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En mayo del 2011 agentes de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) capturaron una avioneta con 370 kilos de cocaína en una operación de gran envergadura efectuada en una pista clandestina de San Alfredo, departamento de Concepción. Durante la intervención fueron detenidos el piloto de la narcoavioneta Carlos Viveros López, quien fue sentenciado a 18 años de prisión, y otros cuatro colaboradores, condenados luego a penas más leves que el piloto.
Sin embargo, el patrón de la estructura, Jorge Teófilo Samudio González, alias Samura, actualmente con 46 años, logró escapar de la zona y ponerse fuera del alcance de los agentes.
Tras ese incidente, Samura, aparentemente con la complicidad de algunas autoridades, consiguió una cédula de identidad a nombre de Catalino Rivas Grance y continuó operando impunemente en la misma región.
De acuerdo a los antidrogas, Samura es el principal proveedor de drogas, especialmente de cocaína, de la organización criminal brasileña Comando Vermelho y mueve alrededor de tres toneladas de dicha droga al mes. Con una flota de avionetas trae la sustancia desde los países productores, como Perú, Bolivia y Colombia. Las naves aterrizan en pistas clandestinas instaladas en Alto Paraguay, Amambay y Concepción.
Aparentemente, el sospechoso cuenta con varios puntos de acopio del polvo blanco en aquellas regiones, desde donde efectúa los envíos al vecino país por tierra, en vehículos con doble fondo, ya con la protección de los soldados del Comando Vermelho. Otros informes indican que los paquetes para Europa van vía encomienda.
Con estas operaciones la estructura criminal liderada por Samura recauda incalculables montos en dólares, mensualmente.
Estos montos son lavados en modernos emprendimientos agroganaderos en la misma zona, a más de cientos de lujosos establecimientos comerciales. Resulta imposible creer que los organismos de seguridad, principalmente la Policía, no hayan podido detectar en estos siete años las actividades de Samura. Aparentemente, el sospechoso pagaba una red de protección integrada principalmente por los uniformados, que le ayuda a cubrir sus operaciones en las pistas clandestinas y hasta su traslado por tierra.
Los agentes de la Senad encontraron algunos indicios que pueden comprometer a varios jefes policiales del Chaco y la zona norte del país en esa ilegal pero lucrativa operación, según informaron.
La mayoría de los criminales que operan en territorio paraguayo, principalmente en la zona fronteriza con el Brasil, utilizan el mismo esquema, neutralizan a las autoridades con el pago mensual de una mísera suma y en algunos casos cuentan con resguardo policial, gracias a alguna medida judicial proveído por un magistrado amigo.
Esta práctica es común entre los contrabandistas, quienes en una demostración de fuerza utilizan a efectivos policiales como guardaespaldas y hasta de chofer.
brlopez@abc.com.py