Mutilación femenina

La mutilación genital femenina se realiza en países de África, Oriente Medio y Asia, afecta a distintas partes, por ejemplo, se extirpan el clítoris, los labios menores o mayores de la vulva. Otras formas consisten en estrechar la abertura vaginal, y hasta la perforación, incisión o cauterización. Su práctica es reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas.

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El profesor doctor Miguel Ruoti Cosp, presidente de la Sociedad Paraguaya de Ginecología y Obstetricia, aborda la mutilación genital femenina: “La Organización Mundial de la Salud (OMS), la define como cualquier procedimiento que realice amputación, extracción parcial o total de los genitales externos de la mujer pero por motivos no médicos así como otras lesiones de los órganos genitales femeninos”, alega.

Esta práctica se concentra “principalmente en países del África, Oriente Medio y Asia, pero el aumento de la inmigración la ha llevado a Europa. Se estima que más de 200 millones de mujeres y niñas vivas actualmente han sido objeto de esta práctica. Se realiza en la infancia, en la lactancia, la adolescencia, raramente en la edad adulta”, informa el profesional médico.

Sobre estos procedimientos la doctora Fanny Corrales Ríos, ginecóloga y obstetra, vicepresidenta de la Sociedad Paraguaya de Ginecología y Obstetricia, presidenta de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de la Infancia y la Adolescencia de Paraguay, advierte que “en muchos lugares, los proveedores de asistencia sanitaria practican la mutilación genital femenina movidos por la errónea creencia de que el procedimiento es más seguro si se realiza en condiciones médicas. La mutilación genital femenina es reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas. Refleja una desigualdad entre los sexos y una forma extrema de discriminación de la mujer. Es practicada casi siempre en menores y constituye una violación de los derechos del niño. Asimismo, viola los derechos a la salud, la seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometido a torturas y el derecho a la vida en los casos en que el procedimiento acaba produciendo la muerte”.

El profesor doctor Ruoti Cosp añade que el objetivo depende mucho de la región donde se la practica. “En la mayoría de las sociedades es una tradición cultural, como una parte necesaria de la crianza de la niña y una forma de prepararla para la vida adulta y el matrimonio. Está asociada a modelos culturales con la idea de que las niñas son puras y hermosas una vez que eliminan de su cuerpo aquellas partes que se consideran impuras. Para otros es asegurar la virginidad antes del matrimonio y la fidelidad después ya que al reducir la libido femenina la ayuda a resistir la tentaciones de relaciones extraconyugales. Los motivos son religiosos ya que no hay escritos en tal sentido que prescriban la práctica”.

La doctora Corrales Ríos subraya que los riesgos son “dolor, hemorragias, inflamación de los tejidos, fiebre, problemas urinario, shock y muerte”.

A largo plazo, “las infecciones ocurren en el tracto urinario, vaginal como flujo, ardor, menstruaciones dolorosas, cicatrices y problemas sexuales como el coito doloroso, menor satisfacción, partos con mayor riesgo de desgarros, sobre todo cuando se cierra la vagina”. También son posibles “trastornos psicológicos como la depresión, ansiedad, estrés postraumático, baja autoestima, etc.”.

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