Una plaga que persiste

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La filoxera, encontrada por primera vez en la década de 1850, hasta hoy tiene graves consecuencias para el mundo vitivinícola y es una plaga para la cual no hay cura y aún persiste.

Tal vez recuerden que hace unos años atrás escribí durante varios sábados acerca de la filoxera, fue una de aquellas series que más me apasionaron en escribir y poder contarles a ustedes lectores sobre esta plaga… Pero ya pasó el tiempo y creo necesario refrescarles un poco la memoria, ya que conversando con algunos de ustedes, lectores, me di cuenta de ello.

Aclarando conceptos

Primero que todo hay que decir bien qué es la filoxera. Es un pequeño ácaro que se encuentra en el suelo y se alimenta directamente de la savia que se encuentra en las raíces, matando a la planta de la vid, ya que la misma no encuentra suficiente alimento para sobrevivir. Hasta el día de hoy no hay insecticida o producto químico para poder eliminarlo.

Segundo, a principios de los años 1900 las viñas a nivel mundial estaban diezmadas, salvándose solo muy pocas, estas eran las que estaban en alturas, las que se encontraban protegidas por barreras naturales, o unas pocas en suelo muy arenoso, donde la filoxera no se sentía muy cómodo de vivir.

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Tercero, en el año 1914 dos franceses encontraron una solución para que las viñas pudieran vivir, era un sistema muy simple utilizado en la jardinería, que consistía en el simple injerto de dos variedades de plantas vitiviníferas (variedad de uvas con las que se hace vino). Por un lado, una raíz de origen americano que era resistente a la filoxera y por otro lado, las plantas que comúnmente conocemos como el Cabernet Sauvignon, el Merlot, el Malbec, el Chardonnay, etcétera. Esta raíz es injertada con plantas de estas variedades de uvas y, al prenderse el injerto, pueden producir uvas sin problemas, siendo resistentes a esta plaga. Es desde ese entonces que en el mundo vitivinícola tenemos dos tipos de variedades de uvas, por un lado “pies injertados” y, por el otro lado, “pies francos”, es decir, las que son 100 % de raíz a planta de la misma cepa.

No hay mejor ni peor

Ahora, ¿cuál de las dos plantas vitiviníferas es mejor? La verdad es que no les puedo dar una respuesta. Más del 95 % de las viñas plantadas a nivel mundial son de “Pie injertado” y son las uvas con las que se produce el vino al cual estamos casi todos acostumbrados a beber. El 5 % restante son de “pie franco” y se encuentran casi en su gran totalidad en Chile, ya que ese país nunca fue infectado por la filoxera, protegido por cuatro grandes barreras naturales: al norte el desierto de Atacama, al sur el continente Antártico, al oeste el océano Pacífico y al este la cordillera de Los Andes. La verdad es que si es injertado o franco no me importa, ambos tipos de vides producen excelentes vinos que los disfruto enormemente en todo momento, servidos a la temperatura ideal y en alguna copa de vino decente.

Es increíble pensar que en casi 60 años, y con más de 6000 de existencia, la cultura de plantar vides, hacer vinos y beber los mismos se iba a perder a causa de una plaga. Pero, por suerte, el hombre supo analizar las cosas y encontrar una solución lógica para el deleite de los consumidores actuales. Preciados lectores, ¡salud a todos! y hasta el próximo sábado.

oligayet@hotmail.com