Crisis de epilepsia

La epilepsia se presenta como un problema eléctrico en la corteza cerebral, acompañado de convulsiones violentas e incluso pérdida del conocimiento en personas de todas las edades. Los síntomas también pueden hacer sospechar que existen otras patologías.

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El Dr. Carlos Arbo, neurofisiólogo, informa que la epilepsia se puede observar tanto en niños y adolescentes como en personas mayores de 65 años; la diferencia estará en la causa probable de estas afecciones. Esta patología es igual en mujeres y varones, y no existe un factor racial predominante.

“Se trata de una afección crónica, recurrente, que se caracteriza por la aparición de dos o más crisis no provocadas, es decir, fuera del contexto de aquellas situaciones en que existe una causa bien identificada, como por ejemplo, abuso o privación de alcohol u otras sustancias, meningitis aguda, traumatismo cráneo encefálico grave, etc.”, resalta.

Por su parte, la Lic. Ruth Servín, coordinadora del departamento de capacitación de la Sociedad Nacional de Cruz Roja Paraguaya, acota que la epilepsia es un trastorno transitorio de la conciencia o de la función motriz, sensitiva o vegetativa, con o sin pérdida de la consciencia, producida por la existencia de un foco irritativo en el cerebro.

“El ataque aparece en forma brusca y se desarrolla en tres fases: la primera es la fase tónica que dura de 30 a 50 segundos y se produce una pérdida de conocimiento y una contracción brusca de toda su musculatura; el enfermo cae y no puede respirar. También se encuentra la fase clónica que dura de 1 a 3 minutos y en ella el enfermo sufre convulsiones, se muerde la lengua, orina y defeca. La tercera fase se denomina de relajación y aquí el enfermo recupera el conocimiento, sufre amnesia y cansancio profundo”, enfatiza.

En tanto, el doctor Arbo refiere que se aceptan tres grupos según la probable causa implícita: las epilepsias primarias son aquellas que aparecen en forma espontánea y sin antecedentes de enfermedades previas. Se ha demostrado que muchas de ellas son de origen genético.

“Las epilepsias secundarias son aquellas en que existe una condición o enfermedad neurológica previa. Por ejemplo, secuelas de un traumatismo craneoencefálico grave, daños cerebrales perinatales, accidentes cerebrovasculares o una enfermedad de Alzheimer. Mientras que las epilepsias criptogénicas se sospechan cuando hay una causa desencadenante, pero no podemos demostrarla”, apunta.

El profesional informa que “en las personas que poseen una base genética, existe posibilidad de transmisión a la descendencia, y para saber si existe esa posibilidad es importante preguntar si en las generaciones anteriores había otros miembros de la familia epilépticos”.

Recuerde que una convulsión es un síntoma, no una enfermedad en sí misma, enfatiza el profesional.

“Cada persona que haya convulsionado debe ser evaluada buscando la causa de ese síntoma. Puede descubrirse que una persona convulsionó porque es diabética e hizo una importante hipoglucemia, padeció de alguna enfermedad aguda infecciosa con fiebre (especialmente en niños) o tiene alguna lesión cerebral”. 

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