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En España, más de 1900 euros llegaban a cobrar por vinos fraudulentos, supuestamente de lujo, después de falsificar botellas, etiquetas y tapones. La Guardia Civil desmanteló una organización dedicada a la producción y posterior venta de botellas de vino falsificadas dentro de la bautizada como operación “Tag”.
Por internet
La investigación se inició exactamente hace un año atrás, en octubre, a raíz de la denuncia presentada por el responsable de una empresa vinícola en Navalcarnero (Madrid), quien sospechaba que se estaban vendiendo botellas falsas de su marca a través de una página web. Las sospechas comenzaron cuando el mencionado empresario se dio cuenta de que había en el mercado demasiadas botellas de vino de producción muy limitada. A raíz de la denuncia, se procedió a investigar dicha página web, llegando los agentes a comprobar que, efectivamente, se estaban vendiendo supuestas botellas de dicha marca a precios que superaban los 1900 euros. Pronto se constató que había otras empresas perjudicadas. En total, se encontraron como más de 1600 etiquetas falsificadas de distintas marcas, 28 botellas de vino falsas, sellos, tampones, herramientas, moldes y planchas metálicas, ceras de lacre, collarines, etiquetas y cajas de madera a nombre de una de las empresas perjudicadas, además de material informático. Todo un esquema montado para llevar adelante el negocio.
Un caso emblemático
El sistema de funcionamiento de este negocio ilícito no tiene en realidad mucho misterio. Los responsables de la organización se dedicaban a comprar botellas de vino de bajo precio con características similares y la misma denominación que las marcas que querían falsificar, de bodegas y empresas mucho más exclusivas. Este mismo esquema fue también repetido en los EE. UU. por un emblemático supuesto conocedor de vinos llamado Rudy Karniawan, quien fue preso en el 2012 y que durante cinco años engañó a la alta sociedad de los Estados Unidos, en una época en la que abundaba el dinero y la gente dispuesta a pagar por esas botellas.
Rudy envasaba el vino (en su propia casa) utilizando hasta botellas originales, imitando el embalaje, cuidando todos los detalles, muchas veces utilizando etiquetas verdaderas de botellas que se habían consumido en catas de estos vinos. Para justificar la tenencia de esas botellas, él las compraba en grandes subastas públicas y era de público conocimiento que él era un gran coleccionista de grandes botellas.
Rudy fue descubierto e hizo saltar las alarmas cuando realizó una cata promocionada con botellas de Clos Saint Denis del Domaine Ponsot (vinos de Borgoña), concretamente de las cosechas entre 1945 y 1971, que Kurniawan vendió como auténticas. Laurent Ponsot, el propietario de la bodega, se extrañó muchísimo, ya que su familia no había empezado a elaborar vino hasta 1982. Fue el punto de partida de una investigación en la que se involucró hasta el FBI.
Por suerte esto no nos afecta mucho, ya que botellas de USD 20 a 100 no son las botellas elegidas por los falsificadores y creo que son las botellas que más consumimos nosotros dentro de nuestro mercado, aquí en Paraguay. Pero, como se dice habitualmente, “uno nunca sabe”.
La verdad es que no puedo evitar preguntarme si alguno de los compradores de las botellas falsificadas llegó a notar algo extraño o si el vino no llenó sus expectativas al probar esos supuestos “caldos de lujo”, después de pagar casi 2000 euros o más, tanto en el esquema de España como por los vinos falsificados por Rudy.
Apreciados lectores, vayan a lo seguro, compren del importador o una casa confiable (aunque Rudy era confiable), bueno… ¡disfruten del vino (ja, ja, ja)! ¡Salud! y hasta el próximo sábado.