La doctora Silvia González de Méndez, especializada en medicina biológica, ortomolecular, antienvejecimiento y longevidad, dice que sigue siendo esencial comer bien para sentirse bien. “De hecho no solo contando calorías sino además y fundamentalmente nutrientes”.
“Múltiples trabajos de investigación en ratas, avalan el hecho de que al disminuir hasta el 35% las calorías, optimizando la calidad del alimento ingerido, se prolonga la vida. Mientras que por el contrario, la obesidad la acorta”.
En los tiempos actuales “la medicina ortomolecular y biorreguladora son preventivas por excelencia y con ellas se puede lograr una auténtica juventud, considerando al envejecimiento como algo que puede venir con calidad de vida productiva y placentera”, recuerda la especialista.
La doctora asegura que con la gastronomía antiage y la nutrición biológica y ortomolecular podemos a través de la alimentación, retrasar o enlentecer el reloj biológico. “Los alimentos envejecedores aceleran el reloj biológico. La comida rápida, con falta de nutrientes en los alimentos industrializados trajeron la epidemia de la obesidad, aterosclerosis, infartos cardíacos y accidentes cerebro vasculares, entre tantas otras enfermedades”.
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Más adelante informa que “una alimentación basada en plantas, con frutas, verduras, cereales integrales, proteínas de origen vegetal, sin duda es mucho más barata y además asegura salud, calidad y más años de vida. Podríamos estar haciendo verdaderamente medicina preventiva.
El licenciado uruguayo Jorge Méndez, psicólogo, habla de las emociones y algo tan personal y adictivo como un tipo de comida. “Los humanos somos completamente emocionales. Emoción proviene del latín “emovere” que significa “en movimiento”. Ellas nos mueven, o nosotros nos movemos con ellas. La alimentación es ancestralmente una forma de conquista, de seducción, de afecto. Todos los dulces, los refrescos y los procesados tienen efectos nocivos, muy similar a lo que hacen las drogas. Pero, la adicción a la comida tiene un motivo real, obedece al estrés y al sufrimiento del individuo”.
La doctora González de Méndez aporta que “con hábitos saludables, alimentación, actividad física y buen manejo del estrés, de seguro tendremos ambos beneficios: vernos y de sentirnos bien. Este dato surge desde la medicina posgenómica que asegura que solo el 25% depende de nuestra genética y el 75% de la epigenética (hábitos saludables). Esto es importante desde la concepción, ya que niños y adolescentes enfermos, seguirán condicionando a un país enfermo”.
En cuanto a la predisposición y la acción que debemos emprender hacia la comida saludable el licenciado Méndez aconseja “comenzar por escribir una lista con los alimentos que le provocan antojos o agradan demasiado. A su lado, correlacionar la enfermedad que podrían contraer con su ingesta. Por ejemplo: hamburguesa = cáncer, gaseosas = diabetes, café con leche = hinchazón, etc. Tener la lista a mano (en la cartera o en la billetera) y leerla siempre que le provoque el antojo. Luego, pedir ayuda profesional. El origen de las adicciones alimentarias obedece al sufrimiento humano, no olvidemos eso”, culmina.
Evitar los venenos blancos
La doctora González de Méndez señala algunos tips que debemos recordar en la nutrición ortomolecular.
“Es un grito de auxilio ante la gran pandemia de obesidad y sobrepeso en el mundo; causa y factor de riesgo de enfermedades absolutamente prevenibles con una correcta alimentación. En nuestro país, el 33% de nuestros niños tienen obesidad y sobrepeso, cifras que nos debería hacer cambiar el rumbo, de forma urgente”, reflexiona.
Ella recomienda “evitar los famosos venenos blancos y reemplazarlos por alimentos más saludables y que no dañen la salud: harinas blancas por harinas integrales; azúcar refinada por azúcar morena o ka’a he’ê; sal común por sal marina; y la leche y sus derivados como el queso o el yogur por leches y productos vegetales de mejor digestión como leche de almendras, coco y soja, entre otras tantas”.
Además “evitar el consumo del veneno rojo, ya que está demostrado que la carne y los residuos de su digestión enferman, dañan a las células y las degeneran, provocando pólipos, divertículos y cáncer. Ojalá que sea reemplazada por pescado o proteína vegetal, suplementando con la vitamina B12”.
La especialista subraya que “no es descabellado, con voluntad y amor propio es posible. Lo vemos en pacientes con cáncer, diabetes o hipertensión, que adoptan este tipo de alimentación junto a sus terapias, para vivir largos años”.
