Educación inclusiva

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Uno de los requisitos para el proceso inclusivo es que el alumno cuente con un diagnóstico que determine una discapacidad, lo que condiciona pero no determina sus posibilidades educativas.

Si queremos una sociedad mejor, debemos tener una educación inclusiva; para entenderlo más, conversamos con dos especialistas.

La magíster Joanna Muñoz dice que “la educación inclusiva en nuestro país tiene sus grandes detractores como defensores, desde principios de los noventa en que se comenzó a implementar a partir de la reforma educativa”.

Asegura que “el modelo de educación inclusiva se tomó de los lineamientos propuestos en una conferencia mundial en Salamanca. Al intentar llevar los ideales de educación a nuestra realidad social nos topamos con el primer inconveniente: la preparación de las escuelas en infraestructura, que no cuentan con los accesos, ni materiales, ni tecnología para poder recibir y responder a necesidades de algunos niños que requieren beneficiarse con el replanteamiento educativo. Se parte de algo tan básico como la cantidad de niños por aula”.

“A incluir se aprende incluyendo, dice la licenciada Lilian Galeano, y agrega: “la educación actual se define como inclusiva, es decir que el acceso y la permanencia de los alumnos en la aulas es un derecho establecido por ley, independientemente de la necesidad que un infante presente”.

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Señala que uno de los requisitos para iniciar el proceso inclusivo es que se cuente con un informe o un diagnóstico. El mismo puede determinar que el alumno posee una discapacidad, lo que condiciona pero no determina sus posibilidades educativas. “Con frecuencia el diagnóstico expresa que el chico presenta trastorno del espectro autista”, afirma.

La magíster Johanna opina que “el punto más importante a considerar y que va más allá de los cambios necesarios a nivel arquitectónico e instrumentos, son los cambios en la formación de docentes así como la culturización y concienciación de la población escolar. La conforman alumnos, padres de familia, funcionarios, etc. Pues la inclusión no solo significa estar preparado para recibir a un niño con dificultades escolares, sino que implica respetar diferencias de toda índole como el origen étnico, las religiones, nivel socioeconómico, etc.”.

Los lineamientos

La licenciada Galeano añade que “es necesario clarificar ciertos lineamientos que se deben considerar, sabiendo que cada caso tiene sus propias características y necesidades. Algunos son: trabajo conjunto y coordinado del equipo docente que permita unificar criterios, adoptar un marco conceptual compartido y colaborar en torno a objetivos comunes. Estos permiten disponer de servicios continuos de apoyo y asesoramiento orientados a los docentes, los alumnos y los padres. Así se logrará un adecuado nivel de formación de los docentes en materia de educación inclusiva y estrategias de respuesta a la diversidad”.

Joanna destaca “el importante papel que cumplen los padres de familia al acompañar estos procesos y comprometerse en los progresos de sus hijos. Ellos deben saber que la inclusión en la escolarización regular amerita y requiere de un tratamiento o programa especializado, externo a la escuela, sea este neuropsicológico, neurológico, fonoaudiológico, psicopedagógico, psicológico, psiquiátrico o en psicomotricidad. De este modo se compensan las dificultades y con base en los informes y recomendaciones de los especialistas se realizan adecuaciones y ajustes durante el año académico”.

Logros a destacar

La licenciada Muñoz dice que “la educación inclusiva en el país cuenta como uno de sus grandes logros, el haber implementado la educación bilingüe; cambio que se hizo basado en las estadísticas que indican que el 85,9% de la población tiene como lengua materna el guaraní; sin embargo, hay un 11,11% que tiene como lengua materna el castellano, para quienes es difícil el aprendizaje académico del guaraní sobre todo en Asunción”.

Destaca la especialista que “otro de los avances es el tiempo de escolarización promedio de la población, que de 5,4 hemos pasado a 7,2 años en promedio de estudios. Esto también nos habla de progreso sin lugar a dudas, sobre todo en lo que respecta al acceso y el mantenimiento en la escuela en zonas rurales y étnicas”.

La licenciada Galeano menciona que “las tareas y trabajos para el hogar contribuyen al aprendizaje de todos los alumnos. Desde el paradigma inclusivo resultan criticables, por su carácter excluyente, los modelos de integración basados en el uso de espacios y tiempos separados para el trabajo con determinados alumnos con problemas. A cambio de ello se favorecen las prácticas educativas y didácticas que no solo acojan la diversidad, sino que saquen provecho de ella”.

Reflexiona acerca de que “si la heterogeneidad constituye un valor, la homogeneización en la escuela es vista como un empobrecimiento del mundo de experiencias posibles que se ofrece a los niños, perjudicando tanto a los escolares “mejor dotados” como a los “menos dotados”.

La magíster Muñoz aclara que “los avances que hemos tenido en Asunción se refieren a la inclusión de niños con dificultades específicas a la educación regular, niños con déficit de atención, dislexia, problemas psicomotores. También trastornos del lenguaje, del comportamiento etc. Quienes antes no eran admitidos en las escuelas regulares y lamentablemente eran enviados a escuelas de educación especial”.

mirtha@abc.com.py