidado personal

- Aumente la ingesta de líquidos (agua y jugos naturales) aunque no tenga sed, con independencia de la actividad física que realice. Si sigue un tratamiento diurético o le han restringido la ingesta de líquidos, debe consultar al médico qué cantidad de líquido puede beber durante los días más calurosos.

- Evite el consumo de bebidas alcohólicas y limite las que tienen cafeína o gran cantidad de azúcar, puesto que hacen perder más líquido corporal.

- Asegúrese de que niños y ancianos beban abundantes líquidos.

- Prescinda de las comidas calientes y con muchas calorías. Es preferible la alimentación a base de ensaladas, licuados caseros, verduras y fruta frescas, ya que ayudan a reponer las sales perdidas por el sudor corporal.

- Preste especial atención a la medicación crónica: los tranquilizantes, los diuréticos y otros fármacos pueden inducir cambios fisiológicos. Hay que mantener los fármacos en un lugar fresco para evitar alterar su composición y efecto.

No cortar la digestión

El corte de digestión, llamado síncope de hidrocución, es un trastorno que tiene lugar con relativa frecuencia en playas y piscinas durante los calurosos meses de verano y puede ocasionar mareos, náuseas, vómitos e incluso pérdida de conciencia. Se debe a una entrada brusca en el agua de la piscina, por un cambio extremo de temperatura corporal, y a la ingesta de helados o refrescos muy fríos. Los más pequeños, impacientes por zambullirse en el agua tras la comida, rara vez esperan a que se digieran los alimentos, por lo que el riesgo de sufrir un corte de digestión aumenta en estos casos. Aunque también puede darse como consecuencia de otros factores, como el consumo de alimentos muy fríos.

Al entrar al agua de la playa o la piscina de forma súbita, mientras tiene lugar el proceso de digestión, la sangre que se encuentra en el tubo digestivo se desplaza a otros órganos, como la piel, para que pueda contrarrestar el cambio de temperatura. Esta falta de sangre en el sistema digestivo es la causa del corte de digestión. Conviene respetar un tiempo prudencial de unas dos horas y media o tres después de la comida, antes de sumergirse en el agua. Es igual de importante no entrar de golpe en el agua, sino hacerlo de forma progresiva para que el cuerpo se acostumbre poco a poco al cambio de temperatura, sobre todo después de haber estado al sol o de haber realizado ejercicio.

Así también, un helado o una bebida con mucho hielo pueden resultar muy refrescantes, pero si se toman después de realizar ejercicio son capaces de provocar un corte de digestión como consecuencia del descenso de presión sanguínea que tiene lugar en la región digestiva.

El alcohol

Calor y alcohol resulta una mala combinación. Por su efecto vasodilatador, el alcohol incrementa el riesgo de padecer un golpe de calor, porque hace más difícil que el organismo ponga en marcha el mecanismo que alerta sobre el aumento de la temperatura corporal. Además, el alcohol tiene efecto diurético en el organismo y puede promover la deshidratación, todo lo cual contribuye a la mala regulación de la temperatura corporal y, por ende, a la aparición de un golpe de calor.

Tomar unas cervezas o unas copas de vino de más produce efectos más o menos fuertes según la capacidad individual para metabolizar el alcohol y, por supuesto, la cantidad que se haya ingerido. El alcohol es un tóxico de modo que cualquier tipo de bebida alcohólica, incluidas las de baja graduación, generará efectos nocivos que impregnan el organismo y su toxicidad puede durar varias horas. Ante un consumo extraordinario, todos los órganos se ven perjudicados; sobre todo el hígado, pues por este órgano pasa el etanol y otros compuestos del alcohol en estado puro. Las enzimas hepáticas tratan de metabolizarlo en unos componentes menos dañinos, que son los que circulan por la sangre e impregnan el resto de tejidos y órganos.

Para evitar grandes perjuicios, conviene evitar la ingesta de bebidas alcohólicas con el estómago vacío. Cuanto más lleno esté el estómago, más tardará en el alcohol en llegar a la sangre.

Por precaución y por seguridad, si se sigue algún tratamiento médico se debe evitar el consumo de cualquier tipo de bebida alcohólica. El alcohol interactúa con ciertos medicamentos, como tranquilizantes, sedantes o neurolépticos, entre otros, y los efectos de ambas sustancias se potencian, por lo que la combinación resulta peligrosa.

El golpe de calor

Ocurre cuando el cuerpo se pone demasiado caliente y la persona afectada puede sentirse débil, mareada o preocupada. También puede tener dolor de cabeza o aceleramiento de los latidos del corazón. Se deshidrata rápidamente y orina muy poco.

Si usted piensa que tiene un golpe de calor, trate de salir del calor rápidamente. Descanse en un lugar fresco y sombreado. Tome mucha agua y otros líquidos. No beba alcohol. Si no se siente mejor después de 30 min, debe ponerse en contacto con su médico. Si el golpe de calor no se trata, puede progresar a insolación.

La insolación

Puede ocurrir cuando su cuerpo se calienta demasiado o puede ocurrir después de un golpe de calor. La insolación es mucho más grave que el golpe de calor. La insolación le puede ocasionar la muerte. La gente que está insolada puede parecer confundida. Puede tener convulsiones o entrar en coma. La mayoría de la gente que está insolada también tiene fiebre, vómitos, siente como que le falta el aire o tiene problemas para respirar.

Si usted piensa que alguien podría estar insolado, debe llevarlo rápidamente a un lugar frío en la sombra y llamar a un médico. Quitarle la ropa innecesaria a la persona puede ayudarle a enfriarse. Trate de abanicar a la persona con aire fresco mientras le moja la piel con agua tibia. Esto ayudará a que la persona se enfríe.

Fuente: www.consumer.es

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